Cap. 48 Un nuevo país
Después que Mikko se había ocupado de movilizar a su gente, se había acercado a Kalevi que acababa de salir de la habitación de Pekka.
- ¡Vaya hombre! – exclamó Kalevi – Justo a ti iba a buscarte
- ¿Por qué? – preguntó, pero agregó sin dejarlo contestar – Él está bien ¿no?
- Tan bien como puede estar después de haber sido apaleado – dijo con su buen humor natural que había regresado una vez enterado que todos estaban bien – Pero si te iba a buscar, es porque preguntó por ti y quiere hablarte
- No puede presentarse en esa… facha – dijo Yorka que al parecer estaba demorando mucho en aprender a mantener la boca cerrada delante de cualquiera de aquellos niños
- Vamos – dijo Kalevi ignorando a Yorka, pues él no iba a perder el tiempo con aquel individuo
En ese momento todos estaban en la habitación, incluidos los que deberían estar en una cama, en opinión de Mihailo.
- Aquí lo tienes – dijo Kalevi empujando a Mikko
- Acércate – dijo Pekka y él lo hizo, aunque con cierta reticencia – Me dijiste que no te agradeciese hasta que cumpliese con lo prometido, de modo que como ya eso está hecho, espero que ahora sí aceptes mi gratitud, pero, además, me acaban de informar que tengo otro motivo por el cual estarte agradecido, porque te estás haciendo cargo de que nuestro pueblo pueda recibir las noticias adecuadas
- En realidad no tiene que darlas, este también es mi país, höghines
Pekka juntó las cejas al notar el cambio que se había operado en Mikko, pues aunque podía parecer sutil, ahora quien le hablaba no se parecía en nada al irreverente y vociferante joven con el que se habían encontrado el día anterior. Si bien cualquiera hubiese entendido, lo que quizá no entenderían nunca, sería el cómo afectaba aquello a Pekka, porque sentía casi como si pudiese tocarla, la barrera que se alzaba entre él y cualquiera que lo tratase de aquel modo distante. Sin embargo, pensó con tristeza que tendría que acostumbrarse, aunque no necesariamente de forma inmediata.
- Lo sé, pero no todos hicieron lo que tú hiciste y sigues haciendo – le dijo y luego miró a Oleg que permanecía a su lado a pesar de que tenía un brazo inmovilizado y había recibido una seria herida en la cabeza – Oleg por favor, encárgate de conducir a Mikko a una habitación y que le lleven ropa y cualquier otra cosa que pueda necesitar
- No es necesario – dijo el chico – una vez que Valko se dirija a la nación, yo regresaré a…
- No irás a ninguna parte – lo interrumpió él – ¿Ves a todos los que están aquí? – preguntó y Mikko asintió, aunque con extrañeza – Están aquí, porque son mis amigos, y me gusta tener a mis amigos cerca, de modo que tú tampoco puedes marcharte, amigo – todos vieron que Mikko había enrojecido hasta la raíz de sus platinados y desordenados cabellos, pero su expresión de vergüenza cambió drásticamente a una de profunda pena con lo que Pekka estaba diciendo – Si tienes alguien a quien avisar, algo que buscar o recoger en tu casa…
Pekka se detuvo de forma brusca al verlo bajar la cabeza, y se maldijo en tonos los tonos al recordar lo que Mikko había dicho cuando se conocieron, pero no tuvo ocasión de disculparse ni de decir nada, porque aquel chico en verdad parecía tener las mismas dificultades con el silencio que tenían algunos de sus amigos.
- No tengo ni casa ni nadie a quien avisar nada, señor
Si bien a todos les sentó terriblemente mal escucharlo, Dàmir y Chris, por ejemplo, sintieron que se les rompía el corazón, y el primero hizo ademán de ir a mover la silla, pero Charlie le ahorró mayores esfuerzos acercándolo.
- Tal vez no tengas cosas materiales, pero te aseguro que en mí tienes y siempre tendrás a un amigo, Mikko – dijo extendiendo su mano
- Y mi casa es la tuya, Mikko – dijo Chris palmeándole el hombro
Después que todos los chicos le expresaron más o menos lo mismo, Imran y Nick que habían visto los esfuerzos de Pekka por incorporarse, se apresuraron a ayudarlo, pues Oleg lo intentó, pero se le hacía virtualmente imposible.
- Mikko – dijo cuando encontró que estaba en una posición más o menos digna – Perdóname por mi falta de delicadeza, y aunque no soy responsable por las acciones de otros, te ofrezco mis disculpas por lo que te hicieron los que tuvieron en sus manos la conducción de este país
- No tiene que hacerlo y… – pero se detuvo cuando Pekka elevó la mano
- Si no te molesta, me gustaría volver a tener ante mí al irritante individuo que hace unas horas me gritó que era yo un mentiroso
- Hace unas horas no era usted…
- ¡Con un demonio, Heiskiä! Sigo siendo el mismo sujeto que era ayer – exclamó
Los amigos de Pekka rieron, aunque Mikko no veía motivos para ello, lo que él no sabía era que en las últimas veinticuatro o cuarenta y ocho horas, ellos habían visto a un Pekka muy diferente al que conocían y se alegraban de escuchar al que estaban habituados.
- Tranquilo Mikko – dijo Chris que seguía a su lado – si no te agrada el lindo carácter de este tipo, siempre puedes venir a casa con nosotros, estoy seguro que a mis padres les dará mucho gusto tener a otro chico al que puedan llamar hijo, porque soy hijo único
- Cierra la boca, Christopher – le dijo Pekka – y tú olvídate de ir a ninguna parte con ese infeliz, porque si quiero construir un nuevo país, te necesito aquí, no al otro lado del mundo