Actuando Con El CorazÓn || T.S #1

XLI

ARCHIVALD

 

Estaba perdiendo el tiempo.

Definitivamente, no debería estar en ese lugar esperando a que despertase Walsh, cuando Evolet se hallaba pasando quien sabe qué tipo de penurias, ¿Y él?

Bien, gracias.

Siendo retenido por su padre, mandando a Alistair a hacer el trabajo que debía ser su prioridad, y ¿Por qué?

Porque el niño se había tomado el compromiso demasiado personal de hacer migas con la familia política de su cuñada, deshonrando a Emily Wrigth, y no conforme con eso estaba huyendo de su responsabilidad y lo peor del caso, es que no había quien lo ayudara, pues cuando todo había estallado, esta reveló que su encuentro trajo consigo un obsequio que en poco menos de nueve meses estaría en sus brazos.

Teniendo como resultado un sorpresivamente colérico Alistair, le escupiese todo el veneno que cargaba contra ella, la cual aparentemente por las emociones se desmayó siendo llevada por uno de los lacayos, no sin antes ser amenazado por su muy escalofriante abuela.

Por eso, estaba haciendo su labor.

Para liberar tensiones, y regresar con el único fin de decir lo que sabia.

Eso que entre balbuceos no pudo terminar de concretar, porque estaba tan ofuscado que le salía fuego en vez de palabras por la boca.

Por eso ahí se ubicaba con su padre cuidando la puerta desde dentro, y Walsh inconsciente en la cama de la estancia, mientras su madre se iba con las amigas de su esposa para calmarlas, incluida Aine, que no dejaba de llorar por “su hermana”.

Quedando la reunión en el olvido, pese a que seguía su curso sin problemas pese a la escena que el mismo se había encargado de formar, siendo Ángeles quien tomara la vocería del asunto con Duncan.

—¿Sabes realmente con quien te casaste? —esa pregunta lo estremeció, cuando su padre rompió el silencio denso —¿Entendiste si quiera, con todo por lo que has pasado, la magnitud de desposarte con un ser, que al igual que tu es vulnerable, y por ende merece lo mismo que exiges? —ni siquiera tubo la valentía de enfocarlo en esos momentos —. Ha sido raptada, y me gustaría saber qué es lo que verdaderamente te preocupa —se relamió los labios con ansiedad —¿Encontrarla de una pieza, o esperar a que Walsh abra los ojos, y te diga lo que quieres escuchar? —tragó grueso —. Que solo fue un plan para despistarte, y poder huir juntos sin tener que dar la cara, porque prefieres que sea una cobarde a aceptar que te has equivocado en grande —se pasó las manos por el cabello jalándoselo en el proceso —. Tu silencio me lo tomo como un: Quiero que lo que me imagino no sea verdad, pero no deseo que este en ese aprieto, porque me muero si algo le llega a pasar.

No respondió.

No tenía voz para hacerlo.

No portaba cabeza para otra cosa que no fueran los últimos acontecimientos.

Se terminó de apoyar en la pared que estaba recostado, para no caer al suelo como un chiquillo.

—Los malditos celos me cegaron —aceptó desesperado, levantando la voz apenas un par de octavas después de exhalar para no derrumbarse —. Pero ¿Cómo podria haber reaccionado cuando estaba bailando con el mismo que aparentemente es su amante? —ya no sabía nada.

—La confianza es la base de una relación y sin ella no hay nada —no estaba siendo considerado.

—Lo hago —dijo de forma apresurada —. Confío en ella.

—Eso permíteme dudarlo, Stewart —una nueva voz se sumó a la conversación.

¿Cuándo había vuelto en sí?

¿Qué tanto escuchó?

Se quedó estático por un momento, pero asi como la sorpresa llegó, desapareció, estando con un par de zancadas frente a la persona que lo tenía en ese aprieto.

El único que sabía lo que había ocurrido con su esposa.

Por eso, sin importarle que portaba la cabeza aun sangrando, lo tomó del cuello de la camisa levantándolo hasta que sus rostros quedaron pegados.

Sus narices estrelladas.

—¿Qué carajos hiciste con mi esposa? —preguntó entre dientes.

—¿Quieres detalles? —respondió con otra pregunta.

Archivald le soltó un puñetazo.

—Estoy hablando enserio —espetó en un gruñido.

—¿Y crees que yo no? —eso no sonó para nada como una mofa, menos cuando tenía el labio partido, y era un hombre que no le gustaba ser tocado sin su permiso.

—¡Archivald! —la advertencia de su padre fue clara, sin decir más palabras que su nombre.

Un movimiento en falso, y se desataría el demonio que estaba reteniendo ese hombre siniestro.

Era un milagro que se hubiese aguantado esa denigración a su entidad, sin devolver el agravio.

» Dejémonos de peleas de niños, y explica que fue lo que ocurrió, Walsh —se acercó el demonio pelirrojo tomando a su heredero del hombro, empujándolo lejos de su entidad, quedando este de nueva cuenta acostado, mientras se ponía en medio para un posible nuevo enfrentamiento —. Mi nuera claramente está en peligro ¿O me equivoco? —aunque no lo dijera en voz alta su padre también le tenía desconfianza al tipo, pese a que fueran por diferentes razones.




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