Across - the mirror

Prologo

 

El muchacho despertó sin saber dónde se encontraba ni como había llegado hasta aquel lugar. Estaba completamente desfallecido, le costaba encontrar la fuerza para ponerse de pie. Un dolor intenso le obliga a llevar una de sus manos a la cabeza. Instintivamente miró su palma, la sangre solo confirmaba una de sus múltiples heridas.

Lo que lo había sacado de su inconciencia no fue el dolor, que ahora se sentía más como miles punzadas en cada fibra de su ser, ni siquiera la extraña criatura que desfallecía a su lado. Sino el abrumador silencio y la horrible sensación de que todo estaba por terminar.

Sigilosos como espectros, unas extrañas figuras circulaban por las calles. A pesar de su forma humanoide, sus gesticulaciones delataban su verdadera naturaleza.

Incluso desde el oscuro callejón en el que se encontraba, podía contemplar como aquella bestia infernal lo observaba; su diabólico aspecto habría horrorizado a cualquiera. La sombría criatura comenzó a acercarse hacia él cerrándole el camino. La tierra temblaba con cada estrambótico paso que daba. 

William, aun aplacado por el dolor, trataba de levantarse. Tenía que hacerlo, pues, a pesar de los lentos y pesados movimientos de aquel monstruo, él estaba seguro de que un solo golpe de la bestia podría romperle todos los huesos. 

Una misteriosa niebla empezaba a barrer las calles de la ciudad como una ola. La densidad de la misma no le permitía ver mucho más allá de las paredes de aquel sucio callejón. Era como si estuviesen encerrados.

Aquel monstruo arremetió contra Will. Fue un golpe torpe, fácil de esquivar. La pared que recibió el impacto se cuarteó al instante. Su fuerza era algo irracional. Definitivamente no podía confiarse, o de lo contrario acabaría muerto.

La bestia lanzó un segundo golpe. Tras esquivarlo, rápidamente atinó a patearlo en lo que aparentaba ser su pie de apoyo, un esfuerzo en vano; apenas lo hizo retroceder. Debía cambiar su estrategia si quería sobrevivir.

Esa cosa alzó las manos y se abalanzó contra el chico. Dio un salto determinado a acabar con esto de una vez. Parecía que este sería el fin de aquel muchacho, pero un rayo de esperanza atravesó la niebla como una flecha y se clavó en el pecho de la gigantesca criatura.

Tras el disparo de luz, la bestia cayó sobre su espalda, su cuerpo en el piso empezó a consumirse en una oscura humareda.

William corrió, dispuesto a salir de allí. Subió hasta lo alto de uno de los edificios, tratando de ubicarse.

En el suelo todas las calles estaban cubiertas por una sombría marea de seres que se arrastraban o caminaban y en el cielo miles de criaturas volaban dirigiéndose hacia algún lugar. El firmamento nocturno se perdía por su paso, la luna y las estrellas parecían haber sido consumidas por la oscuridad.   

Las personas huían despavoridas, como si fueran animales migrando antes de que se desate un desastre.

La luz que un día se proclamó como símbolo de la esperanza había sido devorada. No había nada que hacer. El mundo poco a poco era consumido por tinieblas y desesperanza.

Este, sería el fin.




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