El edificio de Rowells no era el más grande de la zona, pero sí uno de los más elegantes y con mucha actividad a casi cualquier hora. Esa noche en particular, más que actividad, lo que había era una sensación de desastre flotando en el ambiente. Esa tarde y poco después de que John se marchase, la recepcionista principal, y luego de haberse pasado el día recibiendo las llamadas de una mujer que insistía en hablar con Jarko, ésta se presentó en el edificio. La chica, y trabajado donde trabajaba, ya se había acostumbrado a que algunas chicas hiciesen y dijesen cualquier cantidad de cosas para ver o hablar con determinados artistas, sin embargo, aquella, y aunque en opinión de la chica, era algo mayor para evidenciar aquel comportamiento, seguía insistiendo en el asunto.
La recepcionista pulsó con disimulo un botón bajo la barra y un momento después se acercaron dos individuos de seguridad. Como no necesitaban que les indicasen cuál era el problema, pues si los habían llamado solo podía ser uno, se colocaron frente a la mujer.
Habiendo cumplido con el requisito mínimo de intentar que saliese por sus propios medios, ambos sujetaron sus brazos. No obstante, cuando la conducían hacia la puerta, la mujer comenzó a vociferar.
Uno de los guardias giró la cabeza hacia la recepcionista, pero esta solo negó.
Sin embargo, aquellos individuos no eran miembros de una compañía de seguridad cualquiera, sino que habían sido integrantes del departamento de seguridad de CZ, de manera que, estaban acostumbrados a no dejar pasar nada por alto
Un momento después, entraban con la vociferante mujer al espacio que ocupaba el jefe de seguridad de Rowells. Siendo que la mujer no había dejado de gritar, Maxwell Stone, el jefe del mencionado departamento, tampoco necesitó de una explicación, sino que les hizo señas a los dos guardias para que abandonasen la oficina. Al verse libre, la mujer hizo silencio.
Maxwell llevaba mucho tiempo efectuando su trabajo, y aunque había dejado el servicio activo unos años atrás debido a una lesión en su pierna, cuando le ofrecieron aquel trabajo, y si bien CZ lo había indemnizado muy bien, la inactividad no le gustaba y había aceptado; de modo que fue su experiencia la que le indicó que, haciendo a un lado la grosería de la mujer, la edad la alejaba de ser una simple fan en busca de su ídolo, y a eso se sumaba la seguridad con la que hablaba. No obstante, aun suponiendo que fuese quien decía ser, antes de tomar cualquier decisión, se imponían las averiguaciones, y si resultaba ser cierto, también tendría que ocuparse de poner a aquella mujer en condiciones de hablar con la señorita Romanelli, porque era evidente que estaba muy bebida y quizá drogada.
Por creer, Maxwell habría podido creer muchas cosas, y aunque su instinto le decía que podía ser cierto, aun subsistía lo anterior, y más aún, que una madre como aquella y en su opinión, sería una pésima publicidad para cualquiera, y a pesar de saber, como lo sabía todo el mundo, que muchos de los miembros de la farándula vivían de escándalo en escándalo, estaba bastante seguro que a sus jefes no iba a gustarles aquello y su deber era evitar desastres. Por todo lo anterior y mientras había estado escuchando a Viorli, también había ingresado a la base de datos confidencial que albergaba la información personal de los representados por la agencia.
A pesar de que Maxwell no manejaba la información de la relación personal de Giuliana con aquel individuo, lo que sí sabía era que se trataba de su descubrimiento, pues era una información pública, y sabía, además, que aquella chica a diferencia de John Wells, no tenía buen carácter. Una vez que verificó la información en la base de datos, y aunque en la misma no venía el nombre de los progenitores de Jarko, decidió informar a Giuliana, así que primero preguntó si ella estaba en el edificio, y como le dijeron que así era, se dirigió de nuevo a Viorli que no había dejado de hablar.