Cap. 11 Cumpleaños

Aunque Dèjan, y si hubiera querido, no tendría que trabajar ni un solo día nunca más en su vida y por larga que esta fuera, a él le gustaba lo que hacía, de modo que, si bien se había tomado unos días después que habían dado el alta a Jesse, pues quería asegurarse que su mujer siguiese las instrucciones médicas y no se agitase, pronto comenzó a echar en falta sus actividades diarias, y como Jesse no era tonta, lo noto, pero como tampoco era misericordiosa, se lanzó como siempre sin un ápice de lo anterior.

• Jefe
• Dime – dijo él cerrando con rapidez su portátil
• Estoy pensando que cuando nazca el bebé, tendré que conseguir un trabajo

Dèjan se levantó con tanta violencia, que derribó la silla, y aunque en su cabeza había un montón de cosas por decir, pues no solo no encontraba un motivo para aquello, sino que le parecía la cosa más absurda que Jesse había dicho nunca, y mira que había dicho muchas.

• ¡Niña!
• No me grites
• Lo siento, no quería hacerlo, pero… A ver, lo que acabas de decir…
• Es exactamente lo que tendré que hacer, porque si tú no trabajas, no podrás mantener al bebé

Dèjan soltó el aire y casi de inmediato, una carcajada también, y aunque le aseguró innecesariamente a su mujer, que ni a ella, ni a ninguno de sus hijos les faltaría nunca nada, al día siguiente retomaría sus actividades cotidianas, aunque lo que desterró de su agenda, aunque eso no se lo dijo a ella, fueron los viajes largos o cortos. Dèjan se había planteado, en un inicio, trasladarse con su mujer a Dubái, pero luego lo pensó mejor, porque estaba bastante seguro que Jesse intentaría sacarle el corazón si le decía lo que vería como una barbaridad. De modo que, poco a poco, las oficinas de la Corporación en Londres, se habían ido convirtiendo en lo que fueran las de Dubái hasta hacía poco.

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Zora había retomado la preparación de su producción, pero quienes parecían más atareados con ello eran Illija y Jeff, y aunque ambos eran muy creativos, no terminaban de afinar la escenografía como Dàmir quería.

Dàmir por su parte, estaba metido de cabeza con los arreglos de las canciones, y al menos él sí parecía muy satisfecho, porque desde que había escuchado la sinfonía compuesta por Mix, la idea de incorporar a su música elementos más sinfónicos, había estado rondando en su cabeza y ahora lo estaba viendo materializado.

A finales de marzo, recibieron la visita de Zabrit, porque aquel individuo era tremendamente curioso, o un entrometido como decía Giuliana, y Dàmir le había hablado tanto de la nueva producción, asegurándole que el mismo Zabrit iba a divertirse mucho cuando grabasen el video clip, que apenas terminó de grabar la película en la que estaba trabajando, se montó en un avión con rumbo a Londres. Como no avisó, los chicos se sorprenderían al verlo presentarse en Inside Hill, pero si ellos se sorprendieron más se sorprendería él al encontrárselos en el exterior y aparentemente a punto de matar a Dàmir.

• ¡Zabrit! – exclamó Dàmir, pero a continuación cayó de donde estaba encaramado

En principio y siendo que Zabrit no estaba viendo el cuadro completo, había ahogado una exclamación, pero enseguida que el chico cayó, el vio que saltaba el agua.

• ¿Qué demonios se supone que hacen? – preguntó cuando terminó de acercarse
• No sirve – venía diciendo Jeff – tiene que ser más ancha suponiendo que en verdad quieras tocar ese solo caminando por esa tabla

Una vez que Dàmir había salido de lo que parecía una enorme piscina portátil, y que le alcanzaron una toalla, él se acercó a saludar, y de seguido, procedieron a explicarle al productor, de qué iba todo lo que estaba viendo.

Kerim y Mix soltaron una carcajada, porque Zabrit había tenido más o menos la misma reacción que Illija, y a partir de ese momento, comenzó a disparar ideas o a reestructurar las que llevaban más o menos adelantadas, así que sí, Dàmir no se había equivocado y ciertamente Zabrit iba a divertirse horrores, lo que no se habían planteado era que terminase tan involucrado en la preparación y en lo muy instructivo que resultaría para el gemelo y para Jeff.

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Llegó abril, y el día de su cumpleaños, Jesse despertó y lo primero que vio fueron los negros ojos de su marido.

• Feliz cumpleaños, ljubavi – le dijo con una sonrisa y un beso

Jesse no había sabido lo que era un cumpleaños hasta que conoció a Mihailo, pues habiendo permanecido en la enfermería desde su llegada al orfanato, nunca había escuchado hablar de eso, así que cuando Mihailo le preguntó cuándo era el suyo, luego tendría que explicarle de qué se trataba. No era que en el orfanato tuviesen oportunidad de celebrar ninguno, pues por empezar, la mayoría de los niños pequeños estaban en la misma situación de Jesse y no tenían idea de nada hasta que escuchaban a los mayores. En muchos casos, ninguno de ellos sabía cuándo o dónde habían nacido, y terminaban enterándose de la importancia de saberlo a través de los que sí, aunque eso no hacía en realidad mucha diferencia en las infantiles mentes.