Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 10 ¿Justicia?

 

Josh era un abogado muy joven, sin embargo, había tenido la suerte de haber comenzado a trabajar muy pronto en un lugar que le había proporcionado una experiencia que, en otras circunstancias, le habría tomado tiempo adquirir. De manera que bien mirado, aunque seguía siendo joven y con pocos años de haberse licenciado, ya tenía el tiempo suficiente ejerciendo su profesión, rodeado de profesionales muy hábiles, así que sabía que no era necesariamente indispensable que un crimen tuviese una tipificación en el código penal, con una pena especialmente severa, para conseguir del mismo modo una condena muy superior a la habitual.

A pesar de que, en principio creyó, y, de hecho, había recibido una furiosa llamada de Dàmir para que sepultase la carrera de la autora del nefasto artículo, comenzó a platearse los diversos escenarios. En principio y apegados a las leyes, no tenían nada, porque la información que daba la autora se ceñía a la verdad básica, Ivy era ciega y había sido abandonada en un orfanato, y también era cierto que Dàmir era una rutilante estrella en el firmamento artístico, de manera que, hasta ahí, no podían acusarla de estar falseando la verdad. El único fallo en el artículo, y era algo muy precario, era la conclusión del mismo, pues en esta, aseguraba que Dàmir no amaba a Ivy y que su relación con ella se basaba en la lástima, pero aquello solo era una opinión personal.

No obstante, y aunque iba bien encaminado, Josh no tendría ocasión de decidir cómo afrontar aquella demanda, pues recibió la orden de Ioan de desligarse del caso. Aunque se había sorprendido, como se dijo, ya Josh llevaba el tiempo suficiente en CZ para no cuestionar las órdenes que recibía, pero se preocupó igual, porque al estar Dàmir involucrado, y si Ioan había decidido arreglar aquel asunto poniéndolo en manos del señor Besevic, su amigo posiblemente iba a molestarse mucho, pues Dàmir siempre reclamaba justicia y no venganza.

Independientemente, de cuál fuese la preocupación de Josh por la forma en que se fuese a manejar aquello, la misma quedaría relegada a un segundo plano debido a lo caóticos que estaban siendo los días siguientes.

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Jeff había abandonado la emergencia después de escuchar a David, pero si bien podía no sentirse muy preocupado por el estado de salud de Dàmir debido a lo dicho por el médico, nada iba a quitarle la ira que llevaba encima. El problema para Jeff, estaba en que su ira no estaba dirigida únicamente a la desdichada periodista, quien como había dicho, y en su opinión, ya les debía mucho, porque no se trataba únicamente de la situación por la que estaban pasando Ivy y Dàmir, sino que Jesse casi pierde al bebé, pero aparte de la justificada ira que sentía en contra de ella, también la estaba sintiendo en contra de él mismo. El motivo para lo último, era que el responsable directo de que Ivy no quisiese ni hablarle a Dàmir, era Frankie, y si Jeff se sentía culpable por ello, era porque sabía que su amigo estaba teniendo un problema con la bebida y hasta el momento él no había podido hacer nada. De lo que Jeff no parecía consciente, era de que él no era psicólogo, y si Frankie tenía un problema, no era él quien podía resolverlo.

Sin embargo, hizo eso a un lado y se dirigió al aparcamiento en lugar de volver a la habitación, pero su intención no era la de ir a casa a descansar un poco como se lo había estado ordenando Dèjan, sino que se subió a su moto y se dirigió hacia el departamento que compartían sus amigos.

Las veces que Jeff había ido a aquel edificio, siempre pensaba en lo lejos que estaban tanto del lugar de origen de todos ellos, como del primer departamento que Nick había rentado cuando se había quemado el centro. Aquel era un lujoso edificio de departamentos igualmente lujosos, que contaba con todo lo imaginable, incluidos sofisticados sistemas de seguridad y un portero que naturalmente lo conocía y lo saludó como era habitual.

  • Bienvenido, señor Zazvic
  • Jasper – dijo él para extrañeza del hombre

El mencionado Jasper se extrañó muchísimo y, de hecho, dejó la taza que se estaba llevando a la boca, a medio camino fijando sus ojos en el chico que ya iba hacia el elevador. La extrañeza de Jasper obedecía a que, habitualmente y después que él saludaba, Jeff se detenía y después de decirle que el señor Zazvic tenía más años que Matusalén, y ciertamente no era él, bromeaba un rato con respecto a la soporífera afición de Jasper por los documentales sobre animales en extinción y plantas en la misma situación, o por cualquier otra cosa que se le ocurriera, pero concluyó que el chico quizá no había tenido un buen día.

Aunque Jeff ya no vivía con sus amigos, y a pesar de que ya se habían cambiado varias veces para evitar la posible persecución de la prensa, él seguía teniendo una llave pues siempre le daban una cuando se cambiaban.

No obstante, aquel día, apenas entró, Carol casi corrió atravesándose en su camino y con claras intenciones de impedirle avanzar.

  • ¿Qué haces tú aquí?
  • Aunque me gustaría decirte, hola Carol, yo estoy bien ¿cómo estás tú? Sabemos que nadie lo está, pero como no tengo tiempo para formalismos, hazte a un lado, ahora
  • Largo de aquí
  • No tienes derecho a darme órdenes – dijo estirando los brazos para apartarla
  • ¡Ah claro! Nadie puede darle órdenes al todopoderoso señor Zazvic
  • ¡Carol! – escucharon la voz de Lisa – ¿Qué te sucede? – preguntó acercándose y estirando el brazo hacia Jeff
  • ¿Qué te sucede a ti? – preguntó Carol – No se supone que ninguno de éstos entre aquí y…
  • ¡Es Jeff!
  • Y uno de ellos – insistió Carol




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