¡¿Que cómo va a mi escuela?! Espero no sea quien estoy pensando, como me han ido saliendo las cosas hoy, no me sorprendería.
—Hola, Phoebe. Soy María, tu madre me ha dicho maravillas de ti —se paró de la mesa y me saludó.
—Hola, María, un gusto —le devolví el saludo—. ¿Así que tienes un hijo que va a mi colegio? —solté curiosa.
—No va, empieza mañana, se llama... —una voz la interrumpió.
—Mamá, siempre presentándome como si yo no pudiera hablar —se quejó y luego volteó a verme—. Hola, soy Alan Sinclair, un gusto, ¿y tú eres? —dijo con una sonrisa.
Uff, qué susto, pensé que era él.
—Hola, soy Phoebe, un gusto igual —dije saludándolo con la mano.
—Qué bueno que llegaste, Alan —sonrió María mientras lo iba a abrazar.
—¡Sí! —soltó emocionada mi mamá—. Terremoto, muéstrale la casa y ponlo al día con la escuela —me miró sonriente.
—¡Mamá! Ni que la casa fuera un museo —bufé—, y ya te he dicho que no me gusta que me llames así frente a la gente —me quejé y veo cómo Alan se ríe por lo bajo y luego veo la mirada matadora de mi mamá.
—Ash, Alan, ven, vamos —le indiqué que me siga con la cabeza.
Luego de que salimos de ahí, le dije:
—Sé que esto es totalmente innecesario, así que pásame tu número y te paso lo que hemos hecho hasta ahora —sonreí mientras le pasaba mi teléfono.
Él solo rió y empezó a anotar su número, luego me lo pasó y dijo:
—Veo que no eres muy simpática —rió un poco.
Lo miré extrañada y me di cuenta que mi comportamiento no había sido el mejor.
—Te juro que soy un poco más buena onda, solo que hoy no fue un día fácil —suspiré.
—¿Qué te pasó? —preguntó curioso.
Suspiré y empecé a contarle todo, desde que Vicent me sacó el cuaderno hasta que una moto me empapó de agua sucia.
—Y por suerte fue eso no más —dije sarcástica.
—Eso sí que es tener un día duro —rió—. Mal día para que nos conozcamos, creo —me miró.
Solté una carcajada.
—Sí, diría yo —lo miré—. Pero mañana siéntate conmigo y mis amigas en clase, te prometo que ahí estaré mejor —dije sonriendo.
Él me miró con una sonrisa y asintiendo con la cabeza. Estábamos por entrar los dos cuando nuestras mamás salieron despidiéndose, nosotros copiamos el gesto y cada uno se fue a su casa.
Cuando entramos con mamá, ella me miró y me dijo:
—¿Qué tal te pareció Alan? Parece buen chico —me sonrió.
—Mamá, ni siquiera llevas un día conociéndolo y ya te parece buen chico —la esquivé con la mirada—. Mañana veremos qué tal, le dije que se sentara conmigo y las chicas en clase —solté.
Ella me miró feliz y se fue a cocinar la cena. Antes de salir del comedor, me preguntó si iba a comer, a lo cual me negué y subí a mi habitación para hacer deberes y luego dormir.
Otra vez la alarma molesta, apenas la apagué apareció mi mamá apurándome para arreglarme porque Alan se iba a ir conmigo a la escuela.
Apenas bajé, lo vi sentado en el comedor hablando con mi hermano.
—¿Por qué te mudaste, Alan? —dijo mi hermano curioso.
—Ehh, por trabajo de mis padres —contestó Alan mientras me veía bajar.
—¿Y por qué...? —quiso terminar la pregunta, pero no lo dejé.
—Diego, deja de atosigarlo con preguntas —miré fulminante a mi hermano—. Bueno, vamos, Alan —agarré mi mochila.
—Ehh, sí, vamos —dijo mientras saludaba a mi hermano.
Ya fuera de la casa estuvimos en silencio hasta que llegamos a la escuela, no sé si fue porque estábamos los dos con mucho sueño o porque no fue la mejor manera en la que nos conocimos ayer.
—Alan, ven, te mostraré el colegio mientras te llevo a administración, así vemos en qué clases te tocó —lo miré esperando que me siguiera.
—Claro, vamos —me sonrió y empezó a seguirme
—Este es el buffet, donde nos encontraremos si nos llega a tocar clases distintas —señalé el buffet—. Para la izquierda están los baños y... —seguí mostrándole todos los lugares esenciales—. ¿Algo que quieras saber? —lo miré curiosa.
—Sí... ¿hay equipos de fútbol aquí? —me preguntó mirando el patio de deportes.
—Sí, sí h... —antes de que pudiera terminar de contestar, una voz masculina sonó detrás de mí.
—Sí hay, pero yo soy el capitán y... —lo miró de arriba abajo— no creo que seas apto para el equipo —dijo burlesco.
—Vicent, nadie te dio vela en este entierro —lo miré enojada—. Aparte, no seas grosero, no lo has visto jugar nunca, puede ser hasta mejor que tú —dije desafiante.
—¿Por qué lo defiendes tanto, nerd? ¿Acaso es tu novio? —lo miró a Alan con desprecio y antes de que pudiera contestarle dijo —En fin, no me interesa, no vine por esto, vine para decirte que ya que insistes tanto haré el trabajo contigo, nerd —me tiró una sonrisa en forma de burla para luego darme la espalda e irse.
Editado: 20.09.2025