Ya no nos dejarán en paz.
Era la mañana siguiente, y Aurora se preparaba para el alta. Se despidió conmovida de las enfermeras que se habían encariñado con ella, una muestra de que su calidez trascendía cualquier jerarquía.
Tae-jun entró en la habitación con su compostura habitual, aunque sus ojos brillaban de satisfacción.
—¿Lista? —preguntó, tomando la pequeña valija de la cama y extendiéndole la mano.
Aurora se aferró a su mano. Aún sentía un tirón de la herida cuando caminaba, una molestia que le recordaba lo que le había pasado y la suelte que tenía. Él la guio con extremo cuidado hasta el coche.
Una vez en el asiento, Aurora se recostó y cerró los ojos, disfrutando del paisaje y el silencio. Se puso sus canciones favoritas y se encimismó en la música y el consuelo de la mano de Tae-jun en la suya. Pero al cabo de un rato, una sensación de familiaridad le rompió la concentración.
—Tae-jun —dijo, abriendo los ojos—. Este no es el camino a mi casa. ¿A donde me llevas? No es esa la pregunta, sería: ¿Por qué vamos camino a tu casa?
Él la miró en el semáforo, con una cara de suficiencia que la hizo sonreír, a pesar de su protesta.
—, Si lo sé, que raro, el auto se conduce solo.
—No te hagas el chistoso, Jeong Tae-jun. Llévame a mi casa. quiero ir a mi casa, y quiero dormir en mi cama.
Tae-jun se giró hacia ella con toda la paciencia del mundo, pero con una firmeza que no admitía debate.
—Ni lo pienses, Aurora. No te dejaré sola ni un segundo estos días. Te conozco mejor que tú misma. Si te dejo en tu apartamento, inmediatamente agarrarás tu laptop y te pondrás a trabajar. Y el Dr. Kim ordenó dos semanas de descanso absoluto, ya lo hablé con Do-hee y está de acuerdo conmigo.
Continuó, su tono de voz era el de un ejecutivo dando un ultimátum.
—Así que, tu recuperación la pasarás en mi apartamento, bajo mi supervisión. Ya organicé dos semanas de vacaciones para acompañarte. Trabajaré desde casa en los asuntos que no puedo delegar, hasta pedí permiso y todo, el presidente me dio su aprobación.
Aurora lo miró fijamente, con una mezcla de consternación y admiración. —¿Y por qué el Presidente de la empresa te dio el visto bueno?
Tae-jun sonrió, con una arrogancia encantadora. —Ah, porque resulta que el Presidente es mi padre, como muy bien sabes. Y él, al igual que mi madre, quiere que te recuperes. Así que, lo mejor que puedes hacer es aceptarlo.
Aurora lo miró fijamente por unos segundos, observando su perfil mientras conducía con una sonrisa victoriosa en los labios. Solo pudo soltar un largo suspiro. —De acuerdo, ahira descubro esa vena posesiva tuya. Tú ganas. -termino diciendo con una sonrisa.
Llegaron al ático de Tae-jun, y él la instaló en el sofá, que ya tenía listo con cojines mullidos y una manta súper linda. Aurora sonrió, dejándose mimar por el hombre que había planeado todo.
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Los días de convalecencia pasaron con una tranquilidad inusual. El Tae-jun Ejecutivo se turnaba con el Tae-jun Enfermero, pero siempre era el Novio Devoto.
Una tarde, el apartamento se llenó de vida. Su madre, la Señora Jeong, llegó para visitarla, trayendo consigo a dos de sus hermanas: las tías maternas de Tae-jun. Aurora quedó encantada con las ocurrencias de las tías, que llenaban el espacio de risas y anécdotas extravagantes.
Poco después, se unió a la reunión el tío escritor famoso de Tae-jun (el hermano de su padre) y su esposa que resultó ser la famosa actriz que le encantaba, madre de Seúl-ki y hermana de la señora Jeong, La tarde fue un torbellino de conversaciones intelectuales y bromas familiares.
Cuando Aurora la reconoció se quedó pasada de impresión.
—¡Espera un momento! —exclamó Aurora, sintiendo que le daba un mini-infarto—. ¡Yo sé quién es usted! ¡Usted es la actriz! ¡Me encantan todos sus dramas y películas!
La mujer sonrió, con una modestia profesional. Era la hermana menor de la Señora Jeong.
—Es un placer, querida. Soy la tia favorita por mucho, es un placer conocerte por fin. Mi hija me ha hablado maravillas de ti y te manda saludos, no pudo venir, está trabajando.
La tarde fue increíblemente divertida. Aurora quedó encantada con las tías y sus ocurrencias. Todos la trataron con una calidez genuina.
Más tarde, cuando la casa se vació, Aurora le preguntó a Tae-jun, con una sonrisa atónita:
—¿Por qué no me habías dicho que tu tía era esa actriz que sabes me gusta mucho, hasta te obligue supuestamente para ver esa película- dijo mirándolo mal.
Tae-jun, que estaba recogiendo los cojines, se encogió de hombros, con una sonrisa pícara. —Oh, ¿te sorprendiste? Lo siento, ese detalle de la ascendencia no estaba en mi dossier sobre mí mismo. Además, Seul-ki te lo podría haber dicho, es su madre. Yo solo tengo la culpa de que te haya gustado mi familia.
—Me encantaron. De verdad, entendí por qué eres como eres. Y tu madre, y tus tías... Son maravillosas.
—Lo son —dijo él, sentándose a su lado y tomando su mano. —Y todos están maravillados contigo. Ya no nos dejarán en paz, demasiadas actividades, ya verás.- Tae-jun dijo actuando un escalofrío.
Los días siguientes, las visitas continuaron. La Madre de Tae-jun y sus tías la colmaban de regalos, chucherías y comidas deliciosas. Aurora estaba abrumada de alegría.
Toda su vida, su propia tía la había querido a su manera, pero por un corto periodo de tiempo, su corazón siempre había anhelado esta clase de atención y afecto familiar incondicional. Estar en el ático de Tae-jun, rodeada de su familia y bajo el cuidado de su novio era más que una recuperación física; era la sanación del corazón. Ella había encontrado su lugar.
Editado: 30.10.2025