Actuando Con El CorazÓn || T.S #1

XIII

FELIZ LUNES MIS AMORES.

AQUI LES TRAIGO UNA NUEVA ACTUALIZACION DE LAS LOCURAS DE ESTA AMERICANA QUE LAS HA ENAMORADO.

PROMETO QUE ESTARÉ PUBLICANDO MAS SEGUIDO.

RECUENDEN QUE LES AMO UN MONTON.

NOS LEEMOS PRONTO.

JEN <3

---

EVOLET

(Londres – Inglaterra)

Montrose House.

Dos semanas después…

 

«Después de todo, es tu mayor sueño»

Se quejó de manera audible.

—Mi mayor sueño es que me ames y poder tener una familia a tu lado, pero más que complicado resulta casi imposible —esa no era la palabra correcta —. Es que ni siquiera lo veo lejano —soltó en voz alta, mientras se hallaba en el jardín del Montrose House sentada sin remilgo en el prado, jugando con los cachorros, que para alegría de su persona estaban en óptimas condiciones, y ya se sostenían hasta el nivel de intentar correr con torpeza.

No siendo un problema desde el inicio, como su mente en algún momento fraguó.  Primeramente, porque Aine se enamoró de estos ni bien los vio apropiándose de uno de los de color negro, no pudiéndose negar, ya que, después de todo, no se separaría de ellos al vivir en el mismo lugar.

Por su parte Catalina al principio dudó, pero al ver los ojos de las más pequeñas brillosos y que Alistair intercedía al igual que su esposo, que con el ceño fruncido solo asentía poniéndose de su lado, aceptó sin miramientos regalándole una sonrisa maternal, mientras le acariciaba la mejilla para acto continuo besarle la frente.

Todo demasiado surreal, cuando la primera vez intentó algo como aquello su abuelita le dio un tétrico:

«Si veo deambulando a esa porquería cerca de mí, te aseguro que será lo último que aprecies de ella y obtengas de mi benevolencia»

Y el costo de su dejadez fue bastante doloroso.

Suspiró llevándose un poco de vitalidad de aquella mañana tan nublada, volviendo al presente cuando apreció como sus dedos congelados con el frio eran mordisqueados por los pequeños dientes filosos de los cachorros.

 —¡Blackie! —era uno de los de pelaje negro de trompita café, que quería cogerla de hueso.

El más inquieto de todos, el cual le meneaba la cola mientras intentaba parecer intimidante.

Fallando en el proceso como ella.

» ¡Bonny! —esta vez nombró a la de pelaje blanco y esponjoso como una nube, que se hacía bolita a su costado, pero se arrepintió, porque le pareció atractiva otra parte de su cuerpo para juguetear.

Ante su llamado le gruñó de forma graciosa intentando morder su falda, haciéndola reír con los ojos llenos de ternura.

» ¡Lucifer! —ese era el de Aine.

El otro de color negro, pero con hocico blanco.

Que, pese a lo pequeño le hacía gala a su nombre, porque le ladraba mostrándole los inexistentes dientes, intentando atacarla.

En definitiva, eran tan hermosos, que solo le faltaba algo para completar el cuadro.

Mas bien alguien, que, tras lo ocurrido, y confesado volvió a cerrarse.

Ese al que no dejaba de pensar.

Mucho menos sus besos.

Esos labios que eran uno de sus tantos sueños.

Soltó el aire de sus pulmones en un quejido audible, mientras les daba carantoñas a los pequeños.

—Por mi culpa dejó de quererme —susurró quedito.

Como si le estuviese contando el mayor secreto de los últimos tiempos.

» Pues, al intentar que me mirara de forma diferente lo alejé de mi para siempre —resopló cargando a Blackie, para darle el afecto que a ella le habían negado desde que tenía uso de razón —. Debí decirle lo que ocurría, no int… —no pudo continuar, porque el mero recuerdo dolía.

Tanto, que amenazaba con calcinarle el pecho.

Es que ella no debió encapricharse con un imposible.

Era su esposo, pero le odiaba.

Si todo hubiese seguido su curso sería su cuñado, pero la continuaría apreciando.

Dolería, pero no tanto como el tenerlo al alcance de sus manos, y no poder tocarle por el abismo que existía en medio.

Pero, lo besaste cuando estaban en el bosque y no te rechazó.

Creí que era un sueño.

Permitió que te quedaras con los perritos.

Le di lastima, y todos saben que cuando lloro suelo ser bastante frustrante.

Mi nariz ronca sin necesidad de estar dormitando.

Eso ya es desagradable de por sí, ahora llorando es cuento aparte.

—¿Estás hablando sola? —que alguien le dijese a la chiquilla que sus preguntas no eran muy inteligentes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.