Acordes del Corazón (libro 8. На успешан начин)

Cap. 48 Fin de año

 

Como Dèjan sabía que su madre estaba lógicamente preocupada por Admir, y aunque se habían retirado muy tarde, él se levantó tan temprano como pudo. La casa se hallaba milagrosamente silenciosa, aunque ya eran cerca de las once la mañana, pero cuando iba bajando, recordó que casi todos los niños se habían ido con sus padres, así que a eso sin duda obedecía tanta quietud, porque era personalmente testigo de que Liam, por ejemplo, parecía no dormir.

Como Paulo se había acostado tan tarde como todos, Dèjan pensó que aun estaría durmiendo, así que sorprendió al verlo cerca del comedor tomando café.

  • Buenos días
  • Hombre, pensé que al menos hoy, dormirías un poco más – dijo Paulo
  • No es que tú lo hayas hecho
  • Los hábitos son difíciles de abandonar
  • ¿Sabes si alguien más ha despertado?
  • Tu madre está en el salón de té con Pitja
  • Necesito que averigües si mi padre…
  • Andrija se encargó de que fuese llevado a una clínica – y como Dèjan elevó las cejas, agregó – Tu tío le hizo el dudoso favor de noquearlo, pero de acuerdo a lo que me dijeron, atendieron los golpes, le dieron un sedante y pasó la noche en la clínica. Sin embargo, si no ha salido aún, debe estar por hacerlo
  • Averigua eso y que preparen un auto - Paulo asintió mientras él se iba a buscar a su madre.

Zara en verdad había estado muy preocupada por Admir, pues había intentado comunicarse con él y no le respondía el móvil. Ella asumía que se había marchado furioso, pues no sabía que su hermano lo había apaleado, de modo que decidió esperar a que Dèjan y Jesse despertasen, para despedirse y regresar a Hungría, y era lo que había estado hablando con Pitja.

  • No se preocupe, señora, estoy segura que el señor Zazvic y por molesto que esté, no lo estará con usted
  • No sé, pero en cualquier caso eso es lo de menos, lo que me angustia es que nada parece indicar que vaya a cambiar de actitud, y con ello solo le cause más dolor a Dèjan
  • Deja de preocuparte por eso, madre
  • ¡Dèjan!
  • Dete

Ambas mujeres se pusieron de pie, y después que él las saludó a ambas, Pitja se excusó diciendo que iría a buscarle café.

  • Hijo…
  • No te esfuerces, mamá – la detuvo – lo que dijiste es cierto, papá nunca va a cambiar de actitud
  • Él te ama, Dèjan
  • Siempre he querido creer eso, pero él me lo hace muy difícil, y yo soy padre también, de modo que no puedo entender esa particular manera de amar
  • No todas las personas son iguales, hijo, y aunque no pretendo disculparlo, es posible que, habiendo recibido una crianza tan estricta, le haya hecho muy difícil expresar su amor como esperamos o como nos habría gustado. Lo que más me duele, no es solo el daño que esa actitud te causa, sino que, por eso, se está perdiendo de disfrutar de una familia como la que has formado
  • No voy a mentirte, mamá, me duele, pero lamentablemente no puedo hacer nada, púes es él, el único que pude hacer algo por cambiar – después de eso sujetó sus manos – Ahora, necesito que te tomes esto con calma
  • ¿Qué sucede?
  • Papá no corre peligro, pero anoche, tío Ivar lo noqueó – dijo sin darle muchos detalles de la paliza que según lo que sabía, le había propinado su tío – Fue trasladado a una clínica donde recibió la atención necesaria, y si no ha salido ya, debe estar por hacerlo.
  • Oh, Boze  - dijo ella llevándose una mano a la boca – Ivar no debió…
  • Madre – la interrumpió – no puedes culparlo, y en realidad, es posible que yo hubiese hecho lo mismo
  • Pero…
  • Te gritó, mamá – continuó sin dejarla hablar – y si yo tenía ganas de sacudirlo, entiendo que tío Ivar lo haya hecho

Zara conocía bien a su hijo, así que decidió que no valía la pena discutir, pues si bien ella podía entender que, a él como hijo, no le gustaría escuchar a nadie gritarle, el caso de sus hermanos era más crítico, porque su padre había tenido un carácter horroroso, pero jamás las había gritado ni a su madre ni a ella, y los chicos habían aprendido por el camino difícil, que era algo que no debían hacer ni permitir que nadie lo hiciese. De manera que, aunque ella sabía que Admir jamás la lastimaría, para sus hermanos aquello calificaba en el renglón de criminal.

Después que Dèjan se tomó el café, subió a ver si Jesse había despertado, pero como no era así, volvió a bajar listo para llevar a su madre a la clínica.

  • Lamento marcharme así, sin despedirme de Isabella y de los niños
  • No te preocupes, ellos entenderán

 

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La última semana del año fue bastante tranquila. Todos los chicos pasaron por la casa para despedirse, pues partirían para recibir el año nuevo con sus familias. Mihailo no quería irse y Jesse no quería que lo hiciese, pero entendió que, en primer lugar, durante el último año y medio, él casi no tenía tiempo ni de salir, pues si no estaba en la universidad, estaba en el hospital, así que viajar había sido más imposible aun, y aquello no era justo para Nedjeljka y en realidad, la chica estaba teniendo mucha paciencia; una vez que Jesse entendió todo eso, dejó de oponerse y Mihailo se marchó todavía sin muchas ganas, pero un poco mejor dispuesto.




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