Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 31 La pequeña Zazvic

 

Cuando Jesse fue transferida a la habitación, en cuanto se quedaron solos, Dèjan decidió hacer una pregunta importante, es decir, acerca del nombre que le darían a su hija, ya que mientras Jesse había permanecido en la UCI, él había preferido no angustiarla con nada.

  • Ljubavi, hay algo que me gustaría saber
  • ¿Qué cosa?
  • El nombre de nuestra hija, porque no podemos seguir llamándola la bebita

Siendo que aquello había generado curiosidad, conversaciones, sugerencias por parte de todo el mundo, y hasta furiosos pleitos entre su mujer y Giovanni, Dèjan había decidido no contribuir en ningún sentido para no alterarla, o peor aún, agenciarse que ella descargase en él la ira que le ocasionaban los demás, y casi todo el mundo lo hacía cuando sugerían que podía ser niña y no niño. Por lo anterior, aquel tema no había sido tocado y lo más lejos que habían llegado, era a discutir nombres de niños, aunque no era que Dèjan hubiese salido muy bien parado cuando su inmisericorde mujer se burló de su segundo nombre.

  • ¿Mihaila? Eso es nombre de chica – había dicho cuando él le dijo su segundo nombre
  • No, no es
  • Claro que lo es. Mihailo, es de varón – puntualizó

Aunque Dèjan se había esforzado en explicarle que Mihaila era Miguel en serbio, ella seguiría insistiendo en que no. El asunto era que, si bien y como se dijo, había discutido muchos nombres de niño, ninguno de niña y así habían llegado al presente, pero, aunque Dèjan habría podido esperar muchas cosas, incluido un porrazo, no lo que estaba viendo, pues Jesse repentinamente se había soltado a llorar y él no tenía ni la más mínima idea de la razón. De manera que, tragándose el dolor que siempre le ocasionarían sus lágrimas, atrajo la cabeza de Jesse hacia su pecho.

Por mucho que una mujer desee tener un bebé de algún sexo específico, una vez que nacen se olvidan de ello y los aman lo mismo, pero el caso de Jesse, y aunque sin duda amaba a su hija como habría amado a un varón, era otro asunto el que la angustiaba y pasaría a exponerlo.

  • ¿Por qué? – preguntó y Dèjan no tenía idea de a qué se refería, aunque tampoco tendría ocasión de preguntar – ¿Por qué tenía que ser una niña? – aquello ya comenzó a alarmarlo, pero aquella criatura no lo dejaba hacerse una idea completa de nada – ¿Estás seguro que está sana? ¿David…?
  • Cielo, cálmate – intentó él
  • Es que no es justo, aparte de que podría estar enferma, también tiene la desgracia de ser niña

Ella seguiría disparando ideas y ninguna hacía especialmente feliz a Dèjan y sí muy desdichado, pues incluían retazos de las cosas por las que ella había pasado, las que había logrado evitar y las que podrían ocurrirle a su hija.

  • ¡Jesse!

Todos los que rodeaban a Jesse se habían habituado a llamarla Isabella, y las únicas excepciones las constituían Dàmir que seguía llamándola Lyn, y Mihailo que nunca la llamaría de otra forma que no fuera Jesse. Sin embargo, si bien Dèjan cuando debía presentarla lo hacía como Isabella Zazvic, y en su día a día la llamaba niña, en realidad estaba en una situación parecida a Mihailo y no podía pensar en ella de otra forma que no fuera Jesse. No obstante, que lo hiciera en aquel momento, y que lo dije en voz alta, fue lo que la silenció.

  • Ljubavi, no creas que no te entiendo, pero te juro que a nuestra hija nunca va a faltarle protección, atención, y amor ¿Crees en verdad que precisamente yo, no la amaría y la protegería de cualquier cosa que pudieras imaginar y hasta de lo que no?

Jesse se tranquilizó un poco, pero como no se movió, Dèjan siguió apretándola contra su pecho, pero no se animó a preguntar nada acerca del nombre de nuevo. Entre tanto, Jesse estaba pensando justamente en ello.

En principio ella había querido que si era niño, llevase el nombre de su padre, pero el mencionado padre se opuso, aunque cuando ella dijo que si no quería, era pensando en que el bebé podría tener algún defecto, Dèjan casi sufrió un colapso, apresurándose a acceder a continuación, y no cambiaría de opinión en ningún momento, ni siquiera cuando ella escuchaba o leía un nombre que le gustaba y se lo comentaba, algo que por cierto dejaría de hacer debido a un desafortunado comentario que hizo Giuliana al decir que ya se parecía a Isabella, refiriéndose a su madre, que había tenido la costumbre de enamorarse de nombres y cosas de lo más improbables, y el nombre de la misma Jesse era una prueba de eso pues nadie sabía de dónde podía haberlo sacado.

Sin embargo, así como lo anterior era cierto, lo que no lo era, era que ella no hubiese pensado en nombres de niña, solo que cuando se encontraba pensando en ello, se reñía a sí misma diciéndose que era muy egoísta pensando o deseando que lo fuera, pues si bien ella la protegería con su propia vida, también podía morir y entonces, en su cabeza, su hija viviría el mismo infierno que le tocó vivir a ella. Como ella nunca había comentado realmente aquello con nadie, no existió en ningún momento la posibilidad de recibir ayuda con lo que a todas luces era un severo trauma, porque visto a la luz de la realidad y sabiendo que la situación de su hipotética hija no estaría ni cerca de la suya, aun cuando ella faltase, seguía allí y posiblemente no fuese susceptible a desaparecer si no era tratado adecuadamente por algún profesional.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.