Cap. 28 Padres
Después que llevaban rato buscando, Jeff se acercó a Dèjan en un momento en el que éste se había detenido.
- Yo en tu lugar, lo dejaba aquí – le dijo
- No puede quedarse en el hospital
- ¿Por qué no?
- Porque es un niño y tiene que comer y descansar como es debido
- Entiendo, porque aquí no podría ni comer ni descansar ¿no? – preguntó en tono irónico
- En lugar de estar diciendo tonterías…
- ¿Yo las estoy diciendo?
- … ¿por qué no haces algo útil como ayudar a…?
- Lo más útil que puedo hacer, es decirles a los que lo buscan, que en principio es mejor que no lo encuentren, pero si desafortunadamente lo hacen, que tengan mucho cuidado
- ¿Cuidado con qué? – preguntó y sintió como si hubiese caído en una trampa al verle la sonrisa maligna
- De encontrarse con una navaja inconvenientemente clavada en el cuello, por ejemplo
- ¡Jedrzej!
- Escucha, por mucho que ustedes quieran, Liam no se marchará si Kerim no lo hace
Dèjan miró hacia donde estaban Jesse y Nick, que conversaban tranquilamente y no parecía que se hubiesen movido de allí, como en efecto no lo habían hecho, pero cuando Nick notó la mirada, Dèjan habría podido apostar todo lo que tenía en la vida a que le había visto la misma odiosa sonrisa que Jeff tenía hacía un minuto. De manera que llamó a Paulo para decirle que suspendiese la búsqueda.
- Buena decisión – dijo Jeff
- Largo
- Tampoco puedes echarme a mí – le dijo y se alejó
Mucho más tarde y después que todos se habían marchado, Dèjan fue a ver a Mix, pero el chico seguía dormido y Misha estaba al lado de la cama acariciando la cabeza de su hijo.
- ¿Necesitan algo? – le preguntó a Helena
- Gracias, pero estamos bien
- Igual ordenaré que les atraigan algo de comer, y si necesitan cualquier cosa, háganmelo saber
- No es necesario que se moleste, un encantador jovencito que creo que es uno de sus sobrinos, estuvo por aquí y nos trajo comida – le dijo y Dèjan juntó las cejas, así que ella agregó – Creo que dijo que su nombre era Jeff
- Espero que no los haya molestado – dijo pensando en lo muy irritante que podía ser Jeff
- Por supuesto que no, es encantador
Dèjan asintió y abandonó la habitación para dirigirse a la de Kerim, pero apenas entró, Liam se enderezó llevándose la mano al bolsillo.
- Alto al fuego – dijo y Kerim rio – ¿Cómo te sientes?
- Aparte de furioso y con ganas de romperle la cara a alguien, bien
Estuvieron conversando unos minutos y Dèjan pensó que Liam en verdad tenía serios problemas con la quietud, porque, aunque no estaba saltando de un lado a otro, le acomodó las mantas a Kerim unas doscientas veces y le tocó la frente casi la misma cantidad de veces.
- Deberías decirle que debe… – pero se interrumpió con la risa de Kerim
- Cualquier cosa que le diga, y si él no está de acuerdo, y créeme que casi nunca lo está – aclaró – sería una miserable pérdida de tiempo – pero como Dèjan era muy terco, lo dijo él
- Deberías dormir un poco, Liam
- No, yo cuido
Dèjan elevó las cejas, no tanto por lo que había dicho, sino porque dijera algo, ya que era la primera que lo escuchaba hablar, pero decidió no contrariar a aquella pequeña personita.
- ¿Dónde está Johan? – preguntó antes de marcharse
- Fue a comer algo
Dèjan salió pensando en ir a hacerlo él también, pero primero volvió a la habitación comprobando que Victoria seguía dormida, llamó a Jesse para decirle eso y estaba por salir cuando sintió que se abría la puerta.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- ¿Qué parece que hago? – preguntó Jeff a su vez extendiéndole un paquete – Alguien debe ocuparse de que comas
Dèjan se lo agradeció, pero dos horas después, el niño aquel seguía allí y hablando hasta por los codos. En varias ocasiones le dijo que se fuera a dormir, pero Jeff lo ignoró olímpicamente. A eso de las dos de la mañana, Jeff se interrumpió a mitad de una frase y miró hacia la cama mientras que Dèjan se acercaba a ésta, porque Victoria se había quejado, y aunque pensó que podía tener pesadillas, no era así y un minuto después abrió los ojos.
- Hola, linda – le dijo
- ¿Papá? – pero no le dio ocasión para contestar, sino que se colgó a su cuello – ¡Papá! – repitió – Tenía tanto miedo de…
- Tranquila, nena, yo estoy aquí
Victoria no llegó a decir qué era lo que temía y después de un rato volvió a dormirse. Dèjan la acomodó sobre la almohada y la cubrió con las mantas.
- En verdad te gusta eso de ser papá ¿no?
- Me gusta, pero eso no me ha hecho más hábil en el oficio si no puedo lograr que te vayas a dormir
- Será porque no soy un niño
- Eso es discutible