Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 13 Decepcionante

 

El edificio de Rowells no era el más grande de la zona, pero sí uno de los más elegantes y con mucha actividad a casi cualquier hora. Esa noche en particular, más que actividad, lo que había era una sensación de desastre flotando en el ambiente. Esa tarde y poco después de que John se marchase, la recepcionista principal, y luego de haberse pasado el día recibiendo las llamadas de una mujer que insistía en hablar con Jarko, ésta se presentó en el edificio. La chica, y trabajado donde trabajaba, ya se había acostumbrado a que algunas chicas hiciesen y dijesen cualquier cantidad de cosas para ver o hablar con determinados artistas, sin embargo, aquella, y aunque en opinión de la chica, era algo mayor para evidenciar aquel comportamiento, seguía insistiendo en el asunto.

  • Señora, como ya se lo dije, puede usted escribir y…
  • Cierra la boca, niña, y llévame con Jarko

La recepcionista pulsó con disimulo un botón bajo la barra y un momento después se acercaron dos individuos de seguridad. Como no necesitaban que les indicasen cuál era el problema, pues si los habían llamado solo podía ser uno, se colocaron frente a la mujer.

  • La acompañaremos a la salida, señora
  • A un lado

Habiendo cumplido con el requisito mínimo de intentar que saliese por sus propios medios, ambos sujetaron sus brazos. No obstante, cuando la conducían hacia la puerta, la mujer comenzó a vociferar.

  • ¡No pueden impedirme hablar con mi hijo!

Uno de los guardias giró la cabeza hacia la recepcionista, pero esta solo negó.

  • Suelen decir muchas cosas, pero sin duda esta se lleva el oro – dijo la chica

Sin embargo, aquellos individuos no eran miembros de una compañía de seguridad cualquiera, sino que habían sido integrantes del departamento de seguridad de CZ, de manera que, estaban acostumbrados a no dejar pasar nada por alto

  • Tenemos un problema y lo estamos conduciendo a la central – dijo uno de ellos por su comunicador

Un momento después, entraban con la vociferante mujer al espacio que ocupaba el jefe de seguridad de Rowells. Siendo que la mujer no había dejado de gritar, Maxwell Stone, el jefe del mencionado departamento, tampoco necesitó de una explicación, sino que les hizo señas a los dos guardias para que abandonasen la oficina. Al verse libre, la mujer hizo silencio.

  • Puede sentarse
  • No quiero sentarme, quiero ver a mi hijo
  • ¿Desea un café? – preguntó Maxwell como si no la hubiese escuchado y fue lo que ella dijo – La escuché, pero aun no me ha dicho quién es su hijo
  • Jarko Vlâsic
  • ¿Y su nombre es…?
  • Viorli Civljané
  • Y supongo que tiene usted pruebas de lo que dice, porque desde luego el apellido no lo es
  • Él tiene el apellido de su padre, estúpido
  • Entiendo, pero hay otra clase de pruebas, como, por ejemplo, un acta de nacimiento
  • ¿Cree que voy por ahí con ese papelucho?
  • Lo que yo crea es irrelevante y me ciño a los hechos. De modo que, si no puede usted demostrar lo que dice, saldrá de aquí sin hacer escándalo a menos que desee usted terminar en una comisaría
  • ¿Me estás amenazando? ¡Mi hijo va a apalearte cuando se entere!

Maxwell llevaba mucho tiempo efectuando su trabajo, y aunque había dejado el servicio activo unos años atrás debido a una lesión en su pierna, cuando le ofrecieron aquel trabajo, y si bien CZ lo había indemnizado muy bien, la inactividad no le gustaba y había aceptado; de modo que fue su experiencia la que le indicó que, haciendo a un lado la grosería de la mujer, la edad la alejaba de ser una simple fan en busca de su ídolo, y a eso se sumaba la seguridad con la que hablaba. No obstante, aun suponiendo que fuese quien decía ser, antes de tomar cualquier decisión, se imponían las averiguaciones, y si resultaba ser cierto, también tendría que ocuparse de poner a aquella mujer en condiciones de hablar con la señorita Romanelli, porque era evidente que estaba muy bebida y quizá drogada.

  • Digamos que yo le creo, señora Civljané, pero le aseguro que habrá quien no lo haga si no presenta usted las pruebas correspondientes. De manera…
  • ¿Me cree tan idiota como para decir que soy su madre si no fuera así?

Por creer, Maxwell habría podido creer muchas cosas, y aunque su instinto le decía que podía ser cierto, aun subsistía lo anterior, y más aún, que una madre como aquella y en su opinión, sería una pésima publicidad para cualquiera, y a pesar de saber, como lo sabía todo el mundo, que muchos de los miembros de la farándula vivían de escándalo en escándalo, estaba bastante seguro que a sus jefes no iba a gustarles aquello y su deber era evitar desastres. Por todo lo anterior y mientras había estado escuchando a Viorli, también había ingresado a la base de datos confidencial que albergaba la información personal de los representados por la agencia.

A pesar de que Maxwell no manejaba la información de la relación personal de Giuliana con aquel individuo, lo que sí sabía era que se trataba de su descubrimiento, pues era una información pública, y sabía, además, que aquella chica a diferencia de John Wells, no tenía buen carácter. Una vez que verificó la información en la base de datos, y aunque en la misma no venía el nombre de los progenitores de Jarko, decidió informar a Giuliana, así que primero preguntó si ella estaba en el edificio, y como le dijeron que así era, se dirigió de nuevo a Viorli que no había dejado de hablar.

  • Señora, el señor Vlâsic no se encuentra aquí en este momento
  • Estás mintiendo, y si no me llevas ahora con mi hijo…
  • Señora, el sugiero calmarse suponiendo que desee mi ayuda.




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