Cap. 47 Inminente
Una vez que Amanda había dado la información con respecto a la inminencia del procedimiento, advirtió que no debía haber nadie en la habitación, pero como tuvo que correr hacia el lugar desde donde se efectuarían las comunicaciones con los demás centros asistenciales, Mihailo se hizo cargo de las explicaciones.
- ¡Mihailo! ¿Por qué no nos dejan ver a Giovanni? – le preguntó Jesse
- Podrán hacerlo en un momento
- ¿Y por qué no en este momento? – insistió ella, aunque acababa de despedirse
- En breve vendrán varios doctores a hacerle algunas evaluaciones y…
- ¿Ya no habían hecho eso? – preguntó ahora Vinnie
- En esta clase de procedimientos, la evaluación es constante
Y aunque Jesse seguiría protestando, ellos sabían, o al menos Mihailo lo sabía, que aquella era más una expresión de nerviosismo que otra cosa. Se excusó un momento y poco después lo vieron regresar en compañía de una doctora. Sin embargo, no se detuvieron, sino que entraron a la habitación.
- ¿Y este? – se quejó Jesse
- Debe ser una de las doctoras que tiene que ver a Giovanni, cara sucia
- No soy estúpida, Vincenzo. Lo supongo, pero Mihailo no dijo nada y… – pero se detuvo al verlo salir – Mihailo, quién es…
- La que acaba de entrar, es la doctora Ross, la psiquiatra que fue asignada al equipo
- ¿Psiquiatra? – preguntó Marco
- Una buena decisión, porque sabemos que ese individuo está loco – dijo en forma mordaz Donatello, y esta vez quien lo miró mal fue su hermano
- Aunque el paciente no presenta ninguna alteración, siempre se le hace una evaluación, pues es parte del protocolo para asegurarse de que el paciente entiende y está consciente del proceso, esto hace parte del protocolo del consentimiento informado. Ya esto se había hecho, pero cuando se acerca el momento de la cirugía, vuelve a hacerse, más que todo para asegurarse de que el paciente está sereno, o por si le ha surgido alguna duda
Aquello era cierto, pues como se dijo, el equipo de trasplantes estaba compuesto por un grupo interdisciplinario de profesionales que mantenían un estricto control tanto del donante como del receptor, y este incluía un psiquiatra como acababa de explicar Mihailo.
Después de eso, verían pasar a varios médicos, y por último fue un equipo del laboratorio para tomar más muestras de sangre que Mihailo explicó, eran también necesarias para controlar que todos los valores estuviesen estables al momento de ingresar a quirófano. Una vez concluido todo aquello, Mihailo lo notificó a Amanda, y ésta dio su autorización para que los familiares pudiesen entrar un momento a verlo, antes de que fuese traslado a quirófano. En este caso, primero se les permitió pasar a los hijos únicamente.
- Eres muy necio ¿sabías? – entró diciendo Jesse – Ni siquiera me dejaste ir a casa a ver a Jani y…
- Isabella – la detuvo él – Voy a estar bien, linda, así que deja de preocuparte – agregó y ella se frotó la nariz, signo inequívoco de incomodidad
- No estoy preocupada, necio
- Y me parece bien. Ahora ve a casa y dale un beso a mi nieta de parte de su nonno
De la forma más inesperada e insólita, al menos para Donatello, Jesse abrazó a Giovanni.
- No voy a ir a ninguna parte hasta que no regreses a esta habitación, estúpido – dijo separándose un poco – y te juro que si no estás de vuelta… – pero Giovanni le sujetó el rostro
- Volveré, pero suponiendo que no, recuerda que te amo, hija – finalizó dándole un beso en la frente
Jesse no protestó ni agregó nada más, sino que se giró y salió a toda prisa de la habitación, así que Giovanni miró a Donatello.
- Te agradezco que estés aquí, aunque entiendo que no tienes razones ni para querer, ni para que te importe, pero el hecho de que estés, me demuestra que eres mucho mejor hombre de lo que fui yo jamás. Así como no tienes motivos para que te interese nada que tenga que ver conmigo, y fue algo que me gané a pulso, y así como no tengo derecho a pedirte un perdón que no merezco, quiero decirte que, aunque no me creas, también tú eres mi hijo y te amo, Donatello
Era muy improbable que alguien supiese, o siquiera adivinase lo que podía estar sintiendo o pensando Donatello, pero tampoco tendrían ocasión de enterarse, porque salió a toda carrera no solo de la habitación, sino con intenciones de abandonar también el Hospital. Aunque Nick no sabía lo segundo, recordaba perfectamente cómo habían estado las cosas la última vez que Don había salido huyendo.
- Tengo que…
- No te preocupes hijo. Ve – le dijo Giovanni cuando Nick ya estaba abriendo la puerta, pero se detuvo y lo miró
- No importa lo que suceda, quiero que sepas que estoy y siempre te estaré agradecido por lo que estás haciendo
- Olvida eso y corre, ya sabes cómo es tu hermano
Nick asintió y salió en carrera también, pero alcanzó a decirle a Marco que ya podía pasar. Marco entró en compañía de Vinnie y de Al, porque a diferencia de Nick, Marco si tenía muy presente lo que Giovanni era para Al, así que por eso lo arrastró con ellos.
- ¿Preparado para la fiesta? – preguntó Vinnie con su buen ánimo de siempre
- Seguro, lo malo es que estaré dormido y no podré ver a la linda doctora Lee
- Si serás majadero, sabes que ella no estará allí, pero, además, ya te dije…
- Y te escuché, pero eso no me impide disfrutar de lo que está a la vista – lo interrumpió y ambos rieron, pero luego se puso serio al mirar a Marco – ¿Está todo en orden?
- Si no fuera así me apalearías, y sí, se hizo todo con arreglo a lo que ordenaste
- Bien, pero te hago personalmente responsable, y si algo sale mal, tienes que asegurarte que Donatello acepte
- Sencillo lo que me encomiendas
- Al – llamó al chico que se había quedado a un lado de la puerta y era el único que se veía como un crío asustado – Ven aquí – le ordenó y él se acercó
- Don Giovanni…
- Quita esa cara, aún estoy vivo y pretendo seguirlo estando
- Tiene que estarlo
- Bien, pero como eso no depende de mí, quiero que escuches bien – y el chico asintió – Ya no eres un niño, tienes casi veintisiete años, pero, aun así, y como te conozco, quiero que sepas que, si las cosas no salen bien para mí, no pienses que vas a quedarte solo, porque Marco y Vinnie…
- Pero yo lo quiero a usted – lo interrumpió y los tres vieron que las lágrimas que habían estado represadas en sus ojos, se deslizaron por sus mejillas – Si quiere vuelvo a casa, estoy seguro que la señorita…
- Deja de decir estupideces. Como dije, Marco seguirá encargándose de administrar tus bienes, y puedes acudir a Vinnie siempre que lo necesites ¿comprendes? – y él asintió – Además, quiero que me prometas algo
- Sí señor
- Quiero que siempre, escúchame bien, siempre, cuides a mi hija así ella tenga mil años, y que me prometas que nunca vas a abandonarla, suceda lo que suceda