Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 8 Días difíciles

 

Los días siguientes serían en verdad muy difíciles para los dos bandos involucrados y a quienes el desdichado artículo afectaba.

 

Jesse en verdad no había dado problemas cuando le participaron que debía quedarse hospitalizada, porque tanto Mihailo como David se esforzaron en explicarle lo que había sucedido, tantas veces como ella se los pidió, y, de hecho, Mihailo se hizo con un video que era utilizado en las clases, para darle una explicación más gráfica. Como ya sabemos, a Jesse no la entusiasmaba en lo más mínimo, nada que tuviese que ver con médicos y hospitales, y no era la aversión común de casi todo el mundo sabiendo como sabían, que ello implicaba enfermedad y a nadie le gusta estar enfermo, sino que lo de ella venía dado por la experiencia infantil que había vivido en el orfanato, y de la que jamás encontraron registros escritos que les permitiesen establecer con precisión a lo que había sido sometida.

Sin embargo, el instinto maternal que se había despertado en ella, le confería una necesidad casi obsesiva por brindarle la mayor protección y cuidado a su hijo, de manera que vio con estoicismo todo lo que Mihailo le mostró, mientras que Dèjan no soportó más de cinco minutos y abandonó la habitación.

A pesar de lo anterior, David que no por nada era un gran médico, notó que si bien Jesse había dado su conformidad para quedarse allí el tiempo que considerasen necesario para asegurar la salud de su hijo, no solo no estaba a gusto, sino que al tercer día, comenzó a dar muestras de depresión. Quizá para los demás, fuese difícil notar lo último, pero no para David e incluso para Mihailo que tenía menos experiencia, pero que la conocía bien, así que David se fue derecho a hablar con el jefe del Departamento de Psiquiatría, y siendo como era, y a pesar de la probada paciencia del médico en cuestión, lo fastidió al punto de hacerlo suspender una clase, para ir a ocuparse de Jesse, pues en opinión de David, un estado depresivo no era el mejor panorama para enfrentar un embarazo ya de por sí problemático.

 

Milinka por su parte, se había negado a marcharse, así que Ivar, que tenía otros compromisos ineludibles, tuvo que hacerlo solo, aunque prometiendo regresar en breve.

 

Los Mitchel iban a diario, solo que lo hacían muy tarde y cuando ya habían cerrado el pub, así que Jesse los reñiría en la cuarta visita.

  • Escuchen ustedes dos, no estoy muriendo, así que no es necesario que anden por ahí atravesando la ciudad todos los días cuando deberían estar descansando

Aunque ellos no estaban de acuerdo, como nadie quería alterarla, a partir de entonces se contentarían con llamarla dos o tres veces al día, pero evitarían ir en las noches.

 

Giuliana, que había estado al otro lado del mundo cuando se suscitó el problema, sufrió un ataque histérico, no solo porque estaba a miles de kilómetros de su familia, sino porque la ira de Jack fue apocalíptica, y aunque Adriano estaba bien entrenado, igual terminaría en el hospital con el brazo fracturado, tres costillas totas, una conmoción cerebral y nadie pudo hacer nada por detener a Jack. Con las cosas así, quien se hizo cargo fue Zabrit, primero de que Adriano recibiese la mejor atención posible; segundo, de que la prensa que siempre andaba a la caza de noticias, y más tratándose de una estrella como era Jack ahora, no se enterase de lo sucedido; y tercero, después que le dieron un sedante a Giuliana, de hacer los arreglos para que regresase a Londres tan pronto como fuese posible.

 

Cuando Nick se enteró de todo lo anterior, primero la emprendió en contra de Charlie pensando que no le había obedecido y no había advertido a Adriano, pero luego, ya con más calma, entendió que en verdad ni Adriano ni nadie habría podido hacer nada a menos que lograsen noquear a Jack antes de que se enterase, y él lo sabía bien por haber crecido a su lado, así que lo que hizo fue prepararse para la próxima llegada del energúmeno aquel e intentar evitar un desastre de proporciones inmanejables.

Pero al pobre Nick en verdad parecía habérsele venido el mundo encima, primero por lo sucedido a su hermana, segundo con la preocupación de no saber exactamente qué hacer para evitar que Jack se las arreglase para masacrar a la periodista y a cualquiera que intentase impedirlo; y por otra parte, la angustia por Ivy a quien nadie había logrado convencer de aceptar hablar con Dàmir.

Con las cosas así, y aunque Nick no lo sabría, o al menos no ahora, fueron Charlie y Jim los que tuvieron que hacerse cargo de Lisa, porque la dulce rubia y al ver a Nick en aquel estado, había planeado irse derecha a despachar a la fulana periodista ella misma.

Como Nick no estaba al tanto de lo anterior, con quien había decidido hablar era con Andrija, pero como no era que él tuviese registrado su móvil, primero tuvo que recurrir a uno de los sujetos que el primero le había asignado como guardaespaldas.

  • Necesito que te comuniques con Civljane y le digas que me urge hablar con él
  • Entiendo – dijo el hombre

Aunque Nick no había esperado una respuesta inmediata, no habían transcurrido ni diez minutos, cuando su móvil repicó y se trataba de Andrija.

  • ¿Cuál es tu urgencia, italianito?




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