Activo Intangible

FINAL

Sin lugar a dudas la vida era maravillosa

El sol de media mañana caía sobre el amplio y hermoso patio de la mansión. Tae-jun, ahora con unos cuarenta años, se encontraba sentado en un sillón de mimbre increíblemente cómodo. Llevaba gafas de sol, su expresión era de paz absoluta.

A lo lejos, las risas de los niños resonaban en el aire, una melodía alegre que era la banda sonora de su vida.

Sus ojos se posaron primero en su primogénito, Joon-ho, que ya tenía nueve años. El niño era la viva imagen de Tae-jun, tanto en el físico como en la concentración. Estaba enfrascado en una conversación profunda con su abuelo, el Presidente (ahora Ex-Presidente) Jeong. Desde que Joon-ho nació, el patriarca se había retirado para dedicarse exclusivamente a disfrutar de su nieto, cediendo la presidencia a Tae-jun.

Luego, Tae-jun dirigió su mirada a sus dos hijas. Las gemelas Hye-rin y Ji-na, que cumplirían cinco años el mes siguiente, estaban en la piscina, chapoteando alegremente con su niñera. Eran una mezcla perfecta, aunque Tae-jun pensaba que se parecían a él en lo físico.

Se había llevado un buen susto cuando él y Aurora se enteraron de que serían gemelos, sumándose a Joon-ho, ¡pero las cosas habían salido de maravilla!

Las niñas eran la prueba viviente de que el físico no lo era todo. Eran implacables, decididas y negociadoras, exactamente igual que su madre.

Aurora, con una sonrisa pícara, a menudo bromeaba: —La que lleva el peor trabajo soy yo, y mira que los niños no se parecen a mí en lo físico, no es justo.

Tae-jun giró la cabeza, y su sonrisa se ensanchó hasta casi dolerle. Vio a Aurora caminando hacia él, llevaba unas toallas de colores en las manos, mi esposa estaba más hermosa que nunca. Estos diez años junto a ella habían sido maravillosos, llenos de amor y crecimiento.

“He hecho un buen trabajo,” pensó Tae-jun.

Pronto tendrían al integrante número seis de la familia. Se lo dijo cuando le propuso matrimonio, y Aurora creía que era una broma. Él la había mantenido embarazada a lo largo de esta década. Aurora había tenido un embarazo y parto difícil con las gemelas, y lloró mucho cuando se enteró de que estaba embarazada otra vez. Esta vez, sin embargo, habían decidido no saber el sexo hasta el parto, para que fuera una sorpresa.
No son gemelos, solo es un bebe
Ella se acercó y le tomó su mano. Acto seguido, se sentó en sus piernas, y él la abrazó por la cintura, acariciando suavemente su abultado vientre de seis meses.
—¿Estás cansada, mi amor? —le preguntó Tae-jun con ternura.
—No. Estoy bien —respondió ella, y se rió al ver a la madre de Tae-jun unirse a las gemelas en la piscina.

—Los demás llegarán mañana —dijo Aurora—. Se quedan el fin de semana y regresan el lunes.

Tae-jun pensó en sus amigos. Seok-jin se había casado con Seul-ki hace unos años, y ya tenían un hijo de siete años, el primer primo que jugaba con Joon-ho. Do-hee también se había casado, pero se consideraba un "espíritu libre" y aún no querían tener hijos. Ella y Min-joon visitaban un país diferente cada año y siempre regresaban con regalos fabulosos para los niños.

Abrazó a su esposa más fuerte, el peso de su vientre era un recordatorio constante de su felicidad.

—Gracias, mi amor, por esta vida maravillosa que me has dado —susurró Tae-jun.

Ella le besó la mejilla. —Gracias a ti por ser el mejor papá y el mejor esposo de todo el mundo.

Justo en ese momento, las niñas vieron a su madre y gritaron su nombre.

—¡Mami! ¡Mira!
Aurora sonrió, dándole a Tae-jun un último beso rápido. —Te veo en la piscina, Presidente.

Se puso de pie y se dirigió a sus hijas. Tae-jun se quedó allí, en el rincón de la paz, observando a su hermosa familia. Era el hombre más rico del mundo, pero su verdadera riqueza estaba allí, en las risas, el agua y el amor.
**********

El sábado por la tarde, el gran patio de la mansión se convirtió en el escenario de la alegría familiar. La "familia elegida" de Aurora estaba completa.

Seul-ki y Seok-jin, junto a su hijo de siete años, Min-jun, ya estaban allí. También habían llegado Do-hee y Min-joon, con su espíritu libre y su energía viajera. A ellos se sumaron los padres de Seul-ki, que aportaban una calidez tradicional a la reunión.

Todos los adultos estaban sentados en cómodas sillas bajo la sombra de un toldo elegante, mientras que los niños se habían convertido en las estrellas del día. Habían improvisado un pequeño teatro con sábanas y cojines, listos para presentar una obra que habían estado ensayando secretamente durante semanas. Los niños estaban extasiados y felices.

Estas vacaciones de verano eran más que merecidas. Los meses anteriores, tanto Tae-jun como la propia Aurora habían estado inmersos en el trabajo, asumiendo grandes proyectos en la empresa. Ahora, tenían un mes entero para descansar.

Aurora estaba sentada junto a Tae-jun, que tenía el brazo cómodamente alrededor de ella, acariciando su vientre de seis meses. El sol brillaba, el olor a barbacoa se mezclaba con el cloro de la piscina, y las risas eran constantes.
Todo estaba en orden. Todo estaba bien. Todos sus seres queridos eran felices. La vida era, sin duda, maravillosa.

Mientras los niños comenzaban su obra con una mezcla adorable de seriedad y tropiezos, los ojos de Aurora se posaron en cada uno de sus seres queridos. Vio a su hijo mayor, Joon-ho, dirigiendo la escena, heredando el liderazgo de su padre. Vio a sus gemelas, las pequeñas fieras, actuando como princesas dramáticas.

Su mente viajó atrás, a cuando era solo una niña y se sentaba en la ventana del orfanato. Se sentaba a esperar a su mamá, soñando con el día en que alguien vendría a buscarla y le daría ese amor incondicional que anhelaba. La espera siempre fue infeliz.

Luego conoció a su tía, y las cosas mejoraron un poco. Si bien aún no recibía el amor desbordante que imaginaba, al menos sentía que alguien se preocupaba por ella.



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En el texto hay: amor romance humor, llama gemela

Editado: 09.11.2025

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