“Ahora que no puedo hablar me tiembla el pulso en cada letra que no escribo, la boca seca en cada carta que salivo, el aire que malgasto en que me entiendas”
De Sobre el Amor y sus Efectos
29 de febrero. Han pasado muchos días, muchas semanas, muchos meses. Hemos perdido todo un calendario el uno sin el otro. He aprendido a sobrevivir con los restos de su perfume. De vez en cuando suele aparecerse para recordarme que nunca se irá y lo sé, no puedo dejarlo ir del todo tampoco.
Lo he visto besar tantas bocas. Ha dedicado mil canciones, nunca una de las nuestras por suerte (quiero creer). Aunque ha estado allí, a escasos metros de mí en los mismos estadios, aferrado a muchas manos, amando nuestra historia en cada melodía. Lo sé porque… porque… Saberlo me consuela. Creer que es de verdad me ilusiona. Quizá algún día podamos escribir ese cuento, con un buen final, sin interrupciones, sin vacíos de por medio, sin vicios de consuelo.
He buscado su sabor en muchos labios, sus palabras en muchas lenguas, su esencia en nuestros sitios. Sigo esperando que regrese, te sigo esperando… No es justo que no aparezcas.
¿Cómo te atreves a no regresar? ¿Cómo puedes vivir sin tormentos? ¿A caso fue en vano mi embrujo? Te tuve cerca y ahora estás tan lejos, pero prohibirme recordar lo nuestro es imposible. Es hora de que te aparezcas a tirar todo por la borda, ya casi te supero, ya casi se evaporan las cenizas en el viento. Aunque… Bueno quizá sea lo mejor. Es solo que… Puede que ya sea tiempo. Pero…
Atrévete. Vuelve. Acuérdate de mí, mi corazón funciona sin latidos.