Actos Ocultos

I

El aire acondicionado zumbaba débilmente mientras Lexi repasaba unos formularios en su escritorio. Afuera, la tarde estaba gris y opresiva, como si el cielo presintiera algo. La oficina, normalmente bulliciosa, estaba inusualmente silenciosa. Ese silencio fue interrumpido por el crujido de la puerta de entrada y unos pasos firmes y pesados que resonaron en el suelo.

Ella levantó la vista y lo vio. Era alto, de hombros anchos, con una chaqueta negra que parecía haber soportado años de desgaste. Su cabello oscuro y despeinado enmarcaba un rostro pálido y anguloso, pero lo más perturbador eran sus ojos: oscuros y carentes de brillo, como si hubieran visto demasiado. Dominic Schultz. Ese era su nombre, según el gerente, que lo presentó con una sonrisa forzada y apresurada.

Dominic apenas asintió antes de caminar hacia su nuevo lugar, el escritorio frente al de Lexi. Ella sintió un nudo en el estómago. Había algo en él, una presencia que parecía llenar la habitación de un frío inexplicable. Durante horas, casi no habló. Sus dedos largos y ágiles se movían con precisión sobre el teclado, pero su rostro permanecía inmutable.

Esa noche, mientras Lexi estaba en casa, no pudo sacárselo de la cabeza. Esa sensación de que lo había visto antes la atormentaba. Con el corazón acelerado, buscó en internet, recordando una historia que había leído hacía meses. Lo encontró: un artículo sobre un caso sin resolver, con la imagen borrosa de un hombre que coincidía casi perfectamente con Dominic. Su sangre se heló al leer los detalles: desapariciones, rumores de violencia y un testigo que había descrito al hombre como “una sombra que camina.”

Al día siguiente, su ansiedad fue en aumento. Cada vez que levantaba la vista, Dominic estaba ahí, trabajando en silencio, pero sus ojos parecían estudiarla cuando pensaba que no lo notaba. En una ocasión, juró verlo sonreír, pero no era una sonrisa amable; había algo predatorio en ella, como si supiera algo que ella ignoraba.

Lexi ya no podía soportarlo. Le pidió al gerente cambiar de lugar, alegando cualquier excusa que le vino a la mente. La movieron al lado de Sebastian, un compañero amable y siempre dispuesto a ayudar. Al menos junto a él se sentía segura.

Sin embargo, la presencia de Dominic seguía siendo inquietante. Había algo en la forma en que sus movimientos eran tan precisos, tan controlados, que resultaba antinatural. A veces llegaba antes que todos, sentado en su escritorio, inmóvil, como si nunca se hubiera ido. Otras veces, se quedaba después de que todos se habían ido. Una noche, Lexi salió tarde y lo encontró parado junto a la puerta, fumando bajo la tenue luz del pasillo.

—¿Necesitas que te acompañe? —preguntó con voz grave.

Lexi negó rápidamente y se apresuró a irse, sintiendo su mirada quemándole la nuca mientras caminaba hacia el ascensor.

El ambiente en la oficina comenzó a cambiar. Dominic parecía saber exactamente dónde estaba Lexi en todo momento, y aunque nunca la tocaba ni decía nada inapropiado, su sola presencia se sentía como una amenaza constante.

***

Las semanas pasaron, pero Lexi no podía sacudirse la sensación de que algo en Dominic no era normal. Los compañeros de trabajo susurraban cosas sobre él cuando no estaba cerca. Algunos decían que nunca habían visto su identificación, otros afirmaban que trabajaba en algo más antes de llegar, algo "extraoficial". Lo único en lo que todos estaban de acuerdo era que su llegada había cambiado el ambiente de la oficina. Era como si las luces fueran más tenues, los ruidos más distantes y las sombras más largas cuando él estaba presente.

Una tarde, mientras trabajaba en silencio, Lexi sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Alzó la vista y lo vio mirándola. Dominic no apartó los ojos, pero tampoco dijo nada. Era como si supiera lo que estaba pensando, como si hubiera estado escuchando sus pensamientos más oscuros. Ella intentó concentrarse en su trabajo, pero la incomodidad no se disipó.

Más tarde, en el baño, Lexi escuchó un susurro detrás de ella, apenas audible. “Ten cuidado”. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Salió apresuradamente, pero el pasillo estaba vacío. Lo único que quedaba era el eco de su respiración y una sensación de que alguien la estaba observando.

Esa noche, Lexi volvió a buscar información sobre Dominic. Cada clic del ratón parecía amplificar el silencio de su apartamento. Encontró otro artículo, este más oscuro que el anterior. Hablaba de una serie de desapariciones en pequeños pueblos, con un denominador común: un hombre alto, pálido y con un aire "casi sobrenatural". Las descripciones coincidían, y el miedo comenzó a cerrar su garganta. ¿Quién era realmente Dominic?

Al día siguiente, Lexi evitó por completo cualquier interacción con él. Se sentó junto a Sebastian y trató de concentrarse en la seguridad de su compañía. Pero mientras pasaban los días, comenzó a notar un cambio en Sebastian. Al principio eran pequeños detalles: se inclinaba demasiado hacia ella al hablar, buscaba excusas para tocar su hombro o su brazo. Luego, los comentarios empezaron a volverse más personales, cruzando límites que Lexi nunca había permitido.

Una noche, después de que la mayoría de los empleados se habían ido, Sebastian insistió en quedarse con Lexi para ayudarla con un proyecto. Ella, aún inquieta por Dominic, aceptó, pensando que sería más seguro no estar sola. Sin embargo, el aire en la oficina se volvió sofocante cuando se quedaron solos.




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