Actos Ocultos

IV

Con el arresto de Sebastian en el pasado, las cosas habían vuelto a una aparente normalidad en la oficina, pero algo había cambiado entre Lexi y Dominic. Desde aquella noche en que caminaron juntos, las conversaciones se volvieron más frecuentes y cercanas. Dominic, a pesar de su naturaleza reservada, se mostraba más abierto con Lexi, aunque siempre manteniendo ese aire enigmático.

Esto no pasó desapercibido para sus compañeros. Murmullos y miradas empezaron a circular cada vez que Lexi y Dominic hablaban o salían juntos a almorzar. “¿Son pareja?”, preguntaban algunos en voz baja. Lexi intentaba ignorar los comentarios, pero no podía evitar sonrojarse cada vez que alguien lo insinuaba.

Una tarde, durante una reunión, uno de los supervisores bromeó directamente:

—Parece que tenemos una pareja en la oficina, ¿eh, Lexi? ¿Dominic?

La sala estalló en risas, y Lexi quiso hundirse en su silla. Dominic, sin embargo, solo alzó una ceja y permaneció en silencio, con una expresión ilegible.

Esa noche, Lexi se quedó pensando en las palabras del supervisor. ¿Parecían una pareja? ¿Dominic también lo veía así? La idea la llenó de confusión y una pizca de algo que no quería admitir: ilusión.

Todo cambió una semana después. Dominic llegó más temprano de lo habitual y, tras un breve intercambio con el jefe, se encerró en la oficina principal. Para el mediodía, el rumor se había extendido por toda la planta: Dominic había presentado su renuncia.

Lexi no podía creerlo. Apenas podía concentrarse en su trabajo, mirando de reojo el lugar de Dominic, ahora vacío. Cuando finalmente lo vio salir de la oficina del jefe con una carpeta bajo el brazo, se levantó rápidamente y lo alcanzó en el pasillo.

—¿Es verdad? ¿Te vas?

Dominic se detuvo, pero no la miró de inmediato.

—Sí —respondió, con su tono habitual, aunque más contenido.

—¿Por qué? —insistió Lexi, intentando entender.

Dominic la observó por un momento, como si estuviera debatiéndose entre responder o no.

—Es… necesario —dijo finalmente, con esa misma evasividad que siempre la frustraba.

—¿Eso es todo lo que vas a decirme? —preguntó Lexi, su voz traicionando la emoción que intentaba ocultar.

Él suspiró, y por primera vez, Lexi notó algo parecido a tristeza en su expresión.

—Lexi, este lugar ya no es para mí. He cumplido mi propósito aquí.

—¿Propósito? —repitió ella, confundida—. ¿Qué propósito?

Dominic sonrió levemente, una sonrisa casi melancólica.

—Tú sabes cuál.

Lexi sintió un nudo en el estómago. Él no estaba hablando de su trabajo. Lo sabía.

—¿Esto tiene que ver conmigo?

Dominic negó con la cabeza.

—No de la manera en que piensas. Pero es mejor así.

Antes de que pudiera responder, él añadió:

—Cuídate, Lexi. Y no dejes que nadie cruce tus límites de nuevo.

Ella intentó decir algo más, pero él ya había comenzado a alejarse. La figura de Dominic desapareció por las puertas del edificio, dejándola con más preguntas que respuestas.

La ausencia de Dominic se sintió inmediatamente. El ambiente en la oficina perdió algo que Lexi no podía definir, y ella misma se dio cuenta de lo acostumbrada que estaba a su presencia, a sus comentarios secos, a la forma en que parecía leer cada situación con una precisión inquietante.

Una tarde, semanas después de su partida, Lexi encontró un sobre en su escritorio con su nombre escrito en tinta negra. Su corazón se aceleró mientras lo abría. Dentro había una nota breve:

“Lexi,

Si alguna vez necesitas algo, ya sabes cómo encontrarme. No olvides que eres más fuerte de lo que crees.

—D.”

El sobre también contenía un número de teléfono. Ella lo sostuvo por un momento, debatiéndose entre llamarlo o no. Pero sabía que, de alguna manera, Dominic siempre estaría cerca, incluso si no podía verlo.

***

Habían pasado ocho meses desde la partida de Dominic, y aunque Lexi había intentado seguir con su rutina, su mente volvía a él con demasiada frecuencia. Había días en los que casi marcaba el número que él dejó en aquella carta, pero siempre se detenía antes de apretar el botón de llamada. No quería parecer desesperada… ni revivir lo que todavía no entendía del todo.

Una noche, mientras Lexi cenaba frente al televisor, su atención fue captada por un anuncio de una película próxima a estrenarse. La pantalla mostraba al protagonista, un hombre carismático y enigmático que hablaba con una voz familiar.

"Leon Hale regresa con ‘Más allá del abismo’, la esperada continuación de la saga que lo lanzó al estrellato."

Lexi se quedó petrificada. El hombre de la pantalla… era Dominic. Bueno, no del todo. Tenía el cabello más largo y castaño, un estilo más pulido, y sus ojos no eran oscuros sino de un color avellana brillante. Pero su rostro, su forma de moverse, incluso esa sonrisa que apenas rozaba sus labios, eran inconfundibles. Era él.




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