Acrofobia

00000

-Mamá, yo en verdad la quiero.

Mis manos temblaban ante la mirada gélida de mi progenitora y ante la mirada demandante de mi progenitor.

-No puedes decir que amas a una chica, cuando ni siquiera has tenido novio.

Ya he salido con chicos, ya he besado a varios chicos, no siento nada por ellos, ni sentí algo alguna vez; ella me gusta, me siento cómoda con ella, mi corazón se acelera cuando la veo sonreír, mis manos tiemblan por su cercanía, sé que la amo y me siento totalmente atraída por ella.

Las palabras quedaron atoradas en mi garganta, solo pude asentir y dejar a mis padres seguir hablando.

-Dios hizo al hombre con la mujer, no puedes decir que te gustan las mujeres cuando ni siquiera tienes la edad para saber si te gustaría tener sexo con un chico.

Pronunció mi padre, escupía blasfemias, las que una niña de 12 años no tenía el valor de responder.

Las relaciones no solo se basan en sexo, es la compañía de la persona y como te sientes con esa, una relación no se basa en tener sexo todo el día, se basa en que te sientas bien con esa persona, que ames en verdad a esa persona, con sus defectos y virtudes.

-Dios castiga a los homosexuales.

Dijo mi madre y en ese instante las palabras de mi abuelo cruzaron por mi mente.

"El amor es el sentimiento más hermoso que existe y Dios está orgulloso de que lo lleves en tu alma; amar no es un pecdo"

No prestaba atención a las palabras de mis padres, solo pensaba en lo que meses atrás mi abuelo había dicho y en la gran diferencia entre discursos.

- ¿Sabes sí quiera lo que es besarte con un chico?

Me miraba alzando una ceja y por otro lado mi madre me miraba con odio.

Negué, pero, estaba mintiendo, quería decir que sí, pero no tenía el valor; me estaba arrepintiendo de intentar hablar con mis padres, pero ya era muy tarde.

-Todavía no tienes edad para decidir tu sexualidad.

Habló mi padre sacándome de mis pensamientos.

¿A qué edad puedo decidir mi sexualidad entonces?

- ¿En verdad te gustan las chicas?

Sí, tanto como a ti los hombres, a mi me gustan las chicas.

Las palabras quedaron en mi garganta y solo pude negar con la cabeza.

- ¿Entonces?, ¿su relación es una broma?

Asentí, mientras mi alma se partía en mil pedazos y pensaba en lo mucho que me gustaba aquella chica.

- ¿Quién comenzó su relación?

Alcé los hombros y volví a mirar hacia abajo.

-Te hice una pregunta.

Su voz sonó grave y demandante, mi corazón se estrujó.

-Y-yo.

Mi voz salió casi como un susurro, quebrada y ahogada en el nudo que había en mi garganta.

-Termina con ella.

Mis padres me miraron como si de una orden se tratase.

-N-no.

Me era imposible hablar con determinación.

-Entonces tendremos que ir a hablar con sus padres.

Mi corazón se aceleró y me atreví a hablar.

-No, lo que menos quiero es que ella sufra, sus padres la matarían.

Mi madre rodó los ojos y yo volví a mirar abajo.

- ¿Entonces?

Mi padre nuevamente demostraba su semblante oscuro y demandante.

-T-terminaré con ella.

Mi pecho ardió al pronunciar esas palabras, mis lágrimas comenzaron a escurrir y de repente, sentí los brazos de mi padre rodearme.

-Ya veras que solo es una pequeña confusión.

Sonrió y me estrujó besando mi frente.

-Te amo hija.

No respondí, esas palabras pasaron como una mentira por mi interior.



#45634 en Novela romántica
#7296 en Chick lit
#30055 en Otros
#2464 en No ficción

En el texto hay: desamor, depresion, lgbtttiq

Editado: 14.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.