Un par de días después del cumpleaños de Jesse, y justamente el día que estaban haciendo las primeras pruebas de sonido con la orquesta, Erkki recibió una angustiada llamada de Heikki informándole que su madre estaba muy enferma, así que Ajle apenas si tuvo ocasión de nada, pues naturalmente su esposa quería partir de inmediato, y Justine entendiendo que Kalevi y Olavi quisieran ir con ella, no puso objeciones y todos ellos partieron esa misma tarde.
Por todo lo anterior, Dàmir tuvo que hacer un alto en sus actividades, y aprovechando que Ajle había tenido que viajar con tanta urgencia a Jör, él montó a Ivy en su avión y fueron a ver al oftalmólogo que David había contactado. No obstante, si bien había pensado que sería un viaje de ida por vuelta, no sería así, porque el individuo que era sin duda un profesional, quiso hacer varias pruebas y no podían ser el mismo día, de manera que decidió quedarse.
Ivy no había sido consciente de ello, pero su rostro adquirió el color de las manzanas, y aunque eso podría parecerle encantador a Dàmir, solo lo hizo sentir miserable.
Como decía Kerim, el dramatismo de Dàmir solía alcanzar cotas tan increíbles que afectaba a todo su organismo, así que, al escucharla, se sintió tan aliviado que se tambaleó, pero sonrió con amplitud y la sujetó por la cintura.
Ivy ciertamente no podía ver, pero el resto de sus sentidos eran extraordinariamente sensibles, así que, al percibir el cambio en el tono, se sintió feliz. Después de eso y como ese día no tenían nada más qué hacer, Dàmir la arrastraría en una loca carrera estilo Ajle, pues parecía querer vaciar las tiendas del hotel y nada le parecía bastante bueno para ella, y aunque Ivy se sintió ligeramente incómoda cuando él le anunció que estaban en una tienda de lencería femenina, intentó disimularlo lo mejor que pudo para no amargarle el momento a él.
Aunque Dàmir había demorado mucho en ocuparse de la posible operación de Ivy, ahora que lo había hecho, se estaba dedicando con el mayor ahínco a ello, de modo que no pensaba regresar sin un diagnóstico claro y decisivo. Sin embargo, eso no evitaba que estuviese siendo sumamente extravagante tanto en los regalos que le hacía a Ivy, como en los lugares que visitaban. Al ver aquella actitud, James se apresuró a pedir refuerzos para la seguridad, y no solo porque era consciente del peligro que corría siendo como era un Zazvic, sino para evitar los tumultos al ser reconocido, algo inevitable a donde quiera que fuese.
No obstante, al segundo día de estancia, se le presentaría un serio problema al chico, ya que al pasar tanto tiempo con Ivy e incluso compartir la suite del hotel, notó que sus intenciones podían ser muy buenas, pero siendo un hombre sano y enamorado, se le estaba complicando aquello de controlarse.
Aunque eso era evidente para James, la contundencia de la respuesta lo preocupó.
James ya llevaba mucho tiempo conociéndolo, y lógicamente sabía del dramatismo del personaje, pero ese día tenía auténticos deseos de reír, algo que sabía habría sido malo, pero fue que, al escucharlo, le parecía estúpido el problema. Sin embargo, lo escuchó en prudente silencio, pero luego se alarmaría mucho.
James sabía eso y lo que pensaba era en la mejor manera de disuadirlo de aquella locura.