Acordes del Corazón (libro 7. надати се)

Cap. 34 Ultimatum

 

Los manejos políticos son y siempre han sido iguales, una red de intrigas y acuerdos  que no necesariamente benefician al colectivo. Es posible que haya, y de hecho los hay, individuos que se interesan honestamente por el bienestar de sus pueblos, pero son extraordinariamente pocos los que conservan sus intenciones o sus ideales cuando llegan a puestos altos o de verdadero poder, porque para llegar a ellos, necesariamente deben hacerlo contrayendo diversas deudas y no en dinero precisamente, porque quien lo tiene no lo necesita, de modo que las deudas son generalmente morales, y el pago de las mismas suele costar conciencias o vidas.

Jör era un país pequeño con una superficie que no pasaba de los 900 km2 y una población cercana al millón y medio de habitantes, aunque esto no era un dato muy confiable, debido a que el último censo se había efectuado hacía más de veinte años. Su economía se sustentaba en tres renglones muy específicos, la explotación de sus minas de rubí, la exportación de pescado, y los servicios financieros. Si bien era cierto que había muchas personas que no sabían nada de esta nación, quienes interesaban, sí, porque tenía unas leyes de comercio muy permisivas, lo que había llevado a muchas empresas a establecer oficinas de forma nominal allí, de modo que con el tiempo, se había convertido en un lugar muy a propósito para la evasión de capitales, porque además contaba con facilidades para ocultar información con relación a la identidad de los inversionistas y el máximo secreto bancario. El turismo habría sido una fuente de ingresos muy buena, porque contaba con espacios naturales hermosos y lugares muy apropiados para los deportes de invierno, pero los proyectos de Jaris Laine al respecto, solo pudieron desarrollarse a medias, pues a su muerte, Jörgen los desechó dedicándose a lo otro.

Eino Naime no procedía del mismo estrato social que su monarca, y aunque en épocas pasadas, los mandatarios de Jör habían procurado la integración, seguía existiendo entre la nobleza joriana quienes veían a quienes no lo eran, como seres inferiores, así que para ellos, Eino siempre sería el hijo del pescador. No era que a él le importase mucho cómo lo llamasen o lo que pensasen, o al menos no ahora, porque sus cabezas dependían de lo que él decidiese y ellos lo sabían. Eino sin duda había sido inteligente, porque se había dedicado a conocer bien a Jörgen, algo que no habría sido posible de no haber existido las políticas de integración que prohibían, por ejemplo, la discriminación para impartir educación, y todos los niños asistían a las mismas escuelas independientemente de la clase social a la que perteneciesen. El asunto fue que Eino se hizo con la amistad y confianza del joven y amargado príncipe; siempre se mostró de acuerdo con él y lo apoyó, e incluso exacerbó el odio del chico hacia su hermano, pero también fue el primero en notar que aquel niño era inestable, y con el tiempo confirmaría su condición mental, pero siendo que había trabajado duro para ganarse su confianza, era a la fecha quien tomaba las decisiones importantes, porque si bien nunca quiso ostentar un cargo en el grupo de consejeros, sino que quería estar por encima de ellos, convenció a Jörgen de la necesidad de crear un cuerpo de seguridad que lo mantuviese en el poder, pues se había ocupado de hacerle entender que los consejeros no eran sus amigos, y de ese modo fue nombrado el jefe de la Salainen y era de quien dependían las vidas de los ciudadanos.

Los miembros de la CDN sabían todo esto, quizá no los detalles con exactitud, pero sabían lo importante, y era que quien tomaba las decisiones era Eino. De manera que el hombre designado para ofrecer el trato, con quien tenía que hablar era con él y lo hizo. Como habían pensado, Eino estaba consciente de la precariedad de su posición dada la situación actual, y lógicamente quería salvar su cabeza. Sin embargo, no se caracterizaba por perdonar a quienes le debían algo, y en su opinión, Dàmir Zazvic le debía mucho, porque de no haber sido por su gran boca, el statu quo aun habría podido mantenerse por mucho tiempo más. También sabía que a esas alturas, despacharlo era casi imposible, de modo que ideó una forma que estaba bastante seguro no iba a fallar. Él le entregaría Jör a la CDN, pero ellos tenían que comprometerse a llevar al muchachito a Jör.

  • Señor Naime, sabe que si lo mata, tirará por la borda cualquier posibilidad y nuestro trato quedaría anulado ¿no es así? – preguntó el enviado vislumbrando las intenciones de Eino
  • Lo sé
  • ¿Y entonces cuál es la intención de hacerlo venir? – insistió y Eino se tomó unos minutos para contestar
  • Ustedes quieren a esta nación y yo estoy dispuesto a entregárselas
  • No se trata…
  • No me venga con estupideces, a ustedes los trae sin cuidado si la vecina de la otra calle tiene qué comer, si vive o si muere. Sabemos que lo que les importa es su imagen, y durante el último año la presión ha sido mucha; las compañías están preocupadas por sus inversiones, y son ellos y sus presiones, los que a su vez, quienes los preocupan a ustedes, no las posibles desgracias de un pueblo que no les interesa ni mucho ni poco. Así que mis intenciones sean las que sean, no son de su incumbencia siempre que cumpla con lo pactado. Usted ocúpese de que el niño ese se presente aquí con su comisión y yo cumpliré con entregarle a Jörgen.
  • Puedo garantizar todo lo ofrecido, pero traer a Dàmir Zazvic es algo a lo que no puedo comprometerme, porque en principio no es un miembro de la CDN, y hasta la fecha, ni siquiera ha querido reunirse con ninguno que lo sea
  • Pues le sugiero aplicarse




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