Nos sentamos a desayunar. Anoche llegamos muy cansadas y nos acostamos hasta maquilladas. La mamá de Emma, Silvia, nos hizo para desayunar panqueques con dulce de leche. Olivia vino luego de desmaquillarse y se sentó a desayunar con nosotros. Ella se hizo un café; Emma y yo, un café con leche.
Había un silencio de parte de Emma y mío. Olivia solo nos miraba, hasta que decidió hablar.
—Bueno, a ver, ¿quién empieza contando todo lo que vi anoche? —nos miró a las dos y ninguna emite un sonido.
—Que empiece Emma —la miré, mientras más tiempo para pensar qué decirles a las chicas, mejor. Es que no era nada oficial todavía, solo que él se me declaró y lo que pasó—. ¿Qué pasó con Pablo?
Emma solo me miró y me quiso matar, pero antes de que pudiera insultarme, Olivia habló.
—Sí, Emma, cuéntanos qué pasó entre ustedes —rió y me miró—. No pienses que porque le di la palabra a ella tú te salvas.
—Bueno, la otra vez iba con mi prima al centro comercial para comprar lo que iba a usar anoche, y ella tenía que comprar el regalo de una amiga de ella. Iba caminando y me choqué con Pablo y Vicent, que iban a comprar un regalo para la hermanita de Pablo. Le ofrecí mi ayuda para buscar qué comprar y entonces mi prima y Vicent nos dejaron solos —Emma le dio un sorbo al café.
Yo esta historia ya la conocía, pero tenía que fingir que no, porque no le avisamos a Oli.
—Miramos ropa y luego salimos y nos dirigimos a una tienda de joyas, y ahí le compró un par de aretes y un hermoso collar a juego. Cuando salimos de la joyería me invitó un helado, nos fuimos a sentar y me agarró la mano —suspiró con amor—. Luego charlamos un rato, hasta que dijo que tenía que ir al baño, que lo esperase ahí. Y cuando volvió me hizo cerrar los ojos. Luego, cuando los abrí, me mostró un par de pulseras a juego y me dijo que le gustaba mucho y que si quería que saliéramos, pero que no lo tomara como que me estaba pidiendo ser la novia, ya que se quería esmerar y hacerlo especial.
Sus ojos brillaban al recordar todo.
Olivia y yo nos miramos, las dos felices por lo bonita que era la historia de Emma y Pablo.
—Ay amiga, qué hermoso, qué bonitos —expresó con dulzura Oli.
—Sí, Emma, qué bonito —le dediqué una sonrisa tierna. Lo de ella, comparado con lo mío, era una propuesta de casamiento.
—Ah, sí, luego me acompañó a elegir qué blusa me iba a poner en la fiesta, y si ustedes lo hubieran visto cómo me miraba cuando salí a mostrarle cómo me quedaba, era todo tan perfecto —suspiró mientras parecía recordar lo vivido—. ¿Y tú, Pheebs? ¿Qué pasó con Alan? —me miró.
—Eso, Pheebs, cuéntanos —Oli apoyó a Emma y luego las dos se cruzaron de brazos, esperando que empiece a contar qué pasó.
Empecé a contar todo: el cómo sucedió el beso, lo que me dijo, lo que le respondí y todo lo que sucedió después.
—A ver si entendí: te besó, se te declaró y lo correspondiste —me miró Emma sorprendida—. No sabía que te gustaba Alan —miró a Olivia buscando apoyo.
—Yo tampoco sabía que me gustaba. Me parece lindo, sí. Y entendiste bien, excepto lo de que le correspondí así tal cual la palabra, no. Le dije que nos conociéramos y veamos qué onda —me metí un bocado de panqueque.
—¡Míralo vos a Alan! Igual, un poco se notaba que le parecías linda —rió Olivia.
—Otra cosita —las miré.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —me preguntó Emma.
—Mi admirador secreto es él. Me lo confesó luego del beso —miré para otro lado.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo que es tu admirador secreto!? —se exaltó Emma.
—Ahhh, por eso me preguntó qué cosas te gustaban —Olivia asintió con la cabeza.
—¿Qué tiene que sea él? Sería lo más lógico —miré extrañada a Emma.
—No, es que me sorprende que supiera cosas sobre ti, pero ahora que Oli dijo eso, es más creíble —asintió mientras empezaba a levantar la mesa.
Empezamos a ayudarla, y luego nos fuimos las tres a la habitación de Emma. Me fui al baño a desmaquillarme y las chicas se quedaron ahí charlando. Me vi al espejo... dios, no podía creer que tuviera esa cara y que las chicas no me dijeran nada.
Salí luego de lavarme la cara, llegué al cuarto y les tiré una almohada.
—¿Por qué no me avisaron que estaba tan fea? —les volví a pegar con la almohada.
—Ay, Pheebs —soltó una carcajada—. Hay confianza, no pasa nada —se cubrió Olivia con los brazos.
—Eso, Pheebs, hay confianza. Aparte yo estoy igual —se alejó y agarró una almohada.
Con Emma nos miramos las dos fijamente, esperando que alguna ataque primero.
—Phoebe Jones, soltá esa almohada —habló ella primero—, o sufrirás las consecuencias —agarró con más fuerza la almohada.
—Tú primero, Emma Laurence —la miré amenazante.
Vi cómo Emma y Olivia se miraron. Antes de que pudiera reaccionar, sentí a Emma gritarle: “¡Ahora!”, y que Oli me tirara a la cama. Las dos empezaron a hacerme cosquillas y a pegarme despacio. Era medio injusto, eran dos contra una.
La habitación era un mar de risas: ellas haciéndome cosquillas y yo tratando de escapar.
Editado: 20.09.2025