Acuérdate de mi

Capítulo 20

Aquí les traigo el siguiente capitulo, solo porque me he emocionado mucho escribiendolo, y por que es justo y necesario. Y nada, pues decir que el final esta más cerca cada vez. Me hace muy feliz poder terminar esta bella historia que tiene un significado especial para mi, que ya diré después.

Ahora los dejo que lean, besos Less

°°°

—Entonces ¿Me vas a decir de dónde conozco a tus padres?—le pregunte a Max.

Se encontraba sentado a un lado mio, en el sofá.

No había dejado de mirarme con un brillo en los ojos desde que me había puesto esta ropa.

—Eres muy curiosa, ¿te lo he dicho?

—No me evadas el tema—le di un pequeño golpe en el hombro—Me prometiste que me contarías todo.

—Lo haré en cuanto se vayan mis padres.

Ah, si. Su padres habían decidido quedarse. Después del almuerzo, tuvieron la idea de quedarse lo que restaba del día. Ambos acababan de salir, en busca de la famosisima Berta (qué aun no conozco por cierto)

Max se había aquí. Seguía embobado conmigo. Cuando insinúe qué me quitaría esto, se apresuró a negarse. No sabía si se debía a que la ropa era de su novia no muerta, pero tampoco me sentía rara con ella.

—Maaax.

Con uno de mis dedos, levante su rostro desde el mentón para que me viera a los ojos.

—Acá esta mi rostro—lo reprendí medio en broma.

Me gustaba que Max no quitara los ojos de mi.

—El rostro más perfecto del mundo.

—No trates de evadir el tema—me queje.

—No trato de evadirlo.

—Claro que si.—acaricio mi mejilla.

Su mirada se clavo en la mía. Sentí como me recorrió una una sensación eléctrica por la espalda cuando junto sus labios a los míos. Lo aleje un poco de mi, cortando el beso.

—Vez, tratas de hacer que olvide lo que te estaba preguntando.

—¿Funcionó?

—No.

Quiso volver a besarme, solo que esta vez lo evite haciendome a un lado.

—Max, por favor—le causó gracia que formará un puchero con los labios—Si tienes la intención de besarme al menos deberías contarme lo que tienes con tu novia—le dije, fingiendo estar enfadada.

—Vale, supongo que tenemos algo de tiempo antes de que mis padres lleguen.

—Maravilloso.

Suspiro de manera dramática, haciendome reír.

—Hace... un tiempo provoque un accidente donde casi pierdo la vida.—comenzo a relatar un poco dudoso—Ella y yo..., íbamos en un auto hacia el hospital, comenzamos a discutir y me distraje un poco. Un camión nos impacto por un lado. Afortunadamente fui solo yo el que salió un poco afectado—se alza la manga de la camiseta, dejando ver una gran quemadura por todo en antebrazo, la había notó antes pero no había querido mencionarla—Ella estaba molesta conmigo, prefería que lo estuviera a que no hubiese salido ilesa. Aun así me cuido durante mi recuperación. Me. Daba ánimos para seguir cuando creía que perdería el brazo por completo. Un dia..., tuvimos una discusión demasiado fuerte. Ella estaba enfadada por...,—negó con la cabeza.

No me opuse a que se tomará una pausa, ya le había exigido qué me contará. Al menos dejaría que tomara su tiempo.

—Ese día, discutimos tan fuerte que llegamos a los gritos. Estaba tan enfadada..., llego a insinuar qué se iría de aquí. Comenzó a empacar sus cosas, me moleste por eso. Cuando quiso bajar por las escaleras quise detenerla. No..., no se como, de repente ella cayó, todo por los escalones—una lagrima se escapó de sus ojos—. Creí que estaba muerta. No lo pensé dos veces, la tome en mis brazos y la lleve al hospital. El camino fue eterno.

El único gesto reconfortante qué pude hacer abrazarlo. Un segundo antes de que continuará.

—Cuando ella despertó..., no era la misma. No era esa chica de la que me enamore. Yo tampoco era el mismo. Sus padres me convencieron de que lo mejor era que me alejara de ella. Que estaría mejor sin mi. Aun me pesa. Llevo sobre mis hombros el peso de que por mi culpa ella se fuera. Que jamás regresará. No murió, pero es como si hubiera muerto. Era mi culpa.

—Lo siento mucho—no sabía que más decir.

Estaba conmocionada por la historia de Max. El creía ser el culpable de lo que le pasó a su novia.

—Yo..., quise estar a su lado pero sus padres no me permitían verla. La culpa...,—paso saliva—la culpa no me dejaba dormir. Al final me convencieron de que lo mejor para ella era que yo me fuera. Y..., lo hice. Al final de todo, ella me odiaba.

—Perdón por insistir tanto, no pensé que fuera algo tan...

—No te disculpes. Algún día te lo tenía que decir—acaricio mi mejilla nuevamente.

Los padres de Max llegaron justo en ese instante. Janet, vino por mi demasiado emocionada, me llevo hasta la cocina. Junto a Gale, había una señora de mayor edad, con una sonrisa grande y genuina.

Supuse que era la famosa Berta.

—Berta no se ha aguantado las ganas de venir a cuando le he contado que nos reconociste a Gale y a mi—dice Janet—Quiere saber si también te acuerdas de ella.

La mire bien. Era cierto que me resultó familiar, pero no. No había nada en mi memoria que me dijera que la conocía, no como a Janet y Gale.

—Lo siento, no recuerdo quien es.

—Ah, eso no importa. Se moría de ganas de verte.

Me sentí un poco extraña, pero si la conocía también. Aun así no dude en abrazarla. Ella se veía feliz de verme, supuse que yo era cercana a ella también. Lo que me hizo recordar, preguntarle a los padres de Max de donde los conocía.

La tarde transcurrió muy alegre, al igual que el desayuno. Los padres de Max contaban anécdotas de cuando el era pequeño, muy divertidas. Me reí de cada una de ella. El parecía avergonzado, pero no se opuso a que las contarán cuando me vio riendo a carcajadas junto a ellos.

De hecho, no quitaba los ojos de mi. Tampoco borraba la sonrisa. Parecía totalmente feliz. A diferencia de la primera vez que lo vi, sus ojos ya no cargaban como no ese peso que, me había contado hace unos momentos. De hecho, brillaban como si toda culpa y cargo de conciencia hubieran sido liberados.




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