Actuando Con El CorazÓn || T.S #1

XIV

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Es que, no entiendo como su impulsividad aparentemente inocente me está haciendo ceder.

Porque eso precisamente te gustó de ella.

Que actuaba honestamente sin pensar.

Me estoy olvidando de lo falsa que es.

De que su cara no me puede engañar.

¿Y si es lo que menos está haciendo?

Baja las barreras, y lo podrás averiguar.

No desperdicies la oportunidad de aprender a quererla.

Es que no lo merece.

Y según tu cerebro Amelia si, y recuerda como eso terminó.

No es lo mismo.

¿Por qué su belleza no es engañosa? Por favor, mequetrefe.

Deja de ponerle peros, porque ha sido lo más real que has tenido en mucho tiempo.

Te encaprichaste con Ángeles, cuando nunca tuviste una oportunidad real.

Dejaste ir a Freya por imbécil, y en cambio a Evolet la tienes al alcance de tus manos, y paga por tus inseguridades.

Me engañó.

Ni siquiera la dejaste hablar.

Asumiste.

Y la tienes, pero sigue sin ser tuya.

¿Piensas perder lo más real que has tenido en la vida?

No puedo perder lo que nunca me ha pertenecido.

Exacto, y lo mismo ocurrió con Ángeles y por ella si te atreviste a luchar.

Ese no es el punto.

¿Entonces que lo es?

¿Qué le temes a sentir eso que solo ella provocó?

Lo peor que te puede pasar es otro corazón roto, y una pena de amor no nos va a matar.

Con ella está lejos de ser amor.

No debe serlo.

Síguete convenciendo, porque engañarte a ti mismo es la forma de negar que ella no solo tuvo la culpa, porque participaste de manera activa, y fuiste un cobarde y le dejaste que asumiera toda la culpa.

La tiene.

No sabía que era pecado enamorarse de un aparente imposible.

Y si ese es el caso, no estas libre de pecado.

Usó lo que me provocaba a su amaño.

Por lo menos ella tuvo las agallas de actuar, porque ibas a volverlo a estropear.

—La mente es tu mayor juez, y a ella es a la única que no le puedes mentir —poco le gustaba que invadieran su privacidad, pero era mejor que seguir auto cuestionándose sus sentimientos sin llegar a ningún lado.

Así que agradecía, que, como siempre, apareciera sin anunciarse.

Apropiándose de un lugar, para llenarlo con su aura burlesca solo con ánimos de incordiar.

—¿Qué haces aquí? —en respuesta se encogió de hombros, mientras como siempre se apoderaba de su cama, tirándose sin ningún tipo de delicadeza.

—Quería ver cómo te sentaba saber que tu pasado, y presente en estos momentos se están dando un apretón de manos —se había demorado en mencionar ese pequeño detalle.

De igual manera se ganó una mirada fulminante de su parte.

Alistair se encogió de hombros regalándole una sonrisa desinteresada, importándole poco si moría en los próximos minutos por lo que su boca soltaría sin filtros.

En eso se parecía a Evolet, por eso habían congeniado desde el primer momento.

—Si te interesa tanto saber cómo se están llevando, deberías haberles acompañado —chasqueó la lengua, mientras abrazaba uno de los almohadones que reposaba en la cama suspirando ante su tacto.

—No es mi fuerte ayudar a escoger telas, ni mucho menos mentir para que no me asesinen por querer decirles la verdad de cómo le sientan los vestidos —tenía un sentido de supervivencia exquisito —. Aunque creo que tu mujer es la única que me perdonaría la vida —definitivamente ella era el tema principal de conversación —. Seguramente apelando a mi belleza, arriesgaría hasta el pellejo por mi —estaba jugando con su paciencia —. Es que, si no fuese tu mujer ya… —pisaba terreno peligroso.

—No vayas por ahí —el mejor se carcajeó al ver cortada su exposición con una advertencia velada —¿A qué has venido, Alistair? —interpeló antes de que el ojo le saltara por sus insinuaciones.




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