Mis pecaminosos ojos en ti.
Era miércoles por la noche en la casa de Aurora, y la intimidad de su patio decorado ofrecía un refugio tranquilo. Jeong Tae-jun y Aurora estaban sentados juntos, hablaban sobre el viaje a Jeju que comenzaría el viernes. El aire estaba cargado de la intensidad de la relación.
—Las reglas son simples: distancia profesional en público, contacto visual nulo en la gala, nada de caricias accidentales, todo eso está prohibido—explicó Aurora, sujetando la mano de un Tae-jun alarmado—. No es el fin del mundo solo son tres días amor, recuerda que no es bueno que sepan lo nuestro aún.
—Eres increíblemente meticulosa, Srta. Sterling —dijo Tae-jun, sintiendo una punzada de afecto por sus ocurrencias.
—Mi deber es asegurar la intimidad e integridad de nuestra relación —bromeó ella, luego su tono se suavizó—. El viernes y sábado serán un ejercicio de contención. Tenemos que concentrarnos en lo que importa.
Aurora sonrió, sintiéndose completamente relajada a su lado. —Por cierto, mi amiga Do-hee está volviéndome loca planeando una cena para conocerte. Me ha preguntado varias veces cuando te presentaré.
—¿Tu amiga? —Tae-jun se interesó de inmediato—. Me gustaría conocerla. Me intriga, por conocer a la que es tu mejor amiga, seguro es una chica maravillosa.
—Te la presentaré, por supuesto, con Do-hee no hay prisa —respondió Aurora—. Pero será después del aniversario de la empresa. Primero lo primero.
Tae-jun asintió, su rostro se tornó más serio. —Y eso me lleva a mi familia. Aún es pronto para presentarte a mi familia. No es por nada malo. Es que... una vez que lo haga, esta paz, esta libertad que tenemos, se acabará. Mi madre y mis tías te van a acaparar, y no te van a dejar ir. Y yo... yo te quiero para mí solo por más tiempo.
Aurora se rió, su mente inmediatamente saltando a las exageradas tramas de las series de televisión que a veces veía. Ella, que no era coreana, tenía una visión muy particular de las ricas matriarcas.
—¡Ay, no seas dramático! Estoy segura de que son maravillosas, pero entiendo. En mi cabeza, tu madre me tiraría agua en la cara y me llamaría intrusa e igualada por poner mis pecaminosos ojos en su querido y brillante hijo, Seul-ki me ha mencionado ya con la clase de chicas que has tenido citas, todas son de familias importantes.
La imagen de su elegante madre haciendo tal cosa hizo que Tae-jun estallara en una carcajada fuerte y sincera, una risa profunda que rara vez liberaba en la oficina.
—¡No seas dramática! —dijo él, secándose una lágrima de la risa—. Mis padres son metomentodo, sí, y quieren que me case para tener nietos, pero solo quieren que sea feliz. Nunca han presionado por una candidata específica, solo por un resultado, y estoy seguro que te querrán tanto como lo hago yo.
— ¡¡¡Hay Dios que cursi!!, Eso... eso sin duda es un alivio —dijo Aurora, con una sonrisa de oreja a oreja. La realidad de su familia era mucho más dulce que la ficción.
La conversación se puso seria de nuevo. Tae-jun tomó la mano de Aurora, entrelazando sus dedos sobre la mesa. Su mirada se hizo profunda, buscando el alma de ella.
—Te quiero mucho, Aurora. No es solo un juego de citas de oficina o una aventura de verano, aunque el tiempo haya sido corto. Eres la primera persona que me da paz absoluta y me hace sentir que puedo ser completamente honesto. El hecho de que seamos tan diferentes en cultura y personalidad hace que nos complementemos al milímetro. Siento que por fin soy un hombre completo. Por eso he esperado; quiero que nuestra relación se base en esta conexión emocional. Y que sepas, que ya no podrás deshacerte de mi tan fácil.
Aurora sintió un calor inmenso en el pecho. La vulnerabilidad de Tae-jun era su mayor atractivo.
—Tae-jun, eres un hombre maravilloso. La persona más controlada que conozco, que está dispuesta a correr riesgos por mí. Yo debería decirte todo eso a ti. Eres mi refugio. Y ya no puedo dejarte ir.
—Ni se te ocurra intentarlo —murmuró él, sonriendo—. Ni muerto- dijo abrazándola fuerte.
Tae-jun volvió al tema de su cumpleaños, que caía en sábado.
—Es tu día, mi amor. Y aunque esa noche es la cena de gala del aniversario, podemos planear algo solo para nosotros. Una escapada antes de la cena.
Aurora dudó. -No te preocupes por mi de verdad, no me gusta celebrar mi cumpleaños, además en Jeju, estaras muy ocupado, con tu padre y tu madre allí. Seguro tendrás compromisos familiares y sociales.
—Escúchame bien —dijo Tae-jun, tomando su rostro entre sus manos—. Ese día, en la gala, mi padre es el Presidente Jeong, y mi madre es su acompañante. Pero por la mañana y la tarde, somos solo empleados en un viaje de la compañía. No hay reuniones familiares agendadas. El sábado 30 es el día en que podemos desaparecer. Seremos solo tú y yo, celebrando tu vida y nuetra relación.
En medio del caos corporativo que se avecinaba, se habían prometido un refugio, un pequeño secreto en una isla entera. El desafío de Jeju ya no era el secreto, sino la intensidad de su amor.
Editado: 11.10.2025