Capitulo 33. ACTIVO INTANGIBLE

A la mierda, es mi chica, todos los van a saber.

Tras la escalada de las amenazas y la tensión del último ataque, Tae-jun y Aurora tomaron una decisión silenciosa pero firme: no permitirían que la sombra del acosador dictara sus vidas o su felicidad. Aunque la identidad del culpable seguía siendo un misterio frustrante, el miedo no sería su dueño.
Esa mañana, el acuerdo tácito fue evidente. Ya no más entradas separadas. Ya no más miradas furtivas en el ascensor.

Llegaron juntos a la sede principal de DaehanTech. La escena paralizó el vestíbulo: Tae-jun, el hermético y sexy Vicepresidente que rara vez mostraba emoción, caminaba con una sonrisa relajada, su rostro transformado por una felicidad genuina. A su lado, Aurora, resplandeciente, iba firmemente tomada de su mano.

El shock se extendió por la empresa como un rumor explosivo.

Hubo muchas personas felices que sonrieron al ver a la Directora, a quien admiraban por su talento, finalmente recibir el reconocimiento público de Tae-jun.

También hubo muchas chicas y chicos tristes que vieron sus esperanzas de conquistar al heredero de DaehanTech desvanecerse en un instante.

Más de uno quedó sorprendido y fascinado al presenciar la transformación del Vicepresidente.

Nunca se había visto al implacable Tae-jun tan encantado de estar con una mujer, tan cómodamente expuesto. El gesto, simple como era, gritaba seriedad: ya no había vuelta atrás.

Durante el día, Aurora notó un cambio radical. Muchas chicas que se encontraban con ella en los pasillos de la empresa no solo la saludaban con más respeto, sino que la felicitaban abiertamente, aceptando el nuevo estatus de la relación. La era de la especulación había terminado.

Para disipar cualquier duda persistente, Tae-jun se aseguró de que el mensaje fuera inequívoco.

Al final del día laboral, el mismísimo Vicepresidente caminó por el piso ejecutivo y se dirigió directamente a la oficina de Aurora. Se apoyó en el marco de la puerta, con esa mirada suya intensa, esperando a que ella terminara de guardar su laptop.

—¿Nos vamos, Directora? —preguntó, su voz lo suficientemente alta para ser escuchada por las secretarias cercanas.

Aurora le sonrió, recogió su bolso y caminaron juntos hacia los ascensores, tomados de la mano nuevamente.

Quedó más claro que el agua: si acaso alguien tenía alguna duda de esa relación, ya no la tenía. Tae-jun no iba a permitir que una amenaza anónima lo obligara a ocultar lo que sentía. El mensaje a su atacante era claro: no iba a vivir con miedo. Disfrutaría de su relación abiertamente, y su felicidad sería su mayor defensa.