Llamada con corazón ❤️
—Corazón, ¿estás ocupado? —rogaba que su respuesta sea un no.
—No, linda, en este momento no. ¿Pasó algo con las chicas? —no sabía cómo decirle que al final terminé en la casa de Vicent.
—Linda, ¿sigues ahí? —insistió ante mi silencio.
—Sí, corazón, solo que te quería pedir si puedes venir a buscarme a la casa de Vicent —mi tono de voz se iba disminuyendo.
—Está bien, linda, ahora voy —lo escuchaba bastante tranquilo, así que eso me tranquilizó.
—Gracias, corazón —colgué la llamada.
Me miré al espejo, me mojé un poco la cara con agua fría, había quedado muy incómoda desde lo que me dijo Vicent y se me notaba; tenía los cachetes un poco colorados. Me sequé la cara, me acomodé el pelo y salí. Fui hasta el comedor y me senté para seguir haciendo el trabajo.
—Te tardaste mucho —se quejó.
—¿Y qué tiene? —seguí escribiendo.
—No sé, anda a saber qué estabas haciendo en mi baño.
—¿Me estás tratando de ladrona? —me enojé por lo que dijo, pero no pensaba mirarlo y que él gozara de haberme hecho reaccionar.
—Si, el saco te queda —me arrebató el lápiz de la mano—. ¿Qué pasa? ¿No quieres mirar mi hermosa cara?
Ashhh, lo odio demasiado.
—No te miraba porque si lo hago me dan ganas de vomitar —apoyé mi espalda en el respaldar de la silla.
—No te creo, esa no fue tu reacción cuando me acerqué en la cocina —sonreía con aires de superioridad.
—Yo no diría eso cuando tú fuiste quien se acercó a mí —le saqué el lápiz de la mano.
—Yo no cantaría victoria —volvió a sacarme el lápiz.
—¿Qué? ¿Por qué? —no entendía qué quería decir.
—Porque yo no fui quien cerró los ojos esperando vaya a saber qué —dejó el lápiz delante mío y empezó a subir las escaleras.
—¡Eres un tarado, Vicent! —no me contuve más—. ¡TE ODIO!
—ES MUTUO —se sintió desde el piso de arriba.
No me lo aguanto más, es insoportable.
Empecé a guardar mis cosas. Alan ya debería estar por llegar. Cerré la mochila, la dejé en el piso y me senté. Agarré el teléfono y vi que Alan me había mandado un mensaje.
Corazón ❤️
"Linda, estoy afuera."
Agarré mi mochila y llamé a Vicent.
—¡VICENT! —le pegué un grito.
—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? —bajaba las escaleras tranquilo.
—Me voy, ábreme la puerta —le ordené señalando la puerta.
—¿Qué, no tienes manos? ¿No que tú podías todo solita? —se quedó parado al frente mío con los brazos cruzados.
—No sé cuál es la llave —solté con obviedad y en un tono burlesco.
—No está cerrada con llave.—
—Ah, bueno, no lo sabía —me acerqué a la puerta—. Muy lindo todo, que no se vuelva a repetir —salí y di un portazo a la puerta, puerta que sentí abrirse luego de que salí.
—¿Es por eso que estabas tan apurada? ¿O porque...? —sentí cómo hablaba detrás mío mientras me acercaba a Alan y no lo dejé terminar; no quería que Alan se enterase de lo que pasó en la cocina. No por mí, sino por cómo reaccionaría y porque mataría a Vicent.
—Vicent, métete adentro, no te importa el porqué —le volví a dar la espalda.
—Hola, linda —depositó un beso en mis labios.
—Hola, corazón.—
—¿Nos vamos? —yo solo asentí ante su pregunta.
Me subí del lado del acompañante, pasé mi mochila a los asientos de atrás, Alan arrancó el auto y nos fuimos. Yo estaba perdida en mis pensamientos, temía que Vicent dijera algo sobre eso.
—¿Todo bien, linda? —puso su mano sobre la mía.
—Sí, todo bien, corazón, solo estoy un poco cansada —entrelacé nuestras manos.
—Entonces te dejaré en tu casa para que descanses —por cómo era su tono, quería dar pena.
—Tampoco estoy tan cansada ¿qué tenías en mente? —me giré levemente hacia él, cosa que él vio de reojo y rió.
—Te pensaba llevar a mi casa y que viéramos una película y cocináramos algo —me miró cuando nos frenamos en el semáforo—, pero si estás cans...—
No lo dejé terminar.
—Sí, sí, quiero —me acerqué y le dejé un beso en la mejilla.
Él me regaló una sonrisa y arrancó el auto cuando el semáforo dio verde. Encendí la radio y los primeros acordes de "There's Nothing Holdin' Me Back " de Shawn Mendes llenaron el espacio. La canción me resultó extrañamente familiar, como si la hubiera escuchado en algún otro lado, provocándome una punzada de alegría y un vacío inexplicable. Era raro, pero seguro ya me acordaría de dónde la conozco; sé que en otro lugar la he escuchado.
Editado: 20.09.2025