Actuando Con El CorazÓn || T.S #1

XXXIII

HE VUELTO DESPUES DE ENTERARME DE QUE MERCURIO RETROGADO ESTA HACIENDO ESTRAGOS EN MI.

EL CAPITULO PUEDE CONSIDERARSE +18.

ESPERO SUS REACCIONES.

NO SIENDO MAS.

A LEER SE HA DICHO.

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EVOLET

 

Suspirar era ahora su diario vivir.

Sabía que le estaba quitando un poco de vida a los seres que la rodeaban, pero poco le importaba.

Era la primera vez que se sentía tan pletórica.

Con el pecho tan lleno, que tenía que masajeárselo para que se le regularan los latidos.

No pretendiendo morir tan joven, cuando apenas estaba iniciando ese sueño de amor llamado Archivald Stewart.

Ese hermoso pelirrojo escoses de ojos esmeraldas, que la tenía sobre un todo, llenándola de atenciones que la ruborizaban.

Entumeciéndole los sentidos cuando saqueaba su boca, y la tocaba hasta casi hacerle perder el conocimiento.

Si alguien le hubiese dicho que se podía ser tan feliz, se hubiese reído por el simple hecho de hasta hace poco estarlo experimentando.

Es que, parecía un sueño.

Y tenía miedo de despertarse.

—¡Auchsss! —se pellizcó por centésima vez en esos días que había estado pasando lejos del mundo que los rodeaba, mientras apreciaba su espalda desnuda con los hombros llenos de pecas, y la cara pegada a la almohada dormitando como un pecaminoso angelito.

 Abrió y cerró las manos cuando sentía que le picaban las palmas por tocarlo.

Tapándose el rostro enrojecido con la manta que cubría su cuerpo desnudo, al recordar lo que habían estado haciendo la noche anterior.

La exploración de sus cuerpos.

Los besos húmedos.

Las caricias demandantes y urgidas.

Los gemidos que no pudo controlar.

Un grito ahogado salió de su garganta sin poderlo contener, cubriéndose con la ropa de cama hasta la cabeza, mientras movía su cuerpo pletórica sin poderse estar quieta.

Un gruñido bajo de su esposito la hizo estremecer, haciendo que pegase un respingo y chillase con sorpresa, cuando por debajo de la tela coló su gran y prefecta mano posándola en su abdomen plano, subiendo de manera inmediata hasta amasar uno de sus pechos.

—Deja de soñar despierta con tocarme, loquita y simplemente hazlo porque jamás recibirás un rechazo por mi parte —tragó grueso el nudo que tenía en la garganta, mientras torturaba uno de sus pezones sacándole jadeos —. No de nuevo. Nunca en ese, ni ningún aspecto.

Y con esas palabras simplemente la terminaron de derretir, haciendo que su cuerpo se calentase al completo, y perdiera la vergüenza por mostrarse a plena luz del día sin reservas.

Puesto que, habían avanzado de apoco en esos días a solas.

En donde no solo se dedicaban a pasear por los alrededores, y disfrutar de las anécdotas del otro conociéndose cada segundo más, si no también en la intimidad.

Seguían sin consumar su unión, pero no de una manera tan literal.

Él se tomaba el trabajo de adorarla y llenarla de mimos, quitándole los nervios cuando le susurraba cuanto le encantaba cada parte de su cuerpo, haciéndola sentir segura consigo misma, pese a que continuaba dudando de ser suficiente, y que algún día la mirase con asco por no ser la mujer completa que necesitaba.

Él no es asi.

Deja de inventarte excusas absurdas Evolet, y afronta lo que ese hermoso hombre siente por ti sin temor a demostrártelo.

Jadeó saliendo de sus cavilaciones cuando de un solo tirón se deshizo de la manta dejándola completamente expuesta ante sus ojos, reemplazándola con su cuerpo fornido perfecto.

Metiéndose entre sus piernas, y obligando a que con estas abrazara su cintura y de esa manera tener sus partes íntimas frotándose sin barrera, sacándole una exclamación de anhelo y urgencia que se había encargado de fomentar en todos esos días.

Preparándola con paciencia, deteniéndose cuando necesitaba espacio abrumada al verlo tan deseoso de su cuerpo imperfecto.

Sin frenar sus intentos, bajando de a poco al completo sus barreras.

Explicándole con paciencia infinita porque no salía corriendo, en vez de quedarse con alguien que probablemente no le pudiese dar lo que estaba aspirando.

Teniendo siempre la misma respuesta por su parte, como en esos momentos, que al parecer sin abrir la boca sus pensamientos estaban siendo lo suficiente ruidosos para que él los notara, mientras besaba su cuello.

—Eres perfecta ante mis ojos, y eso es lo único que te debe importar —jadeó cuando sintió como mordía su clavícula de manera superficial, mientras chupaba la parte afectada seguramente dejándole una marca —. Nunca podría mirarte y apreciarte de otra manera. Me encantas Evolet y no puedo, aunque me controlo esperar por más tiempo.




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