—Eso fue tan... Increíble—comencé a reír como loca.
Mi risa fue contagiada a Máx, quien guardó la caja en el maletero de su auto.
—¿Crees que fue increíble?
¿Que si fue increíble? ¡Fue fantástico!
Por un segundo creí que mi madre nos descubriria, y que estaría en serios problemas con papá. Pero no, a Máx se le ocurrió en el último segundo una forma de escapar. Al principio creí que bromeaba, porque era arriesgado, pero la adrenalina que sintio mi cuerpo en ese momento fue lo mejor que he podido sentir.
No lo voy a negar, tenía miedo. Pero me dio más miedo que mi madre entrara y recibir un regaño por su parte. Así que acepté la idea de Máx, y logramos escapar a tiempo. Cuando abrió la ventana del jardín trasero, mi cabeza fue un total caos. ¿A quien no le da miedo saltar de tan alto?
A los paracaídistas, supongo.
La cosa fue, mientras mi madre intentaba abrir la puerta con llave Máx me dijo muy rápidamente lo que teníamos que hacer. En ese instante mi mente hizo un mal chiste para aligerar el ambiente.
Desconozco el porqué de justo en ese instante recordar una frase de una canción de Gloria Trevi.
—No se si sepas pero Gloria Trevi en una canción dice que el que salta de un quinto piso se mata—lo dije sin pensar y Máx soltó una pequeña carcajada antes de entregarme la caja y cruzar una de sus piernas por el marco de la ventana.
Lo cierto es que yo estaba buscando cualquier excusa tonta para no hacerlo.
—Suerte que estamos en un segundo piso—dicho esto, cruzó la mitad de su cuerpo, apoyándose supongo que de la pequeña corniza decorativa. No tardó absolutamente nada, y y saltó hacia el jardín.
Enseguida asome mi cabeza para cersiorarme de que estuviera bien y que no se hubiese lastimado, fracturado o peor aun, matado. Cuando lo vi de pie junto a los arbustos del jardín sentí que mi cuerpo se lleno de alivio.
Sin embargo se aproximaba mi turno. Me pidió que arojara la caja antes, para poder usar mis manos y lo hice. El logro agarrala y la dejo en el suelo mientras yo seguía dudando en hacerlo o no.
Incluso llegue a pensar en que dejaría que mi madre me reprendiera, ya estando Máx afuera evitaría una escena como la del otro día. Pero algo que grito Christina me impulso a tomar la decisión de saltar. Y es que exclamó furiosa, que si llegase a tratarse de mi no contaría las consecuencias.
Un instinto me llevo a no querer saber cuales eran, no conocía a mi madre enfadada y tampoco quería conocerla precisamente esta noche. Así que cruce uno por uno de mis piernas con mayor cuidado de que el vestido no subiera y exhibiera mi anatomía por completo. Como pude, y rogándole a Dios que me cuidara me senté en la pequeña corniza, y salté a los brazos de Máx quien estaba esperando.
Una vez en el suelo, nos escondimos bajo los enormes arbustos cuando vimos que mi madre asomo la cabeza por donde salimos. Fue en ese preciso momento que sentí tanta adrenalina, quería reír escandalosamente, por suerte Máx me silencio con un beso, que confieso me dejo atonita. Una vez nos aseguramos qué Christina no estaba más en la ventana, salimos del arbusto y dirigí a Máx a la salida por el patio trasero.
Así llegamos hasta este momento.
—Es la mayor adrenalina que he vivido en mi vida que puedo recordar—seguí riendo, solo que esta vez Máx no lo hizo.
—Que puedes recordar...
Ups. Creo que ya es hora de contarle a Máx lo que me paso. Lo había estado evitando porque no quería causarle lastima, pero creo que ya hemos sobrepasado la barrera de la confianza.
Totalmente, después de lo que pasó en su casa...
—Sí. Máx, ¿recuerdas que mencioné que después de mi rehabilitación tomé clase de manejo?
—Algo recuerdo de ello—murmuró un poco serio.
—Hace aproximadamente seis meses tuve un accidente qué me dejó al borde de la muerte—no se mueve ni un milímetro—Estuve en coma más de una semana, y cuando desperté no recordaba absolutamente nada de mi vida, ni siquiera mi nombre. No reconocí a nadie. Mi diagnóstico fue amnesia postraumatica, el golpe que recibí fue demasiado fuerte que perdí la memoria.
»Mis padres dijeron que tuve un accidente automovilistico, el cual me dejó inmóvil y con la posibilidad de quedar tetriplejicaupara siempre, y tuve que tomar terapia física. En las fisioterapias conocí a Shelly, afortunadamente no me tomo mucho tiempo recuperarme físicamente, y en menos de dos meses recupere la movilidad en todo el cuerpo. Pero, mi mente quedó muy dañada. Mi abuela intentó ayudarme a recuperar mi memoria, en ocasiones tenía sueños, se los contaba y ella me decía que no lo eran, eran recuerdos, pero no ha regresado de la última vez que la vi. Y, a veces tengo sueños extraños que no logro distinguir si son recuerdos, o sueños. Intenté ir con psiquiatra, pero solo me dijo que podría tener Disociación de la realidad.
—Lo siento—susurra dejando caer un par de lágrimas de sus ojos—Lamento qué hayas tenido que pasar por eso.
—Si no te conté antes es por que me sentí avergonzada.
—¿Por qué avergonzada?
—Por que ni siquiera puedo recordar mi pasado. Hay algunas cosas de mi infancia que logré recordar, pero son muy pocas.
—No tienes que avergonzarte de nada.
—Soy como un libro que tiene sus páginas en blanco.
—Entonces comienza a escribir tu historia en esas páginas—me acerco hasta el—Puedes empezar a escribir tu historia de nuevo, sin que nadie lo haga por ti.
Me sonroje inevitablemente. Que Máx me estuviera diciendo eso significaba mucho.
—Quiero que seas parte de esa historia, Máx.
—¿De verdad?
—Sí.
Se acerca a mi lentamente inclinandose un poco, justo cuando creo que me va a besar, quita un par de hojas de mi cabello, siento una vergüenza demasiado grande mientras ambos reímos dede la situación.
Volvemos a la fiesta, donde absolutamente nadie ha notado nuestra ausencia. Identifico a Shelly, que esta junto a Celeste. Recuerdo que quería decirme algo y camino hacia ella. Al que no veo por ningún lado es a mi mejor amigo, que al igual que Jeremy ha desaparecido, no le tomo importancia cuando llego hasta Shelly.
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Editado: 13.11.2024