Andrija la última cosa que habría querido, era tener que darle la noticia de lo sucedido con los italianitos a Ivar, pues aparte de que era la clase de cosas que no le gustaba reportar, eso le fastidiaría los días de descanso que se había tomado Ivar para disfrutar de su nueva esposa. Sin embargo, sabía que no podía ocultárselo, pero esperó hasta que le llegó el reporte de la condición de todos.
Ivar y Milinka se hallaban en Polignano a Mare, una pequeña localidad italiana en la provincia de Bari, únicamente porque querían ir al Ristorante Grotta Palazzese, cuyo mayor atractivo es que se trata de una cueva tallada al costado de un acantilado de piedra caliza que se alza sobre el Adriático.
Andrija esperó hasta que la pareja regresó al yate, y fue cuando le hizo una seña a Ivar, pero casi quiso asestarle, porque Milinka no lo había visto, como era lo usual, pero Ivar delató su presencia.
Milinka que no era tonta, notó que el chico no quería hacerlo con ella presente, de modo que se excusó y se fue al camarote.
Aquel inicio le gustó poco a Ivar, pues sin duda Andrija no iba a darle saludos de los chicos, de modo que se tensó, pero en cuanto Andrija terminó el horroroso relato, Ivar, que desde que había comenzado a escuchar se había sentado, ahora se sujetaba la cabeza con las manos.
Ivar estuvo un momento pensativo, pero después de eso insistió en lo mismo para fastidio de Andrija.
Andrija expuso su punto como de costumbre, es decir, sin muchos adornos, pero después de un breve silencio, ambas cabezas parecieron llegar a una conclusión diferente, pero no menos problemática.
Aquello si bien podía no ser una amenaza directa en contra de Ivar, podía ser no solo igualmente problemática, como se dijo, sino aterradora, porque ambos estaban bastante seguros que no iban a matar a Dèjan, pero si lo secuestraban, podían utilizarlo para obtener de Ivar cualquier cosa, y éste pensó todavía un poco más allá, porque siendo que el infeliz que perseguía a Nick, también parecía tenérsela jurada a Jesse, ella también podía ser un blanco perfecto.
Por el tono, Andrija supo que no tenía posibilidad alguna de convencerlo de lo contrario, de modo que mientras Ivar se iba seguramente a advertir a Milinka, él se fue a prepararlo todo, pero, además, a dar las órdenes pertinentes para reforzar la seguridad de Dèjan y la de Dàmir, pues en su opinión, ambos corrían el mismo peligro.
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Si bien a Dèjan no se le participó nada, Zêgar con quien sí habló fue con Ioan.
Como Ioan sabía eso, y estaba muy lejos de ir a discutir nada con su tío, se preparó para la segura ira de Dèjan que ya encontraba bastante molesto el asunto de los guardaespaldas, y si llamaba ejército a los dos individuos que lo seguían a todas partes, no quería imaginarse lo que diría cuando se enterase que habría más. Sin embargo, Ioan no llevaba tanto tiempo al lado de su primo como para no saber cómo hacer frente a algunas cosas, así que antes de hablar con él, ya tenía preparado el único argumento que estaba seguro iba a funcionarle.