¿Cómo que había desaparecido? ¿Y mi padre me oculto que si llegó a casa por navidad? ¿Cómo no me di cuenta? Yo estuve ahí en noche buena.
Lenny, la hermana de papá me había explicado.
Unos días antes de Navidad, la abuela viajó a la ciudad para pasar la fecha especialmente conmigo. Llegó a casa, avisó a su hija que estaba con papá, y fue todo lo que supo de ella.
La llamó el día de navidad, para preguntar que tal iban las cosas ya que la última vez que se había visto con mi padre todo terminó en contienda. No la había acompañado justamente porque ella y mi padre hacia años que no eran cercanos, y quería evitar algún tipo de discusion con mi madre; que al igual que la abuela, no agradaba de su presencia. Poco después de mi accidente, regreso a vivir con Lenny. Dijo que no sabía la razón, pero era algo que sabía no era su decisión porque, a lo que ella sabía, quería estar conmigo para cuidarme después que saliera del hospital.
Me impresionó que dijera que ella también había estado en el hospital. Tuvieron una gran discusión, y Lenny regresó. Pero mi abuela se quedó. Y después se marchó.
—O sea que ella planeaba quedarse conmigo.
—Por supuesto. No confiaba en que tus padres te cuidaran como se debía. Y más en tu estado.
Nos había invitado a pasar, afuera hacia mucho frío y nos ofreció un café. Máx había estado callado todo el tiempo, sentado a un lado mio. Parecía estar demasiado nerviosa.
—Estuvo conmigo una semanas. Después, se marchó.
—Tus padres no querían que estuviera contigo. Sabían que con ella a tu lado, recuperar tu memoria sería mucho más fácil.
Alterno la vista entre Máx y yo. Su lenguaje corporal la delataba. Repiqueteaba sus dedos en la mesa, no se mantenía quieta. Estaba demasiado intranquila por nuestra presencia, era más que obvio.
—Pero, ¿Por qué no querrían que recuparase mis recuerdos?
—Por que no les conviene—murmuró entre dientes.
—¿No les conviene qué?
Todo era muchísimo más confuso.
De pronto, una idea me llego.
—¿Tú podrías decirme sobre mi hermana, Dalila?—lance la pregunta, deseosa de respuestas. Si la abuela no estaba para dármela, y mis padres tampoco. Ella podría hacerlo.
Lo ansiaba. Ansiaba saber más sobre ella. Ansiaba saber sobre mi abuela. Ansiaba saber más sobre mi pasado.
Lenny no respondió, sino todo lo contrario. Se puso de pie, apresurada.
—Ya deben irse—camino hasta la puerta de la sala.
Aun más confundida, Máx y yo fuimos tras de ella.
—Pero, aún no me has dicho casi nada.
—Te he dicho más de lo que debes saber. Y fue muchísimo más de lo que debí decir.
—No entiendo.
Se detuvo en la puerta de entrada y la abrió.
—Lo mejor es que se vayan. Si Hen... Si tu padre se enteran que viniste...
—Me meteré en problemas, lo sé.
—Por favor, váyanse.
Movía el pie, con nerviosismo. Su insistencia por que nos fuéramos era extraña. Fue exactamente la misma reacción que tuvo cuando llegué. Más que sorprendida, parecía nerviosa.
No insistí en quedarme. Me despedí de ella, pidiéndole que si sabia algo sobre mi abuela me avisara. Incluso le deje mi número por escrito.
Max y yo subimos al auto, iniciando el camino a casa. El entusiasmado fin de semana sorpresa que Máx había improvisado para mi, se había desecho. Con el se había marchado mi felicidad de ver a mi abuela, y el al fin obtener respuestas. Pero sobre todo, había quedado con la gran incógnita de donde estaba mi abuela.
¿Cómo era posible que este desaparecida? ¿Cómo era posible que no supiera de eso?
Todo era mucho más confuso que al inicio. Pero la pregunta que más rondaba en mi cabeza era ¿por qué no la buscaban? ¿Por que mi padre no me había dicho nada?
—No puedo creer que este..., desaparecida—comente con la mlrada perdida—Tampoco puedo creer que mi padre no me haya dicho nada.
—Buscaremos a tu abuela—me aseguró Max, sosteniendo mi mano.
—¿Me ayudaras a buscarla?
—Por supuesto.
—Gracias.
—¿Me pasas el móvil?—pidió.
Se lo di, al tiempo que el aparco el auto a un lado de la carretera. Justo en un estacionamiento de una tienda de servicios.
Realizó una llamada. No comprendí de que se trataba.
—Hola, si ¿que tal todo?... Excelente... No muy bien, en realidad llamaba para ver si podrías hacerme otro favor... Buscar alguna información sobre alguien... Andrea Edevane... Está desparecida.
Respondio un par de preguntas más.
—¿Cual es el apellido de soltera de tu abuela?
—Creo que es Ferrary.
—¿Ferrary?
—Sí, es raro. Y extraño.
—Único.—murmuró antes de hablar por el teléfono de nuevo—Si, Andrea Ferrari. Unos sesenta años.
—Sesenta y cinco—corregí.
—Sesenta y cinco, ¿color de cabello?
—Castaño oscuro. Igual que el mio y el de mi padre.
—Castaño oscuro. ¿Rasgos, marcas, o tatuajes que sean fácil de identificar?
—No que yo recuerde.
—¿Ojos castaños?—asiento—Sí.—algo le dice el tipo, parece no ser muy bueno—No hay ninguna alerta de desaparición con el nombre y la descripción de tu abuela—me dice.
¿Como no va a ver alertas de desaparecido?
—¿Y si te muestro una foto?—le pregunta— ¿Tienes alguna fotografía de ella?
—Claro.
Busco lo más rápido que puedo en mi teléfono una fotografía de mi abuela, la encuentro y se la envío. En un movimiento rápido, se la manda a la persona con la que habla.
—Te mandé una fotografía—solo asiente a lo que le dice—Vale, gracias.
Cuelga.
—Nada. Pero me harán el favor de investigar—aclara—Con la fotografía de ella será más fácil.
—Comienzo a a dudar que solo seas un estudiante de medicina forense—medio bromee.
—Hay muchas cosas que no sabes de mi—murmura pensativo.
—¿Algun día me dirás todo de ti?
—Algun día, minion.
La manera en la que me llama provoca que, literalmente todo mi cuerpo se tense. ¿De buena o mala manera? No tengo ni la menor idea.
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Editado: 15.02.2025