Lobo rabioso, enjaulado.
El mundo exterior se convirtió en una trinchera. La chispa fue encendida por un post anónimo en un foro, pero la explosión ocurrió cuando el vídeo de YouTube se viralizó. Las acciones de DaehanTech cayeron un preocupante 9% en las primeras horas de la mañana.
La prensa sensacionalista, hambrienta de escándalos chaebol, rodeó el edificio principal de DaehanTech. Los periodistas, como buitres, esperaban una declaración, una imagen, cualquier cosa.
Tae-jun no pudo ni siquiera acercarse a la oficina. El Presidente Jeong le ordenó quedarse en el ático. El Vicepresidente, acostumbrado a manejar crisis multimillonarias, se encontró de pronto enclaustrado y paralizado por un ataque personal y anónimo.
En el ático, Tae-jun estaba furioso. Iba y venía por la sala de estar, mirando los tickers de la bolsa.
—Esto es una maldita ridiculez, Aurora —dijo, la rabia contenida en su voz—. Alguien invirtió una cantidad considerable de tiempo para crear este escándalo. ¡Y lo peor es la calumnia! Sabes que nunca haría algo así.
Aurora se levantó del sofá y caminó hacia él, había pasado la noche con el, gracias al cielo por qué así vio las noticias con el en la mañana. Había ordenado el desayuno, intentando introducir algo de normalidad en el caos.
—Sé que es una mentira, Tae-jun —respondió ella, con esa calma que siempre lo anclaba—. ¿Crees que después de estar contigo estos meses dudaría de tu integridad moral? Jamás. Quien sea que te esté atacando, está buscando debilitarte con lo que más te duele: la imagen pública de tu familia. Tienes que enfocarte en probar la falsedad, no en la furia, veras que todo el mundo se dará cuenta de la verdad.
Los días se convirtieron en una pesadilla de llamadas telefónicas. sus padres, tíos y amigos cercanos llamaban constantemente, para apoyarlo en esta situación.
Una tarde, mientras la televisión emitía un segmento de opinión que destrozaba la reputación de Tae-jun, él habló con sus padres por videollamada.
—Padre, sé que esto está costando mucho dinero, no se quién podría hacer algo así, lo mejor que podría hacer es...
El Presidente Jeong lo miró con una firmeza paternal.
— Tae-jun, hijo mío. Quienquiera que te esté atacando quiere que te rindas. Esta es una crisis de imagen, no de gestión. Cierra tu boca, desmiente oficialmente y deja que nosotros, y tu equipo legal, manejemos a la prensa. Solo concéntrate en encontrar la fuente.
Su madre se acercó a la cámara, mirando directamente a su hijo y luego a Aurora, que estaba sentada a su lado.
—Escúchame bien, hijo. La familia Jeong nunca se esconde. No dejes que la presión te afecte. Te vemos fuerte, y eso es lo que necesitamos.
La confianza familiar era un muro inquebrantable contra el odio mediático
Los días siguientes fueron de un infierno constante. Tae-jun estaba consumido por la frustración. El ático se sentía pequeño y sofocante.
Una noche, Aurora lo encontró solo, mirando el perfil de los medios que lo destrozaban.
—Quiero encontrarlo, Aurora. Quiero saber quién es el que me odia tanto como para hacer esto. No fue un simple hater. Esto es personal.
Aurora se sentó a su lado y le tomó la mano.
—Sé que es personal. Y lo encontraremos. Pero no permitas que consuma tu alma. Mírate, Tae-jun. Has pasado de ser un hombre que se esconde detrás de la indiferencia a uno que se consume en la rabia.
—¡Es que están mintiendo sobre mi pasado! Están atacando mi...
—Están atacando el muro que construiste —lo interrumpió ella suavemente—. Pero ese muro no eres tú. Tú eres el hombre que me cuidó en el hospital, que me reveló su vulnerabilidad, que me ama a pesar de mi falta de pedigrí. Eso es lo que es real. Quienquiera que sea el cobarde, está detrás de una pantalla. Tú estás aquí, conmigo.
El poder de su verdad desarmó a Tae-jun. Él la atrajo hacia sí, besándola con una necesidad que trascendía la pasión; era el beso de un hombre encontrando su refugio.
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Los días siguientes fueron de una frustración constante para Tae-jun. Mientras él manejaba las llamadas legales, Aurora decidió que la pasividad no era una opción.
—Tae-jun, si es un ataque cibernético, debemos usar nuestros recursos cibernéticos —afirmó ella, mientras seguía trabajando en su computadora.
Ella contactó a Seul-ki, quien organizó una reunión de emergencia en el ático con el jefe del equipo de Seguridad de la Información, un joven brillante llamado Min-ho.
Aurora se sentó con Min-ho y su laptop en la mesa de la sala, inmersa en una pila de códigos y logs.
—Min-ho, Necesitamos la dirección IP original del primer post —ordenó Aurora, con la concentración de sus días universitarios—. La encriptación es sofisticada, pero si fue un cibercafé, hay un rastro físico que se debe poder rastrear con las coordenadas de la VPN.
Min-ho asintió, impresionado por la comprensión técnica de la Directora. Tae-jun los observaba desde la distancia, orgulloso de que Aurora convirtiera la crisis en una misión.
Fue Min-ho quien descubrió una anomalía.
—Señorita Aurora, la publicación inicial pasó por un proxy de altísimo nivel. Solo alguien con credenciales de DaehanTech Security o con mucho dinero pudo haberlo comprado. Pero mire esto... hemos encontrado un pequeño error en la codificación de tiempo. Parece que el usuario final olvidó ajustar el reloj de su máquina.
Seok-jin se unió a la reunión por teléfono. —¡El tiempo! Si saben la hora real de la publicación, podemos cruzarla con los datos de las cámaras de seguridad del cibercafé, si es que existen. Yo me encargo de localizar al dueño del canal de YouTube y a las supuestas víctimas.
Aurora y Min-ho le dieron las coordenadas y la hora exacta que la investigación les había arrojado.
—Lo que no entiendo —dijo Aurora, mirando los códigos—, es por qué alguien haría esto de forma tan ingenua. Es un ataque profesional, pero con un rastro amateur. Es como si el orquestador quisiera dejar una pista para que lo encontráramos.
Editado: 30.10.2025