Actualizando Corazón

Capítulo 8

Elmer

No estoy hecho para esto, odio este olor, odio el silencio que se mete en mis pensamientos creando escenarios que me hacen odiar más la espera de no saber nada.

Hace más de tres horas que entraron con ella y nadie ha salido a decir una palabra. Las enfermeras pasan de un lado otro, pero pueden darnos una respuesta.

Charles está sentado a unos metros, con Harper, quien apareció sin que nadie la llamara. Dijo que venía a dejar unos documentos, pero todos sabemos que no, y no tengo como agradecerle este acto.

Ni siquiera consigo sentarme, al contrato del niño que no se ha movido para nada. Sigo caminando en línea recta una y otra vez, mirando la puerta por la que no sale nadie.

Hasta ahora.

Un hombre alto, bata blanca, rostro desgastado, pasos firmes, es uno de los cirujanos, y sabe que lo estamos esperando. Nos mira a todos, pero se dirige a mí.

—¿Señor Kingsley?

—Sí.

Charles levanta su cabeza al vernos interactuar. Me hace un gesto con la cabeza para que lo siga. Camino detrás de él, de manera automática.

Nos alejamos un poco del pasillo principal, solo unos metros que se sienten como kilómetros, estoy casi sin aliento.

—La paciente tuvo un paro cardiaco —empieza, y yo siento que me voy a caer—. No fue fácil recuperarla, pero sí, salió bien, y logramos lo que buscábamos con la intervención.

—¿Entonces…? —pregunto, sin poder meter aire en mis pulmones.

El médico baja la mirada, y esta maldita pausa hace mi corazón se acelere más-.

—Su presión arterial no responde como esperábamos. Está muy inestable, y corre grave riesgo de volver a tener un paro.

Trago saliva con dificultad.

—¿Qué quiere decir con “muy inestable”? —quise saber.

No entiendo nada de medicina.

—Entró delicada a UTI, señor Kingsley. No podemos sacarla de ahí todavía. Su cuerpo no reacciona a los medicamentos. Estamos haciendo todo lo posible, pero ahora queda en manos del tiempo y su resistencia.

No respondo, mi cerebro se desconecta de las palabras. Solo escucho ecos: “UTI”, “presión”, “no reacciona”, “paro”

—No puedo darle falsas esperanzas, y decirle más por ahora. —añade—. Vamos a monitorearla durante las próximas horas, pero si sigue así, no es buen pronóstico. Le avisaré si hay alguna novedad, mientras tanto puede ir a descansar, no hay nada que puedas hacer.

Le hago un gesto seco, sin palabras. El doctor se aleja, dejándome allí, como una estatua.

Me apoyo en la pared, no siento las piernas, no siento el aire, no siento nada, estoy flotando en el peor sentido de la palabra.

¿Qué voy a hacer con el niño si algo le pasa a Nora?

¿Por qué me metió en esto?

Y lo peor es que no entiendo por qué me afecta tanto, no debería importarme ella.

Pero aquí estoy: clavado en una pared blanca, sintiéndome como si me hubieran vaciado por dentro.

Vuelvo al pasillo, en piloto automático todavía. Harper está sentada junto a Charles, que ahora tiene una tablet en las manos, aunque no la mira. Solo la sostiene, como si no supiera qué hacer con sus dedos.

—¿Y bien? —pregunta Harper al verme llegar.

No puedo hablar delante del niño. Niego apenas con la cabeza, ella entiende.

Charles no me mira, aprieta la tablet contra el pecho.

—No soy un bebé, Kingsley, ya sé que mi madre no está bien. No necesitas esconder la información, como si te importará mis sentimientos.

Tiene los labios mordidos, los ojos rojos, pero no llora. El nudo en mi estómago se vuelve insoportable.

Me siento a su lado sin decir nada y lo abrazo, entonces siento su sollozo, y no puedo hacer otra cosa que seguir sosteniéndolo.

Ella podría morir, y yo no tengo ningún control sobre eso.

El tiempo no se detiene, pero yo sí, las horas se aplastan una sobre otra, sin sentido. Sin ritmo.

Charles termina durmiendo entre mis brazos, con los pies colgando. Harper intentó que comiera algo, pero fue inútil. No dijo palabra mientras lloraba. Solo cayó vencido, por el cansancio o la angustia, o ambas, no sé.

Lo cargo entre mis brazos, es liviano, pero no tanto como esperaba. Su cuerpo se tensaba incluso dormido, como si aún luchara contra todo, incluso contra el descanso.

Ningún niño merece pasar por eso, y hasta me siento culpable por la infancia que tuve, porque nunca me faltó nada, menos tuve que preocuparme por mi madre.

Harper me abre la puerta de la camioneta, le acuesto al niño en el asiento trasero.

—Gracias por todo —le digo a mi asistente.

—Deberías descansar también —murmura.

—Pronto.

—Una enfermera estará esperándolos, ella le va a cuidar esta noche —anuncia.

Y no tengo como agradecer su eficiencia, aunque no sea parte de su trabajo.

—Gracias —digo una vez más antes de subir al volante.

Conduzco hasta la mansión, llegamos demasiado rápido, o estuve divagando la mayor parte.

La mansión estaba oscura, callada como nunca. Lo llevo hasta su habitación, la enfermera ya me tenía la puerta abierta.

—Vigílalo, no lo dejes ni un segundo solo, y avísame enseguida si tiene alguna pesadilla —doy instrucciones.

La mujer asiente sin hacer preguntas.

Me acerco al niño, le doy un beso en la frente.

—Van a estar bien, campeón —susurro en oído.

Camino hasta mi oficina, dormir será imposible.

Por primera vez en años no tengo nada que revisar, ningún informe, ningún gráfico, ningún contrato que leer por encima.

Solo tengo esa imagen en mi cabeza: Nora detrás de esa puerta, inmóvil, conectada a máquinas con sonidos constantes.

Suspiro y me paso las manos por mi rostro.

No soy creyente, nunca lo fui, la fe no te saca de un juicio, ni te firma una licitación, ni te salva de una quiebra, sin embargo, ahora daría lo que fuera por que algún ser, fuerza o lo que sea… me escuche.

Que alguien la despierte, que me la devuelva, aunque sea para desafiarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.