–Amor, traje una cosita para que comamos, tú ve al buffet, yo ya voy –me dejó un beso en la frente y se fue.
Vi cómo se iba feliz, agarré la bolsita y la guardé con mis cosas.
–Vamos, chicuelas –apuré a las chicas. Íbamos caminando hasta el buffet y Emma habló:
–No pensé que ibas a decirle que sí después de lo que pasó ayer.–
–¿Qué pasó ayer? –me desconcertó su comentario.
–Lo de que casi te da un pelotazo, del que Vicent te cubrió –parecía enojada.
–Fue un accidente, no quiso pegarme a mí –defendí a Alan.
–A todos les puede pasar –se metió Oli.
–Sí, pero por celoso y por enojo casi te pega a ti –defendió su postura–. Me parece que no lo tendrías que haber aceptado ahora, tendrías que hablarlo con él.–
–¿Tanto te molesta que me ponga de novia? –me estaba molestando.
–No, no es eso, es que me parece que tirar un pelotazo queriendo pegarle a alguien por enojo no está bien –suavizó su tono.
–Defiendes a Vicent cuando fue él el que provocó todo –cada vez estaba más a la defensiva.
–Pheebs, no defendí a Vicent, solo di mi punto de vista sobre lo ocurrido –ella también estaba poniéndose a la defensiva.
–Eso pareciera. Vayan ustedes, yo me voy con Alan –las dejé y me fui.
Fui directo a donde está Alan, que de seguro era su locker, y sí, ahí estaba él sacando sus cosas.
–Ey linda, ¿por qué no estás con las chicas en el buffet? –cerró el locker.
–Discutí con Emma –bajé la mirada.
–¿Por qué, linda? –se acercó preocupado a mí.
–Por ti –levanté mi mirada.
–¿Por mí? Cómo, no entiendo –pasó su mano por mi espalda y empezamos a caminar.
–Sí, porque no le pareció lo que ocurrió ayer, lo del pelotazo que casi me das y eso. Entonces me dijo que no le pareció que te haya dicho que sí a ser tu novia antes de hablar de eso.–
–Linda, no te pelees por eso. Entiendo a Emma, solo está preocupada y molesta por lo ocurrido –me abrazó.
–Pero es que no es solo eso, defendió a Vicent, cuando es él quien genera todos los problemas –me separé del abrazo.
–¿Defendió a Vicent? –alzó una ceja.
–Bueno, ella dijo que no lo estaba defendiendo, pero eso me daba a entender a mí.–
–Babe, ella solo está enojada, no te preocupes. Iré y hablaré con ella –puso su mano en mi hombro y seguimos caminando.
–¿Harías eso? –me sorprendí ante su solución.
–Eso no es nada, linda. Haría cualquier cosa por amor –me dejó un cálido beso en la frente–. ¿Quieres que vayamos con ellas o quieres estar un rato sola?–
–Vamos un rato afuera, quiero pensar.–
–Está bien, linda, como digas –nos fuimos a las gradas del patio–. Espérame aquí, iré a traer la comida –se fue de nuevo adentro.
Me quedé esperando a que volviera, miré un poco el teléfono hasta que sentí que se sentó al lado mío.
–Amor, volviste –me giré.
–Hey, hey, que no soy tu amor –era Vicent, ¿por qué siempre él?–. ¿Qué haces acá sola? ¿Y tus amigas?–
–Vete, no te interesa –le contesté seco.
–¿Por qué tan seca? Ayer nos llevamos muy bien –parecía estar muy simpático el día de hoy.
–No te creas, lo hice en forma de agradecimiento, por haberme protegido del pelotazo. Y porque estabas en mi casa, tengo que ser buena anfitriona, tú mismo lo dijiste –me crucé de piernas.
–Decile a Laura que me invite a comer de vuelta, estuvo todo muy rico –se tocaba la panza.
–Ya quisieras. Dos cosas te voy a decir: primero, no le digas Laura a mi mamá como si la conocieras y tuvieras la confianza de llamarla así; segundo, te invitó solo porque me salvaste del pelotazo –mi semblante era serio.
–Uyy, entonces tendré que salvarte más seguido –no lo puedo creer, este se comió un payaso.
–Para eso estoy yo, SU novio –apareció Alan detrás de él.
–Ushh, ya llegó este –se paró–. Bueno, Pheebs, me voy –me saludó y se fue, no sin antes pasar por al lado de Alan golpeando su hombro.
–A este yo lo mato –Alan iba a ir tras él, pero lo detuve.
–No le des importancia, amor –lo llevé a que se siente conmigo–. Comamos antes de que se termine el receso.–
–Sí, comamos –me pasó mi sándwich y él agarró el suyo–. ¿Te parece si vemos una película mientras? –movió su teléfono.
–Sí, me parece –reí con la cara que puso.
–¿Qué película quieres que veamos? ¿Una romántica? ¿De acción? ¿Graciosa? –se puso a buscar.
–Mmm... una graciosa –miré el teléfono a ver qué elegía.
–Esta –puso la película en el teléfono y fuimos comiendo.
Faltaban todavía 10 minutos de receso. Ya habíamos terminado los sándwiches, Alan estaba muy enganchado con la película. Estaba buena, pero yo tenía un poco de sueño.
–Amor, ¿me puedo recostar un rato? –señalé sus piernas.
–Sí, linda –palmeó las piernas para que me acostara.
Me recosté sobre él, se quedó viendo la peli y me iba haciendo cariñitos en el brazo. No logré quedarme dormida, decidí ponerme boca arriba. Alan estaba concentrado en la película y no se dio cuenta de que lo estaba mirando, hasta que le toqué el cachete.
–¿Qué hacés? –rió nervioso.
–Nada, mirando las facciones de mi novio –bajé la mano de su cara.
–¿Y cuál es tu veredicto? –alzó una ceja.
–Mmm... que tengo un novio muy hermoso.–
–Y yo una novia muy hermosa –se acercó y depositó un beso en mis labios.
–¿Hablaste con Emma? –volví a recordar.
–No, todavía no. ¿Querés que vaya ahora? –inclinó su cabeza.
–Sí, por favor –me senté y me acomodé al lado de él.
Me dejó un beso en la frente y se fue. Yo agarré mis cosas y recordé que nunca vi qué había en la bolsita que me regaló Alan. La busqué entre mis cosas y la saqué. Miré dentro de la bolsita y vi que había un llaverito que creo se compartía, parecía faltarle la otra mitad. Era muy bonito. Lo puse en el cierre de mi mochila.
Me paré y fui directamente al baño, necesitaba mojarme la cara, estaba muy dormida. Entré, me arreglé un poco. En eso, entró Olivia al baño.
Editado: 20.09.2025