Acordes del Corazón (libro 8. На успешан начин)

Cap. 37 Nick

 

Después que habían superado el difícil inicio que ocasionó la inesperada noticia del embarazo de Jesse, David se había ocupado de revisar con cuidado quién podía ser el mejor obstetra a disposición, algo para lo que se valió no solo de los registros, sino que lo consultó con Jonas, quien ya era padre de tres chicos.

  • ¿Qué? – preguntó Jonas mientras comían – No me digas que embarazaste a Jalla – y enseguida sintió un golpe en la cabeza

Esto lo sorprendió, porque mientras David lo miraba como si le hubiesen salido dos cabezas y estaba inmóvil, Jalla se había acercado por detrás y era quien le había obsequiado el porrazo.

  • ¿Qué sucede contigo, estúpido? – le preguntó
  • Bueno… es que David está preguntándome por un obstetra y…
  • Y deberías saber que con toda seguridad lo hace porque alguna de sus pacientes lo necesita, idiota
  • ¿Es muy complicado? – le preguntó Jonas refiriéndose a la supuesta paciente, ya que entendió que sin duda Jalla tenía razón, porque era por lo único que David se preocupaba
  • ¿Qué? – preguntó éste
  • Tu paciente ¿Es un caso muy complicado? Porque para que quieras al mejor obstetra, debe serlo
  • No, no es así – dijo Jalla – Y, en cualquier caso, para él todos sus casos son de vida o muerte ¿recuerdas?
  • ¿David? – insistió Jonas
  • Es sin duda delicado, porque se trata de Jesse – contestó y Jonas se atragantó mientras que Jalla lo miraba con expresión de horror
  • ¿Disculpa? – preguntó en tono de absoluta incredulidad
  • Ya sé que es… increíble, pero…
  • ¿Increíble? – preguntó Jalla – No David, no es increíble, es imposible
  • Improbable, pero definitivamente posible

Después de eso les contó cómo habían estado las cosas, y aunque al menos Jalla no salía de su incredulidad, Jonas le dio el nombre de varios especialistas.

  • ¿David, por qué estás haciendo esto? – preguntó Jalla – Sabes que, aun aceptando el hecho, es inconveniente…
  • Lo sé, pero ella quiere seguir adelante – le contestó y Jalla emitió un suspiro resignado
  • ¿Y el esposo está consciente de los riesgos? – preguntó Jonas
  • Eso no tendría ninguna importancia ¿no es así? – dijo Jalla
  • No, no la tendría – confirmó David

Una vez que se entrevistó con la obstetra que le pareció la más indicada, venía lo difícil. Hablar con Jesse, y el recibimiento no fue especialmente agradable.

  • Si vuelvo a verte por aquí, voy a decirle a los tipos de la entrada que no te dejen pasar, doc – le dijo Jesse apenas lo vio
  • ¡Vaya! Pensé que éramos amigos
  • Claro, pero sucede que tú no haces visitas a los amigos a menos que estén muriendo y yo no lo estoy, así que deja de fastidiar
  • No vine por eso – dijo él que era inmune a aquella clase de comentarios – Estoy aquí para hablarte del seguimiento que debes hacer de tu embarazo
  • No seas pesado. Es verdad que no planeaba uno, pero ya sé que debo hacerme análisis y que tienes que revisarme todos los meses
  • En realidad, no soy yo quien debe hacerlo – puntualizó

Hasta ese momento Dèjan no había dicho nada más allá del saludo, y aunque no pensaba decir nada aún, sí se ocupó de sujetar a Jesse para evitar su posible reacción. Sin embargo, David no le daría ocasión a hacerlo en ningún sentido.

  • ¿Recuerdas por qué era necesario que el doctor Metzler te atendiera?
  • ¿Y quieres mandarme de nuevo con ese tipo?
  • Aunque sería bueno un chequeo con él, no, no se trata de él y te lo mencioné, porque si fue necesario un especialista para tratar tu condición, ahora es necesario un obstetra para atender tu embarazo, pues te recuerdo que yo no lo soy

Jesse se sentó y comenzó a morderse la orilla de los dedos; tanto Dèjan como David la conocían lo suficiente como para saber lo que aquello significaba.

  • Quieres deshacerte de mí – dijo finalmente y David rio
  • Pues eso sería juicioso, porque acabas de decirme que…

Sin embargo, un segundo después estaba sintiéndose miserable y seguro de que iba a morir por la forma en la que lo estaba mirando Dèjan, pues apenas había comenzado a hablar, y aunque su intención era bromear con Jesse, ella había comenzado a llorar. Aquella no era una característica de Jesse, pero David a diferencia de Dèjan, sabía que una mujer embarazada puede presentar aquellos cambios emocionales y que los mismos suelen ser completamente aleatorios, de modo que ignoró a Dèjan y se acercó sujetando las manos de Jesse.

  • ¡Ey! Sabemos que, aunque quisiera y no quiero deshacerme de ti, no podría, porque tú misma me obsequiarías un bonito ojo morado, ya no digamos Nick o Dèjan
  • Algo que estas muy cerca de conseguir – dijo Dèjan
  • No digas tonterías, jefe
  • Escucha – continuó David – tú eres una chica inteligente, así que sabes que es importante que tú y tu bebé tengan la mejor atención, y esa solo puede brindarla un profesional del área – concluyó y ella asintió
  • De acuerdo
  • ¡Esa es mi chica! – dijo él jubiloso, pues pensó que aquello le consumiría mucho más tiempo
  • No es tuya en ningún sentido – gruñó Dèjan, pero fue ignorado por ambos
  • Cuando iba a ver al doctor Metzler, tú estabas allí
  • Bueno sí, pero ahora no creo que fuese correcto, y quien debe estar es Dèjan
  • ¿Por qué?
  • Porque él es el padre
  • No me refiero a eso y supongo que es lo normal, pero ¿por qué no puedes estar tú también?




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