Los trabajadores y ejecutivos de CZ, aunque tenían derecho al descanso y esto se respetaba rigurosamente, había una excepción, la de aquellos que ocupaban el cargo de gerentes de RR.PP en cualquier lugar del mundo, porque independientemente de cuál fuese su trabajo diario, debían dejarlo cuando recibían la llamada de un sujeto a quien nadie había visto nunca y que era conocido solo como Rajko. Nadie sabía si ese era un nombre o un apellido, e incluso había quienes se habían planteado que ni siquiera fuese humano en lo absoluto, sino que se trataba de Inteligencia Artificial y todos eran muy necios pensando lo contrario cuando en realidad hablaban con una máquina; el asunto era que lo mismo podían ser las 10:00 am, las 05:00 pm, o las 02:00 am en cualquier lugar del mundo, podían estar dormidos o despiertos, pero si recibían una llamada de Rajko, debían comenzar a correr anticipándose a cualquier posible necesidad del monarca de CZ, pues la mencionada llamada significaba que Dèjan Zazvic iba camino a la ciudad en la que se encontrase quien la recibía.
Por lo anterior, Kalan Ognjen soltó una grosera maldición cuando despertó sobresaltado y atendió el móvil.
Todos los que ostentan el cargo de Kalan, conocían el significado simple y el complejo de aquel vocablo, de manera que se tiró de la cama asustando a su esposa y corrió al baño. Unos minutos después abandonaba su casa preguntándose qué había podido suceder, porque si bien estaba al tanto de que el viaje de bodas de Dèjan comenzaba en aquella ciudad, y de hecho, él se había ocupado de prepararlo todo con arreglo a las instrucciones y al itinerario enviado por Rajko, la actividad para ellos se iniciaba a las 10:00 am, es decir, un par de horas antes de que el avión de Dèjan despegase de Londres. Sin embargo, apenas estaba abriendo la puerta de la cochera cuando escuchó la entrada de una notificación en su móvil. Aquella era otra característica de Rajko que sustentaba la opinión de quienes sostenían que era una máquina, ya que parecía odiar hablar, y una vez que había hecho la llamada de advertencia, ésta era seguida por un mail con cualquier explicación que encontrase pertinente transmitir, de modo que Kalan se apresuró a leerlo, pues en aquel caso, era muy pertinente la explicación.
Dèjan había planeado cuidadosamente su viaje de bodas, y lo había hecho basado en las conversaciones que había tenido con Jesse en los cinco años precedentes. Lógicamente él sabía que Jesse había abandonado el país solo en un par de ocasiones, la primera, no había sido en un viaje de placer precisamente, y la segunda, había sido únicamente para ir a conocer a sus futuros suegros, pero se habían limitado a ir a la casa de los Zazvic y de vuelta a Londres; así que para los efectos, Jesse no había salido de viaje nunca en su vida, pero como le gustaba leer y tenía una imaginación muy activa, solía comentarle a Dèjan sobre lo que estuviese leyendo, así como hacerle muchas preguntas que él se esforzaba en contestar y le aclaraba cualquier cosa que ella no entendiese. En medio de aquellas charlas, que en muchas ocasiones eran verdaderas batallas campales cuando ella se sentía indignada por cualquier evento pasado, con independencia de que el mencionado evento hubiese tenido lugar varios años o siglos atrás, o cuando no entendía de ninguna manera los hechos presentes como por ejemplo, el sempiterno conflicto en el medio oriente, Dèjan tenía que escuchar pacientemente sus arbitrarias opiniones acerca de quienes regían los destinos de las naciones. Una de las memorables discusiones que sostuvieron, se sucedió cuando le habló de Galileo, de más está decir, que ese día quien terminaría pagando la vajilla rota sería Mihailo que decidió huir prudentemente cuando Jesse comenzó a despotricar en contra de la iglesia.
El asunto era que, cuando Dèjan había comenzado a planear su viaje, lo había hecho partiendo de aquellas conversaciones e intentando recordar todos los lugares que a Jesse le hubiesen llamado la atención por un motivo u otro, y le dedicó la misma concentración que dedicaba cuando iba tras una empresa. En más de una ocasión, Ioan lo había encontrado con aquella expresión tan Jesse y él componía una de supremo fastidio, pues ya sabía que en esas ocasiones, su primo intentaba recordar algo que Jesse hubiese dicho con respecto a cualquier improbable lugar. En una de esas ocasiones, casi se rifa un puñetazo, aunque eso no lo haría cambiar de actitud.
En otra ocasión, y no habiendo aprendido adecuadamente de las anteriores, Ioan se acercó a mirar qué era lo que veía Dèjan con tanta atención que no lo había escuchado.
Pero cuando vio otros de los nombres que tenía en la lista, pasó de la curiosidad a la preocupación.
Dèjan casi lo empujó hacia la puerta despachándolo sin darle unas explicaciones que en cualquier caso el necio aquel no iba a entender. Ioan por su parte, seguiría preguntándose por qué razón Dèjan no podía simplemente poner aquello en manos de un agente de viajes como hacía todo el mundo, contentarse con un viaje de bodas convencional y que incluyese los destinos usuales como la romántica París o la divertida Ibiza.
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Editado: 01.07.2022