[HYUNJIN]
Minho me miraba por encima de la copa mientras disfrutaba de su whisky de centeno.
—Seguro que te escuece, Hyunjin. Pero ¿Qué quieres que haga?
—Quiero otro trabajo. Eso es lo que quiero que hagas. Búscame uno.
Soltó la copa con una carcajada seca.
—Ya lo hemos discutido. Con tu currículum, puedo conseguirte cualquier trabajo que quieras, menos aquí. Hay dos peces gordos en Busan y tú trabajas para uno de ellos. Si por fin estás dispuesto a mudarte, dímelo. Tendré ofertas de empleo para ti en cualquier ciudad de las importantes que se te ocurra. Seúl está creciendo como la espuma.
Resoplé, irritado.
—No quiero mudarme. Me gusta Busan.
— ¿Hay algo que te retenga aquí?
Tamborileé sobre la mesa con los dedos mientras sopesaba la pregunta. No sabía por qué me negaba a mudarme. Me gustaba la ciudad. Me gustaban su cercanía con el agua, los restaurantes y los teatros; me gustaba el ajetreo de una gran urbe y, sobre todo, me gustaba el clima. También había algo más, algo que no terminaba de comprender y que era lo que me retenía. Sabía que podía mudarme; de hecho, parecía la mejor solución, pero no era lo que quería.
—No, nada tangible. Quiero quedarme. ¿Por qué no puedo conseguir un puesto en Lim Group? Tendrían que darse con una piedra en los dientes por contar conmigo. Mis campañas hablan por sí solas.
Minho carraspeó al tiempo que golpeaba la copa con una uña bien cuidada.
—Lo mismo que tu personalidad.
—Ser directo y exigente funciona en la industria publicitaria, Minho.
—No me refiero a eso precisamente, Hyunjin.
—¿Y a qué te refieres exactamente, joder?
Minho hizo un gesto para que nos sirvieran otra copa y se acomodó en el asiento, colocándose bien la corbata.
—Tu reputación y tu nombre te preceden. Sabes que te llaman “cabrón” y te pega bastante. —Levantó un hombro—. Por motivos evidentes.
Me encogí de hombros. Me daba igual cómo me llamara la gente.
—Lim Group es una empresa familiar. A diferencia de Wang Inc, dirigen el negocio basándose en dos principios: la familia y la integridad. Son muy selectivos a la hora de elegir clientes.
Resoplé. Wang Inc. trabajaría para cualquiera. Mientras se pudiera sacar dinero, crearían una campaña… daba igual lo desagradable que fuera para algunos consumidores. Yo lo sabía y me daba igual. Sabía que Lim Group era mucho más selectivo con respecto a sus clientes, pero podía trabajar dentro de sus límites. Jackson detestaba Lim Group: irme de Wang Inc. y ponerme a trabajar allí lo cabrearía tanto que me ofrecería ser socio con tal de recuperarme. Incluso podría ofrecérmelo al descubrir que me iba. Tenía que conseguir que sucediera.
—Soy capaz de controlarme y trabajar según sus condiciones.
—No se trata solo de eso.
Esperé a que el camarero se marchara tras traernos las copas. Observé a Minho un momento. Su cabello relucía y tenía un brillo travieso en los ojos oscuros. Estaba relajado y se sentía a gusto consigo mismo, mi dilema no lo preocupaba en absoluto. Extendió las piernas, las cruzó con movimientos lentos y empezó a balancear una mientras cogía la copa.
—¿Qué más?
—Lim Jaebeom es un hombre familiar y dirige su empresa de la misma manera. Solo contrata a personal con esos mismos valores. Tu… en fin, tu vida personal no es precisamente lo que él consideraría aceptable.
Agité una mano, ya que sabía a lo que se refería.
—Le di la patada a Huening Bahiyyih hace unos meses.
Mi ex o lo que fuera copó los titulares con su adicción a las drogas después de caerse de la pasarela durante un desfile porque iba hasta las cejas de alguna sustancia. De todas formas, ya me había hartado de sus exigencias. Le ordené al Joven Yang que le mandase flores a la clínica de desintoxicación con una nota en la que le explicaba que lo nuestro había acabado y procedí a bloquear su número. Una semana más tarde, cuando intentó verme, ordené que los de seguridad la sacaran del edificio… Mejor dicho, le ordené al Joven Yang que se encargase de esa tarea. Parecía compadecerse de Bahiyyih cuando bajó, aunque al volver poco después me aseguró que Bahiyyih no volvería a molestarme. A tomar viento fresco.
—No se trata solo de Bahiyyih Hyunjin. Tienes una reputación. Eres un mujeriego cuando sales del trabajo y un tirano durante el día. Te has ganado la reputación de cabrón. Y nada de eso le gusta a Jaebeom.
—Considérame un hombre reformado.
Minho se echó a reír.
—Hyunjin, no lo pillas. La empresa de Lim Jaebeom es muy familiar. Mi novio, Jisung, trabaja allí. Sé cómo funcionan. En la vida he visto una empresa parecida.
—Explícamelo.
—Toda su familia está involucrada en el negocio. Su esposa y sus hijos, incluso los cónyuges de estos. Celebran comidas campestres y cenas para el personal y sus familias. Pagan bien, los tratan bien. Sus clientes los adoran. Que te contraten es muy difícil, porque es raro que alguien deje la empresa.
Reflexioné sobre sus palabras. Todo el mundo sabía lo importante que era la familia para Lim Group y la escasa rotación de personal que había en la empresa. Jackson Wang detestaba a Lim Jaebeom y todo lo que representaba en el mundo empresarial. Para él, era un mundo feroz y así le gustaba jugar. Cuanto más sangriento, mejor. Hacía muy poco que habíamos perdido dos cuentas gordas, que se habían ido a manos de Lim, y Jackson se cabreó muchísimo. Aquel día rodaron cabezas… y bastantes. Menos mal que las cuentas no eran mías.
—Total, que mi gozo en un pozo.
Titubeó, me miró y luego clavó la vista por encima del hombro.
—Sé que uno de sus directivos se marcha.
Me incliné hacia delante, interesado en la información.