Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 25 Día interminable

 

Charlie más que Jack, estaba dividido entre querer subir y no dejar a Nick, y el segundo que debió imaginarlo, se cansó de verle aquella inquietud.

  • Sube, yo me quedó con Nick
  • Sería inútil
  • ¿Por qué?
  • Sam está arriba y me dará aviso de cualquier cosa

Aquello era cierto, porque apenas se habían enterado de que Nick se encontraba estable, él le ordenó a Sam subir, pero casi enseguida el chico lo llamó.

  • ¿Qué?
  • Nada aun
  • Lo supongo, estúpido
  • ¿Y qué diablos voy a…?
  • ¿Sam? Maldición
  • Una…
  • ¿Qué? No te escucho
  • Es que esto parece una iglesia – le dijo saliendo al descanso de las escaleras – Una enfermera me dijo que bajara la voz. Por lo demás, no puedo decirte nada, porque sabes que no se puede pasar a algunos lugares
  • Bien, pero avísame apenas logres informarte

Los Aliano habían corrido con la misma suerte, aunque Donatello y Giovanni hicieron mucho escándalo y casi fueron echados de allí, pero Justine se hizo cargo de Don mientras que Marco lo hacía de Giovanni, y, de hecho, casi tuvo que acomodarle un puñetazo.

  • ¿Qué sucede contigo, mal nacido? – preguntó cuando Marco lo empujó hacia las escaleras
  • Si hubieses escuchado lo que intentaban decirte, en lugar de estar gritando estupideces, te habrías enterado que Isabella está en quirófano y hay que esperar. Tienes suerte de que no hayan llamado a seguridad
  • ¿Por qué iban a hacerlo? Es su deber informar
  • Claro, pero no a quien hace semejante escándalo en un lugar donde se requiere silencio, porque hay niños recién nacidos

Giovanni se tranquilizó algo y pudieron entrar de nuevo, pero en esta ocasión lo condujo hacia la salita de espera.

Giuliana se había sentido apenada al ver a Al que estaba cabizbajo y pegado a una pared, de modo que se había acercado a él.

  • Al
  • Dimmi – dijo en forma distraída
  • ¿Por qué no te sientas? – pero como no contestó, lo sujetó y lo hizo sentarse a su lado
  • Desde aquí no veo…
  • Nos avisarán

Al se introdujo la mano al bolsillo, y para sorpresa de Giuliana, vio que sacaba una especie de cartulina pequeña con la figura de un santo.

  • ¿Quién es ese?
  • San Nicolás de Bari, signorina. Es un santo muy milagroso, mi mamá decía que gracias a él me encontró cuando me perdí en el mercado

A Giuliana se le hizo un nudo en la garganta cuando lo escuchó pedirle al santo por Jesse y su criatura, y aunque su intención había sido distraerlo al verlo tan solo y preocupado, ella terminaría peor que él. Sin embargo, de la angustia pasó a toda velocidad al terror al escuchar a Giovanni.

  • Liana – dijo Giovanni colocando una mano sobre su hombro

Sin embargo, la reacción de Giuliana fue tan violenta, que casi se cayó del sillón. Aunque ya Giuliana llevaba un tiempo viendo a aquel individuo, pues había sido inevitable, lo que no había hecho era acercarse a él ya no digamos hablarle. El trauma de Giuliana con aquel sujeto, y aunque no había sido ella la víctima, parecía que no iba a desaparecer nunca y de ahí su reacción. Para complicar más la situación, en ese momento venían entrando John y Zabrit, y el segundo al ver la expresión de Giuliana, y como no vio quién era el sujeto que la tenía sujeta, se fue derecho hacia él y lo empujó con escasísima delicadeza.

  • ¡Quítale las manos de encima!

Pero si bien él ya había conocido a Giovanni en las oportunidades que había estado en la casa de los Zazvic, lo que no se dio ocasión fue de identificarlo, porque después de apartarlo, había sujetado a Giuliana arrastrándola con él.

  • ¿Estás bien? – le preguntó, pero como ciertamente no era así, la abrazó y notó que estaba rígida

John se había quedado en mudo silencio, mientras que Don tenía la expresión del gato que se comió al canario.

  • Me vas a perdonar, Josh, pero dudo mucho estar equivocado, hermano – murmuró John para sí mismo

***********************************

Janeth había iniciado el procedimiento y cuando Dèjan y David ingresaron de nuevo a la sala, el primero recordó con claridad las palabras de Jesse con relación a la abertura en su abdomen, y dio las gracias a quien correspondiera porque ella no estuviese viendo aquello. Despegó los ojos de allí y camino hasta situarse de nuevo donde había estado y sujetó la mano helada de Jesse. Mientras David había estado fuera, Janeth había pedido que llamaran al neonatólogo de guardia, porque ya sabía que el bebé no estaba a término, de modo que estaba practicando la extracción cuando el individuo entró.




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