Capitulo. 10. ACTIVO INTANGIBLE

¿Dónde está el novio?

El reloj en la pared de su apartamento marcaba las 7:30 p.m., pero para Aurora, el tiempo se había disuelto en un remolino de incertidumbre y nerviosismo. Su vestidor era un campo de batalla. Un vestido rojo era demasiado audaz, un conjunto de pantalón y blazer era demasiado corporativo. Finalmente, se decidió por un elegante y hermoso vestido azul medianoche que caía con gracia, era de un corte que sutilmente celebraba su buena figura. Mientras se miraba en el espejo, el barniz de la sofisticada directora de proyectos se resquebrajaba, dejando al descubierto a la mujer que, por primera vez en años, se sentía genuinamente emocionada por una cita. No era solo una cena. Era con Tae-jun, el hombre que se había acomodado en su mente y no quería salir de ahí desde su llegada a Seúl, había desmantelado su metódica rutina. La advertencia de Seul-ki sobre la intensidad de su primo resonaba en sus oídos. “Es muy selectivo. Es un drama.” La ironía era palpable: había inventado un "novio celoso" para esquivar a unos cuantos chicos, solo para terminar aceptando una cita con el hombre más codiciado (y probablemente más celoso, en el buen sentido) de toda la empresa y de todo Seúl.

Justo a las 8:00 p.m. en punto, un sonido suave y profundo rompió el silencio de la calle: un motor de alta gama se detuvo frente a su casa. El corazón de Aurora dio un vuelco. Se acercó a la puerta impaciente, tomó una respiración profunda, y la abrió. Allí estaba Tae-jun, apoyado en un coche oscuro y elegante que parecía absorber la luz. No llevaba el traje de tres piezas de la oficina, sino un conjunto casual pero impecable que acentuaba su porte. - Su cabello estaba peinado de forma más relajada, y en lugar de la autoridad fría que proyectaba en DaehanTech, había una anticipación en sus ojos que era casi electrizante, peso que si que estaba perdida, ese hombre es muy guapo, le dió un escalofrío solo con verlo.

Él la miró de pies a cabeza, y aunque su expresión no cambió drásticamente, Aurora vio una chispa fugaz de admiración que la hizo sonrojar ligeramente, un pequeño triunfo que le dio la confianza que necesitaba.

—Llegas a tiempo —dijo Aurora, con una sonrisa, tratando de mantener la compostura.

—Soy el vicepresidente, Aurora. La puntualidad no es una cortesía, es un requisito —respondió Tae-jun, su voz era grave y suave—. Pero en este caso, es un placer. Te ves... Hermosa y diferente. Y eso es bueno.

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Tae-jun le abrió la puerta del coche con una formalidad que ella encontró encantadora. El interior del vehículo era un santuario de cuero y silencio con el aroma exquisito del hombre que lo conduce, un contraste total con el ruido constante de Seúl. Apenas arrancaron, el juego de ingenio comenzó, disipando la tensión de la espera y confirmando que esta no sería una simple cena de negocios.

—Así que... ¿dónde está el novio? —preguntó Tae-jun, su mirada fija en el tráfico, pero con una sonrisa sutil en los labios—. El celoso. Espero que no le importe que su novia esté cenando conmigo. Podríamos tener un problema en nuestras manos si se molesta.

Aurora se rió, su risa era clara y melodiosa. Era el momento de devolver el golpe.

—Oh, ¿estas asustado? Ya le di un informe preliminar de nuestra cena, me dijo que ningún hombre lo preocupa, pero que solo no te hable de algoritmos y primeras ediciones, no hay problema. —dijo ella, con picardía.

La risa de Tae-jun fue más fuerte esta vez. Era la primera vez que ella lo escuchaba reír de verdad.

—Veo que te has estado juntando con cierta persona. Esta noche no vamos a hablar de migración de datos. Y en cuanto a mis primeras ediciones... le he prohibido a Seul-ki incluso mirarlas, pero a ti te mostraré la biblioteca completa si prometes ser una buena huésped y no robar nada. Me alegra saber que tu "pareja" es tan comprensiva con tu vida social.

—Es muy flexible —respondió Aurora, con un guiño—. Depende de la calidad de la cena y de la compañía, por supuesto. ¿Me vas a decir a dónde vamos?.

Tae-jun se tomó un momento, disfrutando de su curiosidad.

—He reservado una mesa en un lugar que frecuento. Está en un edificio con una de las mejores vistas de Seúl, pero lo más importante es que está diseñado para la privacidad. No quería correr el riesgo de tener curiosos enviándole fotos a Seul-ki. No queremos darle más material para sus chismes, ¿verdad?
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El restaurante, un elegante penthouse con paredes de cristal y una vista panorámica de la ciudad iluminada, era espectacular. La música de fondo era suave y la privacidad, absoluta. Mientras el mesero se retiraba después de servirles, la conversación tomó un giro más serio, aunque no perdió su chispa.

—Entonces, ¿por qué yo, Tae-jun? —preguntó Aurora, de repente, poniendo sus cartas sobre la mesa—. Podrías haber invitado a cenar a cualquier chica que quisieras, debes tener muchas interesadas en ti.

Tae-jun apoyó los codos en la mesa, su mirada era intensa. Se tomó un momento antes de responder, su voz era reflexiva.

—Mi vida es una serie de ecuaciones. La gente que conozco, que me presenta mi familia, o incluso mi mejor amigo, son variables conocidas. Sé exactamente lo que van a querer, lo que van a decir y cómo va a terminar la noche. Las citas son un proceso aburrido, solo una casilla más que debo marcar. Pero tú, Aurora... tú eres una incógnita fascinante.

—¿Una incógnita? —preguntó ella, desafiándolo con una sonrisa.

—Sí. Tienes una sonrisa que desarma a un departamento entero, una mente impresionante, puedo hablar contigo temas importantes en lugar de hablar de moda y cosas canales, y una capacidad para poner a cualquiera en su lugar con solo una mirada. Me intriga tu ambición, tu inteligencia, tu forma de hablar. No necesito que me digas que el mundo es complicado, necesito que me digas cómo lo vas a arreglar.

Aurora sintió un calor en el pecho que no tenía nada que ver con el vino. Él no estaba interesado en el adorno, sino en el motor.