—Hola, ¿podrías darme un vaso de agua? —me apoyé en el mostrador.
La moza me sonrió y fue a buscarlo. No era para mí, era para Lucas, el dijo que quería y justo fue al baño, entonces aproveché para buscarlo. La chica se acercó hasta mí con el vaso.
—Disculpa, ¿puedo hacerte una pregunta sin que te ofendas? —su tono fue suave.
—Sí, tranquila —le dediqué una sonrisa.
—¿Por casualidad eres la novia del chico que te acompaña? —miró hacia la mesa donde estábamos sentados.
—No, es solo un amigo y no tiene novia —reí al ver su cara.
—Ay, gracias, es que se me hizo muy lindo —su cara se tornó un poco roja, pero casi nada.
—Mira, hagamos algo: ahora que vuelve, yo me voy al baño y tú te acercas con el vaso de agua y le pides el número —me fui a la mesa. Sabía que si me quedaba esperando me diría que no. Lucas venía de regreso.
—Perdón, Pheebs —se sentó.
—Tranquilo, ahí pedí tu agua, ya la van a traer —miré a la moza—. Bueno, ahora voy yo al baño.
Me paré y me dirigí al baño. Obvio no entré, me quedé viendo a lo lejos. Ella se acercó y, al parecer, le entregó un papelito. Quise seguir viendo, pero una llamada me interrumpió.
Llamada con corazón ❤️
—Hola, linda, ¿podemos hablar? —se le costaba entender, hablaba como si las palabras le pesaran.
—Alan, te dije que… —no me dejó terminar.
—Ya sé, me dijiste que esperara, pero por favor, quiero hablar contigo… te lo ruego —se escuchó en un susurro.
Me quedé en silencio escuchándolo hasta que escuché otra voz de fondo.
—Señor, por favor, le va a hacer mal tanto alcohol, deje ese vaso —se escuchó el forcejeo.
—Alan, ¿dónde estás? —me exalté—. Voy a buscarte, ¿dónde estás?—
—Hola, disculpe, soy el bartender, le cuesta hablar y me parece que se quedó dormido, estamos en el bar AURA —corté la llamada.
Me acerqué hasta Lucas, que estaba con la moza; no quería interrumpirlos, pero tenía que ir a buscar a Alan.
—Perdón que los interrumpa, pero me tengo que ir: Alan está borracho en un bar, tengo que ir a buscarlo —tomé mis cosas.
—Espera, voy contigo —Lucas se paró.
—No, quedate con ella, no te preocupes —les sonreí.
—Vas a necesitar ayuda, deja que vaya contigo —la chica se metió.
—Isa tiene razón —tomó sus cosas.
—¿No tienen problema? —los volví a mirar.
—No, aparte yo tengo que volver a trabajar. Nos vemos más tarde, Lucas —depositó un beso en su mejilla.
—Adiós, Isa —la saludó—. Vamos —salió.
Yo sacudí mi mano en forma de saludo. Salí detrás de Lucas, quien perdí; no lo encontraba. Miré para todos lados y sentí un bocinazo. Era Lucas, tenía auto. Me subí al auto, puse el GPS y él arrancó hasta el bar; no preguntó nada, solo manejó. El ambiente era cómodo, pero había demasiado silencio.
—¿Es tu auto? —le presté atención a cada detalle.
—No, es de mi mamá; me lo presta cuando no lo usa —siguió manejando—. Pheebs, ¿es ese de allá? —señaló la esquina.
—Sí, es ese —me desabroché el cinturón—. Gracias, no te preocupes, yo después pido un auto. Me bajé.
Entré al bar; no puedo creer que era plena tarde y él estaba tomando. Busqué por todas las mesas, pero no lo veía. A lo lejos vi a alguien haciéndome señas. Me acerqué a la barra y era el bartender.
—Hola, disculpe, ¿usted es la novia de Alan? —me miró.
—Sí, pero ¿cómo lo sabe? —
—Alan, borracho, lloró y me mostró una foto suya; venga, está de este lado —me llevó hasta la otra punta de la barra.
Me acerqué a él y lo vi dormido encima de la barra. Estaba todo despeinado y los rastros de lágrimas se habían secado. A pesar de estar enojada con él, no pude evitar preocuparme y que me diera un poco de ternura verlo despeinado y dormido. Pero todo eso se fue cuando lo desperté.
—Alan, corazón, vamos —lo moví un poco.
—Linda, viniste —me abrazó.
—Uff, apestas a alcohol —alejé mi cabeza lo más que pude—. ¿Cuánto has tomado? —
—No sé, tal vez una copa, o tal vez diez; no las conté —sonrió.
—Ven, vamos —lo intenté parar.
—No, no iré. Tú estás enojada conmigo, y capaz me terminas; yo no podría vivir sabiendo que te perdí, que ya no estarás conmigo —se cruzó de brazos y una lágrima cayó por su cara.
—Alan, ven, estoy enojada, pero necesitaba tiempo para pensar lo que pasó. Luego lo hablamos bien —como pude lo paré.
Él parecía no ser muy consciente en este momento; no coordinaba sus pasos. Se tropezó con sus pies. Hice lo posible para que no se cayera, pero no lo logré; terminó en el piso. Ahora iba a ser un trabajo levantarlo. Pasé su brazo por mi cuello, tiré para arriba, pero de un momento a otro se volvió más liviano.
—Te dije que necesitarías mi ayuda —rió teniendo a Alan.
—Gracias, Lucas.—
—Llevémoslo al auto, no acepto un no por respuesta —entrecerró los ojos.
Asentí y empezamos a caminar hacia la salida. Alan iba balbuceando cosas incoherentes todo el camino al auto. Salimos y Lucas desbloqueó el auto, abrió la puerta de atrás y lo subimos. Alan se acomodó en el asiento, quise cerrar la puerta, pero me tomó por la muñeca.
—Ven conmigo —susurró.
Editado: 20.09.2025