Acróstico

Cap 9: Fiesta

Faltaba una hora para la fiesta en la casa de Pablo. Estabamos en la casa de Emma, quedamos que nos vestíamos en su casa y de ahí nos íbamos las tres juntas.

Me puse el vestido negro con unos zapatos y me hice una media cola. Olí se puso un short corto engomado y un top plateado con unos tacos, y Emma se puso la falda con la blusa que compró junto con Pablo. También vi que se puso una pulsera dorada con un dije plateado, muy delicada y bonita.

—Chicas, ¿y Alan por qué no vino con nosotras? —Olí nos miró.
Con Emma nos miramos y ella le respondió:
—Él dijo que tenía cosas que hacer antes de la fiesta, que nos encontrábamos allá —le dedicó una sonrisa a Olivia.
Olí solo asintió y se siguió maquillando.

Con Alan las cosas habían quedado raras luego de ese encuentro. Al otro día creo que no fue o me estuvo evitando porque no lo vi nunca. Con Emma decidimos no decir nada de eso ya que fue algo sin importancia… o eso creí.

Nos empezamos a sacar fotos y a grabar videos bailando. Estuvimos un rato hablando hasta que se hizo la hora de ir. Mientras íbamos en camino, nos llegó un mensaje al grupo: era Alan avisándonos que estaba por llegar. Emma le respondió que nosotras igual.

Cuando llegamos, nos encontramos con Alan esperándonos. Fue todo muy normal, aunque la tensión seguía entre nosotros. Entramos y era todo un descontrol. Acompañamos a Emma a buscar a Pablo. Lo vimos a lo lejos y Emma y yo nos acercamos; Olí y Alan se quedaron en el medio bailando.

Llegamos y saludamos a Pablo y a Vicent, que por obvias razones estaban juntos.

—Wow, Emma, estás… hermosa —suspiró.
—Gracias, Pablo, tú también estás muy guapo —le sonrió.

Definitivamente acá sobraban dos, y digo dos porque estaba Vicent.

—Bueno, muy linda la fiesta. Vicent, ¿me enseñás dónde están las bebidas? —lo miré y le hice señas.
—Ehh, sí, por allá. Vamos, te llevo —señaló.
—Gracias. Chicos, cualquier cosa nos buscan —les sonreí.

Pablo nos hizo seña con la mano y le vi una pulsera igual a la de Emma, pero ahora era plateada con un dije dorado. Nos fuimos con Vicent y, de verdad, me estaba llevando a las bebidas.

—Entendiste rápido la indirecta para irnos —reí.
—¿Cuál indirecta? —me miró.

No lo puedo creer, ¿en serio me decía eso?

—¿Estás bromeando, cierto? —me frené.
—Sí. Ojalá alguno de los dos tome iniciativa —rió.
—Bueno, me voy con mis amigos, chau —me giré.

Sentí que dijo algo, pero por la música no lo escuché.

—¿Dijiste algo? —volví a girarme.

Ya no estaba, así que me fui de vuelta con mis amigos. Estuve un rato buscándolos hasta que los encontré en el centro, literalmente. Me acerqué y me puse a bailar con Olivia y Alan.

—¿Y Emma? —me gritó en el oído. Por la música apenas se le escuchaba.
—Con Pablo —le contesté de la misma forma.

Olivia solo asintió. Tal parece que ella ya sabía que a Emma le gustaba. Luego de un rato largo bailando, llegó Emma y se nos sumó. La música estaba muy buena, no hubo momento en el que dejáramos de bailar.

Con Olivia nos fuimos a buscar bebidas. Había una que otra botella de alcohol. Olí se sirvió un trago y yo una gaseosa. No me gustaba mucho el alcohol, así que no tomaba.

Cuando estaba volviendo con los chicos, me topé con Vicent.

—¿Sigues aquí, nerd? —se sorprendió.
—¿Y por qué no seguiría? —lo miré mal—. Y no me llames así, los dos sabemos que no lo soy —puse los ojos en blanco.
—Bueno, bueno, perdón —sonrió—. ¿Bailas? —miró hacia donde estaban todos.
—Sí —le sonreí—, pero no contigo —le di la espalda y me fui.

Seguí caminando y me choqué con Alan. No se veía bien, parecía un poco borracho.

—¿Alan, estás bien? —lo agarré de los hombros.
—Solo un poco mareado —quiso mirarme a los ojos.
—Ven, vamos por aire fresco —él solo asintió y me empezó a seguir.

Pasamos entre toda la gente y por la cocina. En eso, Pablo me frenó.

—¿La has visto a Emma? —gritaba por lo fuerte de la música.
—No, debe estar con Olivia —le contesté y seguí hacia el patio.

Cuando llegamos, me giré para mirar cómo estaba. Él solo miraba a su alrededor hasta que se encontró con mis ojos y se quedó viéndome.

—¿Qu... qué pasa? —titubeé.
—Es que hoy estás muy hermosa —suspiró—. Más de lo que estás siempre —me acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Ay, qué cosas decís —chasqueé la lengua—. Estás borracho, no sabés lo que decís —miré para otro lado, nerviosa.

Alan me agarró del mentón y me giró la cabeza para que lo mirase.
—¿Por qué creés que no sé lo que digo? —me miró extrañado—. Mirá, te lo demostraré —me miró fijo. No sé qué iba a hacer, hasta que se alejó e hizo el “4” con las piernas mostrando que se podía mantener de pie—. ¿Ves? Tengo equilibrio —sonrió y luego se acercó.

—Sí, muy bien, pero igual estás borracho —lo miré—. Mañana te arrepentirás y vendrás diciendo que fue culpa del alcohol —entrecerré los ojos. Vi cómo se quedó recorriéndome con la mirada hasta que se acercó a mí.

—Te puedo asegurar lo que quieras que no será así —se acercó hasta que unió nuestros labios en un tierno beso. No se lo quería seguir, pero me dejé llevar. Él poco a poco fue acomodando una de sus manos al borde de mi cara y la otra en mi cintura, juntó aún más nuestros cuerpos. Yo puse mis manos en su cuello. Nos separamos porque me alejé.




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