Actuando Con El CorazÓn || T.S #1

XL

EVOLET

—Las ruedas del carruaje, girando van.

» Girando van.

» Dando vueltas, y vueltas por la ciudad.

» Sin parar, sin parar.

» El caballo, que jala el carruaje galopando va, galopando va, mientras relincha.

» Y hace br… 

—Si no guarda silencio por un segundo le arrancaré la lengua —jadeó en respuesta, mientras la oscuridad con esa bolsa en la cabeza la invadía.

Era la única manera que tenia de entretenerse para no entrar en pánico.

—Y se manchará las manos de sangre, ensuciando su impoluto traje —se mordió la lengua con fuerza tras soltar aquello.

Es que no se media de verdad.

Estaba en medio de una situación complicada.

Terrorífica si se ponía a pensarlo con extremo cuidado, pese a que el miedo no le recorría por las venas, si no una ansiedad infinita de quedarse en esa oscuridad de por vida.

Ya suficiente había tenido en su infancia cuando su abuelita la encerraba en ese feo sótano oscuro y mohoso, sin siquiera un pedazo de pan duro y agua por portarse mal, como para tener que volver a vivirlo de una manera diferente.

Pero, llegando a la misma conclusión.

Porque no era disímil lo que le estaba aconteciendo, por el simple hecho de que las dos probablemente querían lo mismo.

Lastimarla.

Estaba siendo raptada, y llevada quien sabe a qué lugar.

Y si se lo pensaba otro poco, tampoco es que le interesara.

Tenía la mente tan dispersa por lo ocurrido hace poco con Archivald.

Sumándole lo que estaba ocurriendo desde la llegada Emily, y a su abuela como para darle prioridad a la pequeña nimiedad de su integridad.

¿Ella un amante?

¿Enserio creía semejante sandez?

Y más si era de ese hombre.

Él no sabe nada de lo que ha estado ocurriendo en el último tiempo.

No podía decirle.

No querías.

No es mentira, que le temo a ese hombre.

Ethan Walsh es realmente espeluznante, y me amenazó con lastimar a lo que ahora considero mi verdadera familia si no intentábamos llegar a un acuerdo beneficioso para ambas partes.

En plena víspera de año nuevo.

Teniendo que compartir con él, porque era allegado a papá Stewart al tener negocios con él.

Haciendo ese acto de hospitalidad cuando se enteró que era un hombre solitario, al tener a sus padres lejos del continente.

Pero, ella se podía imaginar por qué.

Ni la muerte le apetecía rondar a su alrededor.

Su personalidad era peor que transitar por las brasas del infierno con los pies descalzos.

Un chasquido de dedos en su cara aun tapada, la sacó de su ensimismamiento momentáneo.

—No sea corrompido —gimió cuando apreció como sus pulmones se volvían a atrofiar —. Quíteme esta bolsa, y le aseguro que le daré todo lo que quiere su jefe —seguramente Ethan se cansó de sus largas cada que la interceptaba desde ese día de la reunión en Escocia, y se inclinó por hacer todo a las malas, cuando la paciencia era de verdaderos sabios.

—Es que, al parecer, aún no ha entendido, Milady —eso ultimo lo escupió con desprecio poniendo una voz rara si lo analizaba. Como intentando ocultar la verdadera. Como si le conociera —¿Ha escuchado ese dicho popular, en que recalca que muerto el perro se acaba la rabia? —chasqueó la lengua zapateando frustrada.

—Por eso mismo es que no tengo a mi amado pulgoso conmigo —casi sollozó al volver a rememorar esos días, en que su único paño de lágrimas pese a apenas conocerlo fue Archivald —. La pasa me lo desfloripó —gimió mortificada.

—¿De qué está hablando? Eso no viene al caso —se escuchaba contrariado.

Carraspeando como si le hubiese afectado esa confesión.

—De que le tengo miedo a la oscuridad, y si quiere que deje de mover la lengua, espero que aplique su delicadeza con esta urgida dama —necesitaba claridad o se iba a morir.

Y ella sí que le tenía miedo a la muerte, de solo pensar en que estaría bajo tierra en un cajón oscuro y solitario.

¿Y si se despertaba en medio de su aparente letargo eterno?

—¿Qué parte no entendió de que esta secuestrada, y que su único destino es dejar de respirar? —ese timbre se le hacía familiar.

El acento no era ingles ni escocés.

Ni nada semejante al europeo.

Pero ¿Al de quién?

—La misma, en la que usted no le quedó claro, que me resistiré a morir si no me quita esto de la cabeza —para ese momento boqueaba con los pulmones ardiéndole como si estuviese bajo el agua—. Lo buscaré como fantasma, y le jalaré las patas —después de que se muriera por centésima vez, al recordar que estaba en un lugar donde le daba miedo hasta pensar.




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