Acordes del Corazón (libro 8. На успешан начин)

Cap. 45 Petición

 

Una vez resuelto el problema de espacio, Dèjan se enfrentaba a un reto mayor. La experiencia le había enseñado que Dàmir era un niño dulce, alegre y con una enorme capacidad para preocuparse por el prójimo, aunque a medida que fue creciendo, si bien no cambió su forma de ser y no solo seguía preocupándose, sino que la lista de sus preocupaciones había aumentado en forma grosera, no se limitaba a preocuparse, sino que ahora también se ocupaba, como quedó demostrado con el asunto de Jör.

Sin embargo, Dèjan había aprendido por el camino difícil que, aunque era verdad que su hijo se le parecía mucho y en muchos aspectos, también había tenido una madre, de quien había heredado la casi incapacidad para perdonar. 

Como solía decir Ioan, Dèjan parecía incapacitado para aceptar que Dàmir, y como cualquier ser humano, tenía defectos, y a pesar de que podrían considerarse menos de los que habría podido tener, habiendo crecido al lado de un padre que se desvivía por complacer todos sus deseos, los tenía y el recientemente mencionado era uno.

Tal vez Dèjan no estuviese dispuesto a reconocerlo, pero en aquel momento, y ante lo que necesitaba, recordó las veces, pocas, pero las hubo, en las que Dàmir exhibía aquella característica, y todas, estaban relacionadas con él.

Haciendo un repaso, Dèjan recordó al menos tres, aparte de la que lo ocupaba. Una, fue una ocasión en la que él estaba teniendo serios problemas con uno de los ejecutivos de la empresa que quería adquirir; no era que no los hubiese tenido en otras oportunidades, pero él sabía hacer su trabajo y siempre terminaba por conseguir lo que quería, el error, o la mala suerte estuvo, en que Dàmir los escuchó hablar a Ioan y a él del asunto, y en una ocasión, en la que el chico lo acompañó a una gala de la Fundación, se encontraron con el fulano aquel y Dàmir se comportó de forma inaceptable con el individuo en cuestión. Después de eso, Dèjan había tenido una larga conversación con el chico, y no precisamente para reprenderlo, sino porque quería saber qué podía haberle hecho aquel sujeto, y se sorprendería mucho cuando Dàmir, que no solía mentir, le expuso sus razones, pues apenas había escuchado el nombre, había recordado lo que había escuchado.

Las otras dos ocasiones estaban relacionadas con mujeres, una había sido aquella lejana ocasión en la que a Dèjan se le ocurrió llevar a una chica al yate y Dàmir había protagonizado un supremo ataque de malcriadez, pero, si bien eso pasó y Dèjan descartaría a aquella chica que en cualquier caso, no era que pretendiese nada más allá que divertirse, como pertenecían al mismo círculo, en una ocasión se la encontraron, y Dèjan vio con sus propios ojos, como Dàmir la empujaba accidentalmente a la piscina, y como Dèjan estaba positivamente seguro que aquello no había tenido nada de accidental, cuando le preguntó a Dàmir qué había sucedido, el chico ni siquiera intentó negarlo.

  • La pena es que no se haya ahogado – había dicho en tono gélido
  • ¡Dàmir! ¿Por qué…?
  • Ella quiso apartarte de mí y no voy a perdonarla nunca

Dèjan, y aunque no de forma muy consciente, asumió que el problema de su hijo eran los celos, aunque eso no explicaba su actitud con el empresario, pero pasó mucho tiempo antes de que sucediese algo parecido hasta que conoció a la desdichada Sharon a quien no le iría mucho mejor, y en realidad bastante peor, pero Dèjan no sabía eso, poque si bien él la desterró de su vida por causa de Jesse, después de la desdichada conversación que había intentado tener Sharon con Jesse el día del compromiso, Dàmir se las había arreglado para agenciarse la colaboración de Andrija para ir a ver a Sharon, y, aunque solo él, Andrija y James sabían eso, y posiblemente los dos últimos supiesen también qué le había dicho, por mucho que fuera el empeño de Sharon en cazar a Dèjan, debió juzgar más saludable para sí misma, no intentar nada más.

Y así habían llegado al problema presente, y había sido Paulo quien le había abierto los ojos a Dèjan, en el sentido de que, no era que Dàmir fuese incapaz de perdonar, sino que no la hacía si el asunto estaba relacionado con Dèjan, pero, también fue quien le dijo, por haber sido testigo de primera fila de ello, que en eso se parecía a su madre, pues Nadja nunca le perdonó a Dèjan lo que vio como un abandono y nunca pareció entender que él no tuvo nada que ver en el mismo, y lo único bueno que había hecho, en opinión de Paulo, era no predisponer al niño en contra de su padre.

La cuestión era que ahora, y después de pensarlo mucho, Dèjan veía como mínimo difícil, que Dàmir se aviniese a aceptar que Jarko pasase la navidad con ellos.

  • ¿Dèjan? – la voz de Paulo lo sacó de sus pensamientos
  • ¿Qué?
  • El auto está listo
  • ¿Para qué?

Paulo junto las cejas, entró, cerró la puerta y se acercó al escritorio.

  • ¿Estás bien?
  • Seguro
  • Pues yo no tengo la misma seguridad, porque me dijiste que querías ir a Blue Garden

Dèjan recordó que efectivamente quería hacerlo para asegurarse de que todo estuviese dispuesto con arreglo a lo que había ordenado. Así que se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta.

  • ¿Has visto a Dàmir?
  • Vamos hombre, es muy temprano y el chico debe estar agotado




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