Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 21 Aleatorio

 

Andrija la última cosa que habría querido, era tener que darle la noticia de lo sucedido con los italianitos a Ivar, pues aparte de que era la clase de cosas que no le gustaba reportar, eso le fastidiaría los días de descanso que se había tomado Ivar para disfrutar de su nueva esposa. Sin embargo, sabía que no podía ocultárselo, pero esperó hasta que le llegó el reporte de la condición de todos.

Ivar y Milinka se hallaban en Polignano a Mare, una pequeña localidad italiana en la provincia de Bari, únicamente porque querían ir al Ristorante Grotta Palazzese, cuyo mayor atractivo es que se trata de una cueva tallada al costado de un acantilado de piedra caliza que se alza sobre el Adriático.

Andrija esperó hasta que la pareja regresó al yate, y fue cuando le hizo una seña a Ivar, pero casi quiso asestarle, porque Milinka no lo había visto, como era lo usual, pero Ivar delató su presencia.

  • ¿Qué sucede, Andrija? – preguntó y fue cuando su mujer se giró y lo vio
  • Milinka – dijo él y después miró a Ivar con poca simpatía – ¿Podemos hablar un momento?
  • Te escucho

Milinka que no era tonta, notó que el chico no quería hacerlo con ella presente, de modo que se excusó y se fue al camarote.

  • En verdad eso de enamorarse es muy perjudicial, porque vuelve a la gente estúpida – masculló Andrija antes de decir lo importante, pero enseguida pasó a ello – Cerca de mediodía, se presentó una situación con los italianitos

Aquel inicio le gustó poco a Ivar, pues sin duda Andrija no iba a darle saludos de los chicos, de modo que se tensó, pero en cuanto Andrija terminó el horroroso relato, Ivar, que desde que había comenzado a escuchar se había sentado, ahora se sujetaba la cabeza con las manos.

  • Ordena al piloto que nos espere en…
  • No tienes que suspender tu viaje por esto. Yo puedo…
  • Solo hazlo, Andrija – pero como el chico no dijo nada y eso era como mínimo sospechoso, Ivar elevó la cabeza – ¿Hay algo que no me estés diciendo?
  • Solo algo que sabes - puntualizó – y es que sería sumamente inconveniente que te metieran una bala en la cabeza ¿no crees?

Ivar estuvo un momento pensativo, pero después de eso insistió en lo mismo para fastidio de Andrija.

  • Tú ocúpate de la seguridad de todos, porque podemos saber de dónde viene esto, pero no que necesariamente sea una amenaza para mí
  • Lo es, porque ya tengo el primer informe acerca de los juguetes que utilizaron
  • ¿Atraparon a alguien?
  • No, Yuri voló el coche desde donde perpetraron el atentado, pero hay cadáveres que hablan tan fuerte y claro como si no lo fuesen
  • Bien, pero, en cualquier caso, sabes que esto puede ser algo aleatorio, porque también sabemos que uno de estos desdichados persigue a Nick
  • No seas necio, Ivar. Es verdad que el italianito, que es tan simpático como su entrometida hermana, tiene a alguien queriendo su cabeza, pero el desgraciado no está tan alto en la organización como para que le permitan hacer cosas como esta, mientras que lo que sí puede ser, es el señuelo para llevarte a donde ellos te quieran

Andrija expuso su punto como de costumbre, es decir, sin muchos adornos, pero después de un breve silencio, ambas cabezas parecieron llegar a una conclusión diferente, pero no menos problemática.

  • ¡Dèjan!

Aquello si bien podía no ser una amenaza directa en contra de Ivar, podía ser no solo igualmente problemática, como se dijo, sino aterradora, porque ambos estaban bastante seguros que no iban a matar a Dèjan, pero si lo secuestraban, podían utilizarlo para obtener de Ivar cualquier cosa, y éste pensó todavía un poco más allá, porque siendo que el infeliz que perseguía a Nick, también parecía tenérsela jurada a Jesse, ella también podía ser un blanco perfecto.

  • Quiero salir, ahora

Por el tono, Andrija supo que no tenía posibilidad alguna de convencerlo de lo contrario, de modo que mientras Ivar se iba seguramente a advertir a Milinka, él se fue a prepararlo todo, pero, además, a dar las órdenes pertinentes para reforzar la seguridad de Dèjan y la de Dàmir, pues en su opinión, ambos corrían el mismo peligro.

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Si bien a Dèjan no se le participó nada, Zêgar con quien sí habló fue con Ioan.

  • ¿Por qué? – preguntó él y Zêgar lo miró elevando una ceja
  • Estás al tanto de lo sucedido ¿no?
  • Claro, pero ya tenemos suficiente seguridad…
  • Ese chico también, pero, en cualquier caso, no te pones a discutir las órdenes de Ivar, Ioan

Como Ioan sabía eso, y estaba muy lejos de ir a discutir nada con su tío, se preparó para la segura ira de Dèjan que ya encontraba bastante molesto el asunto de los guardaespaldas, y si llamaba ejército a los dos individuos que lo seguían a todas partes, no quería imaginarse lo que diría cuando se enterase que habría más. Sin embargo, Ioan no llevaba tanto tiempo al lado de su primo como para no saber cómo hacer frente a algunas cosas, así que antes de hablar con él, ya tenía preparado el único argumento que estaba seguro iba a funcionarle.




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