Como ya se dijo, Mihailo había iniciado su internado rotatorio, de modo que pasaría todo ese año, alrededor de dos o tres meses en los principales servicios de atención del hospital. Como ya había concluido su rotación en urgencias, ahora estaba en el servicio de cirugía, algo que los cirujanos del hospital habían estado esperando, pues aquel chico se había hecho con un nombre en muy poco tiempo, y el mismo estaba asociado a una gran habilidad para la cirugía, de modo que habían estado esperando el momento en el que ingresara al servicio.
Aunque Mihailo nunca habría imaginado poder hacer una carrera en nada, pues sus primeros años de vida no fueron los más a propósito como para albergar esperanzas a largo plazo, o para planear un futuro especialmente prometedor, y por lo que debía preocuparse era por sobrevivir día a día, cuando se le presentó la oportunidad, su preocupación por Jesse lo llevó a decidirse por la medicina. No obstante, si bien era lo anterior lo que lo había inclinado hacia esta carrera, en el trayecto descubriría que aquello en verdad le gustaba, así que posiblemente, y como le había dicho Nedjeljka, tal vez ya poseía la vocación, aunque no lo supiera.
En las dos semanas que llevaba en cirugía, y siendo que el objeto de pasar por allí, era la práctica, y aunque no se suponía que en las primeras a las que asistían los estudiantes, se les permitiera nada más allá de practicar las incisiones y las suturas, con Mihailo se habían saltado esa parte y llegaría practicando los procedimientos completos bajo la supervisión de los especialistas. Aunque a sus compañeros ya no los sorprendía la forma en la que Mihailo era tratado, sabiendo como sabían que aquel individuo se había pasado toda la carrera de cabeza en el hospital, todavía tuvieron lugar para la sorpresa cuando el primer día, el doctor Carmichael le cedió su puesto para practicar una cirugía que lucía bastante complicada, porque se trataba de una peritonitis biliar, una complicación postoperatoria en un paciente de 67 años al que se le había practicado una colecistectomía.[1]
Afortunadamente y hasta el momento, todo había salido bien, pero Mihailo tenía deseos de acomodarle un puñetazo a Peter Liman, uno de sus compañeros que parecía haberse adjudicado la dudosa tarea de recordarle a Mihailo que tenía una novia, pues en su opinión, desde Molly, la chica del grupo, hasta las doctoras y enfermeras del hospital, darían lo que no tenían por la atención de Mihailo. Aunque Peter no lo sabía, en verdad estaba siendo afortunado de que Mihailo tuviese la paciencia que tenía, porque si no fuese así, el muy necio ya se habría convertido en un paciente crítico del hospital.
Otro que había desatado el instinto asesino de Mihailo, había sido el doctor Carter. Como ya se ha dicho, ese sujeto parecía no gustarse ni a sí mismo, pero lo que desató la ira de Mihailo no fue la muy cuestionable simpatía de Carter, sino que, en una ocasión en la que no sabía por qué demonios estaba el individuo presente, cuando el doctor Carmichael estaba revisando el listado de las cirugías electivas, y le había asignado a Mihailo un procedimiento que ya él había hecho varias veces, sugirió que se lo asignase a Samuel, otro de sus compañeros que él sabía se moría por hacerlo. Cuando salieron de allí, Carter lo había detenido.
Y ahí fue cuando Mihailo tuvo serias dificultades para no acomodarle un puñetazo que lo enviase a cirugía, porque en su opinión, aquel infeliz era un ególatra arrogante y egoísta. No obstante, había logrado controlarse, pero en verdad Carter estaba decidido a fastidiarlo, pues las veces que les había tocado entrar a quirófano con él, se esmeraba en tenderle trampas haciéndole planteamientos imposibles, o simplemente ignorándolo dirigiéndose solo a los demás; el problema para Carter, era que se esforzaba con el individuo equivocado, pues Mihailo tenía mucha escuela en eso de ser molestado, así que cuando notó la necedad de Carter, decidió que no valía la pena ni el esfuerzo. Sin embargo, ya hasta el payaso de Peter quería golpear a Carter, pero sería Molly quien literalmente lo haría.
Una tarde, en medio de una extenuante cirugía con el susodicho, y en la que los chicos estaban saliendo muy mal parados, porque ninguno podía hacer lo que Carter les pedía, Peter no se aguantó.
Los tres miraron a Mihailo que finalmente decidió que no era su problema si Carter no quería escucharlo o fingir que no estaba.
Y ciertamente sabía y podía, o al menos tenía los conocimientos básicos. La cirugía en cuestión era una revascularización miocárdica, y Mihailo estaba consciente que cosechar los conductos que se utilizarían como injertos en el bypass, como eran las arterias mamarias internas, la arteria radial o la safena, era una maniobra quirúrgica muy delicada, pues una lesión inadvertida podía provocar oclusión o un infarto agudo al miocardio con repercusión sobre la función ventricular izquierda, pero, en cualquier caso, Carter estaba allí para ocuparse si ellos cometían un error.