Capitulo 39. ACTIVO INTANGIBLE

En efecto, somos unas perras locas.

Eran las 11 de la noche, siete horas desde que Aurora desapareció, y ocho desde el secuestro de Seul-ki. El ático de Tae-jun se había transformado en una sala de crisis, con una tensión sofocante.

Estaban reunidos todos: sus padres (el Presidente y Jeong Ji-eun), los padres de Seul-ki, Seok-jin, y Do-hee y el novio de esta. El Detective Choi estaba allí analizando la foto y la situación.

El detective confirmó la secuencia:

Las cámaras del parqueo subterráneo del apartamento de Seúl-ki captaron el secuestro a las 2:00 de la tarde. (En el video se ve como Seúl-ki va caminando tranquila viendo algo en su teléfono y justo cuando iba a abril la puerta de su coche, del auto de al lado sale un hombre vestido de negro de la puerta del pasajero y le tapa la boca con una tela y Seúl-ki se remueve pero luego se pierde las fuerzas, el tipo la carga y luego la coloca en la parte de atrás del coche, da la vuelta rápido se sube en el lado del conductor y se va).

Una hora después, Baek-ho usó el teléfono de Seul-ki para llamar a Aurora.

Baek-ho se llevó a Seul-ki porque sabía que era la única manera de que Aurora saliera sola, aprovechando la lealtad de la amistad.

La presencia de las pertenencias de Seul-ki en el estacionamiento y las de Aurora en su coche indicaban claramente que Baek-ho no quería dinero, quería hacer daño.
—Todo minuto cuenta,—dijo el Detective Choi, agotado—. Estamos revisando todas las cámaras de seguridad del perímetro del café. Usted debe esperar el mensaje con la dirección para poder atraparlo.

Tae-jun, pálido pero firme, asintió. Seok-jin se mordía las uñas, su desesperación era visible. El ático, lleno de gente, vibraba con la impotencia.
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Mientras la tensión se cocía a fuego lento arriba, en el sótano, Aurora y Seul-ki habían estado hablando por horas. Habían decidido que, por nada del mundo, Baek-ho podría separarlas, tenían un miedo atroz, no tenían la morzada y ya las había desatado de los pies por qué aurora pidió ir al baño y luego seul-ki pidió lo mismo, así que tenían los pies libres.

—Si es de morir, tenemos que morir luchando —susurró Aurora, las cuerdas apretándole las muñecas—. No podemos dejar que se lleve a cualquiera de nosotras a solas.

Seul-ki, con una sonrisa débil, levantó las manos. Aurora no podía creerlo: ¡las cuerdas de su amiga estaban desatadas!

—Nadie va a morir hoy —dijo Seul-ki, que había estado usando el borde afilado de una pieza de vidrio para desgastar la cuerda con paciencia silenciosa—. Este imbécil nos subestimó, tengo esto desde que estaba en el cafe, quería cortarle el cuello al maldito.

Rápidamente, Seul-ki desató a Aurora. Estaban a punto de levantarse cuando escucharon la puerta.

—¡Viene! —susurró Aurora, se colocaron como estaban con las manos detrás, estaba asustada Pero llena de adrenalina, todas esas películas de secuestro que había visto deben valer para algo.

Baek-ho entró, su rostro lleno de arrogancia. Se acercó a ellas con una sonrisa siniestra.

—Pronto tendremos la fiesta. Tae-jun está en camino. —Se rió—. No sabe lo que le espera, usaré el miedo que siente por ustedes para poder acabar con el.

Se acercó a Seul-ki. —Ya no te necesito, basurita de mierda. —dijo, y sacó un cuchillo grande y filoso de detrás de su espalda, acercándolo a Seul-ki, que estaba pegada a aurora.

En un relámpago de furia, Aurora le dio una patada de karate torpe pero fuerte en la mano. Baek-ho, sorprendido, soltó el cuchillo, que salió volando y se cayó lejos de los tres.

El acosador se agachó para recuperarlo, pero Aurora se lanzó en un gateo desesperado hacia el arma. Baek-ho le lanzó una patada a un lado que la hizo tambalear, pero no la soltó. El acosador se inclinó y le agarró el pelo.

—¡Perra! —gritó Baek-ho.

Pero antes de que pudiera reaccionar, Seul-ki se abalanzó sobre él. En lugar de una pelea de artes marciales, fue una pelea de gatas enojadas. Seul-ki lo rodeó por el cuello con el brazo y se colgó de su espalda como poseida. Baek-ho se puso de pie, gruñendo. Le dio un codazo violento en las costillas a Seul-ki, quien lo soltó con un gemido, en ese momento aurora se abalanzó sobre con toda la fuerza que le quedaba y empezó a golpearlo, Seúl-ki se unió a ella y no le daban tregua al Baek-ho que intentaba pararse, y se puso de rodillas esquivando los gorpes de Seúl-ki

En ese instante de distracción, Aurora agarró el cuchillo y, con una determinación que nunca supo que poseía, le dio un corte limpio en el abdomen.

Baek-ho soltó un grito de dolor y cayó al suelo de lado.
No esperaron iban a salir corriendo del lugar, Pero luego aurora agarro a Seúl-ki de la mano y se paró en seco y luego miro hacia donde estaba Baek-ho en el suelo.
--"Debemos amarrarlo, en las películas el malo siempre escapa por qué no lo inmovilizan.--

Las dos amigas actuaron al unísono. Seul-ki le agarró las manos, y Aurora le sujetó los pies. Las dos, con la adrenalina a tope, lo amarraron con las mismas cuerdas con las que ellas habían estado atadas. Los nudos eran rudimentarios, pero la fuerza de la rabia los hizo infranqueables.

Luego de amarrar al acosador, ambas estallaron en risas nerviosas e histéricas, el alivio y la adrenalina liberándose en el pequeño sótano. Inmediatamente después, se quejaron al unísono, agarrándose sus costillas magulladas.

Aurora se acercó al acosador. —¿Tan arrogante eras que no creíste que dos mujeres podían darle la vuelta a tu patética situación, maldita basura, desecho humano.-- dijo mientas lo pateaba con rabia.

Mientras Seul-ki usaba el celular de Baek-ho (que encontraron en su bolsillo, junto a unas llaves) para llamar a la policía y luego a Tae-jun, el juego del acosador terminaba en el suelo de un mugriento sótano.

Aurora y Seul-ki, temblando pero triunfantes, salieron del sótano. La puerta del sótano se cerró con un chasquido. Se percataron de que la manija solo estaba del lado de afuera, dejando a Baek-ho atrapado en la oscuridad que había elegido, sin ventanas y con una única salida bloqueada.