Acordes del Corazón (libro 9. ОдЈеци Душе)

Cap. 43 Incomprensible

 

Todos estaban muy contentos por lo bien que había salido el concierto, pero, aunque se pudiera pensar que solo era porque se trataba de sus amigos, no era así, porque al día siguiente, y en realidad durante casi toda la semana siguiente, estuvieron reseñando en los artículos de las páginas culturales, unos más pequeños, y otros más extensos, tanto el sonido de la orquesta y la juventud de los músicos, como la brillante ejecución por parte de Mark, acompañando su nombre con el calificativo de joven promesa, y por otra parte, la dirección recibió muchas y muy elogiosas críticas, y le auguraban a Ian, no solo un brillante futuro como director de alguna de las orquestas más grandes, sino que aseguraban que las mencionadas orquestas, debían prestar atención a aquel joven director, lo que causaría la risa de Ian, pues se había pasado algún tiempo en una, y ciertamente nadie le había prestado mucha atención, como no fuera para reñirlo por la indecente longitud de su cabello, algo que parecían considerar una afrenta personal.

Sin embargo, si bien ellos estaban muy contentos, al menos a Ian se le habría pasado muy pronto la alegría si hubiese sabido que un par de días después del concierto, en Bélgica, Evgeni Vanderberghe, miraba con supremo y venenoso odio, dos fotografías suyas que iban bajo el titular:

Ian McCarthy, arte, talento y vitalidad desbordante

Una de las tomas había sido captada durante el concierto, y la otra, mucho después, y en ella salía Ian con su largo cabello ya suelto, y sonriéndole a la cámara.

De entrada, con seguridad nadie habría entendido a qué obedecía la enorme ira de Evgeni, siendo que ellos habían desterrado a Ian de sus vidas hacía mucho, se habían olvidado de él, y para los Vanderberghe era como si no existiera. No obstante, el motivo para aquel odio inveterado, era que estaba viendo su cara en aquellas malditas fotografías.

Evgeni hacía mucho tiempo que no vivía con sus padres, primero, porque se había casado un par de veces y en ambos casos, por cierto, el matrimonio había terminado en desastre, algo más bien lógico si se tenía en cuenta que aquel individuo era un narcisista insufrible. Y segundo, porque, aunque se hubiese sentido inclinado a volver a casa después de lo anterior, le resultaba poco práctico ya que el hogar familiar se encontraba en Amberes, mientras que su centro de actividades era Bruselas, y aunque era un trayecto relativamente corto, pues en auto eran unos 35 minutos, a él le fastidiaba lo mismo. Pero aquel día, después de gritarles a sus sirvientes, salió como alma que lleva el diablo rumbo a la residencia familiar, y cabe destacar que condujo como un desquiciado, así que apenas veinte minutos después, entraba a su casa y lo primero que hizo fue lanzarle el diario a su padre.

  • ¡Evgeni!
  • ¡El muy maldito sigue vivo! – le gritó señalando el diario como si fuese una bomba

Como se dijo, y solo ellos sabrían por qué, todos pensaban que Ian estaba muerto no solo en forma figurada, así que el individuo había compuesto una pésima expresión.

  • Saca esta basura de aquí antes de que lo vea tu madre – dijo en tono monocorde, pues a diferencia de su hijo, él parecía menos inclinado a los gritos
  • ¿Lo leíste?
  • No
  • Pues deberías, así sabrías que no hay forma que de mamá no se entere
  • Evgeni…
  • ¡El maldito tiene mí rostro, padre! – vociferó – ¿Te imaginas lo que va a suceder cuando vaya al club, o a…?
  • Basta, Evgeni – ordenó poniéndose de pie – Eso no es nadie – dijo con desprecio – Y ciertamente no es un Vanderberghe
  • ¡Debiste matarlo!

Dicho eso, abandonó el comedor y la casa. Si Ciryl no estaba contento, y no podía estarlo pensando como lo hacía, no había punto de comparación con lo que estaba sintiendo Evgeni, porque como se dijo, Evgeni era un narcisista, se creía único en el mundo, y haciendo a un lado el odio por su hermano, lo que no soportaba era que hubiese alguien por ahí, hermano o no, que fuese su reflejo.

De lo que Ciryl se había perdido, y habría sido mucho esperar que siquiera lo hubiese pensado, era que Evgeni no era simplemente vanidoso, sino que en verdad tenía un trastorno de la personalidad. No se conoce a ciencia cierta una causa para los que padecen del Trastorno narcisista de la personalidad, pero de acuerdo a los estudios, quienes lo presentan, en muchos casos han sido víctimas de una actitud indiferente o descalificadora por parte de sus progenitores, y aunque quienes conocen y tratan con un narcisista, lo que ven es una personalidad arrolladora y una formidable autoestima que en realidad esconden una enorme inseguridad.

Evgeni presentaba muchos de los síntomas que cumplirían con el criterio para ese diagnóstico, era egocéntrico, perseguía la admiración y la adulación, lo que él decía era una ley escrita en piedra, era manipulador, y una crítica equivalía a un ultraje. Por todo lo anterior, su mayor problema en su vida temprana, fue Ian, porque no solo eran físicamente idénticos, sino que Ian tenía lo que él no, la admiración, el afecto y la atención de los que lo rodeaban; en la escuela, siempre iba rodeado de una nube de chicos, y todos parecían dispuestos a hacer lo que él dijera.

Uno de los momentos más felices de la vida de Evgeni, fue cuando notó que su hermano había comenzado a aislarse, y aunque él no sabía por qué, pues era incapaz de sentir empatía por nadie, eso lo hizo sentir enfermizamente feliz, y el siguiente fue cuando se descubrió la orientación sexual de Ian, fue él quien más escándalo hizo, y con sumo placer le destrozó el violín. Así que demás está decir que, cuando sus padres lo echaron de casa, Evgeni vio el cielo abierto, pues el odioso reflejo con el que había sido castigado, por fin desaparecía.




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