[HYUNJIN]
Salvo por las titubeantes instrucciones de Jeongin, hicimos el trayecto en silencio. Cuanto más nos alejábamos de mi vecindario, más empeoraba mi malhumor. Me volví hacia él cuando aparcamos delante de una casa ruinosa.
— ¿Vives aquí?
Él negó con la cabeza.
—No, en un apartamento alquilado del edificio.
Puse el coche en punto muerto con brusquedad mientras me quitaba el cinturón de seguridad.
—Enséñamelo.
Lo seguí por el accidentado camino tras comprobar dos veces que había cerrado el coche. Ojalá encontrara las ruedas aún puestas cuando regresara. De hecho, ojalá encontrara el coche.
Ni siquiera intenté disimular el disgusto que sentí mientras inspeccionaba lo que suponía que se consideraba un “estudio”, que no un “apartamento”. Yo lo consideraba un cuchitril. Un futón, un sillón viejo y un escritorio que hacía las veces de mesa eran los únicos muebles de la estancia. Una encimera diminuta con un hornillo portátil y un pequeño frigorífico conformaban la cocina. Junto a una pared se apilaban seis cajas. Los trajes y las camisas pasadas de moda que se ponía Jeongin colgaban de un perchero.
Me acerqué a la única puerta que había en la estancia y la abrí. Un cuarto de baño minúsculo con una ducha tan diminuta que yo jamás podría usarla. Cerré la puerta y me volví hacia él. Me miraba con nerviosismo.
Nada de aquello tenía sentido.
Me coloqué frente a él, intimidándolo con mi mirada.
— ¿Tienes algún problema del que yo deba estar al tanto?
— ¿Cómo dices?
— ¿Tienes un problema de drogas? ¿O algún otro tipo de adicción?
— ¿Cómo? —Preguntó de nuevo, llevándose una mano al pecho.
Extendí un brazo.
— ¿Por qué vives así, como si fueras un muerto de hambre? Sé lo que ganas. Puedes permitirte un sitio decente. ¿En qué te estás gastando el dinero?
Entrecerró los ojos y me miró, furioso.
—No tengo problemas con las drogas. Tengo otras prioridades en las que gastarme el dinero. El lugar donde duerma es secundario.
Le devolví la mirada furioso.
—Para mí no. No vas a quedarte aquí más tiempo. Recoge tus chismes. Ahora.
Puso los brazos en jarras.
—No.
Di un paso hacia él. El estudio era tan pequeño que cuando retrocedió, acabó pegado a la pared. Lo intimidé nuevamente mientras lo miraba atentamente. Sus ojos, aunque me miraban con furia, tenían una expresión clara. Le sostuve la mirada mientras le aferraba una mano y le levantaba la manga. Estuvo a punto de gruñirme al tiempo que forcejeaba para liberar el brazo, que mantuvo en alto para que yo lo examinara, tras lo cual hizo lo mismo con el otro.
—No hay señales de pinchazos, Hyunjin. —Me soltó. —No consumo drogas. No las fumo, no las ingiero y no me las inyecto. ¿Satisfecho? ¿O quieres más comprobaciones? ¿Quieres que orine en un bote?
—No. Supongo que debo confiar en ti. Si descubro que mientes, adiós al trato.
—No estoy mintiendo.
Me alejé de él.
—De acuerdo. No pienso discutir esto, pero te vas de aquí esta misma noche. No quiero arriesgarme a que Lim Jaebeom descubra que vives en un estercolero como este.
— ¿Y si no te ofrecen el trabajo? ¿Qué hago entonces? Dudo mucho que me permitas seguir viviendo contigo.
Solté una carcajada. Tenía razón.
—Con lo que te estoy pagando, podrás conseguir un sitio decente. —Recorrí de nuevo el lugar con la mirada. —No vas a llevarte estos muebles.
—No son míos.
—Menos mal.
—Eres un esnob, ¿Lo sabes? Es un sitio viejo, pero es práctico y está limpio.
Debía admitir que el estudio estaba ordenado y limpio, pero aun así era un horror. Pasé por alto su queja.
— ¿Vas a llevarte las cajas?
— ¿De verdad es necesario hacer esto ahora?
—Sí.
—Sí. —Suspiró. —Voy a llevarme las cajas.
—De acuerdo. Las pondré en el asiento trasero. Tu… eh… ropa puede ir en el maletero. ¿Qué más tienes?
—Unos cuantos objetos personales.
Le acerqué la cesta de plástico de la colada.
—Ponlos ahí dentro. Tira la comida que tengas.
En su cara apareció una expresión extraña.
—No tengo… salvo unos cuantos muffins.
Resoplé.
— ¿También tienes problemas para comer? Con razón estás tan delgado, joder.
Movió la cabeza con brusquedad.
— ¿Vas a intentar ser educado? ¿O te limitarás a hacerlo cuando estemos en público?
Levanté las primeras cajas.
—Supongo que tendrás que averiguarlo. Recoge tus cosas. No vas a volver a este sitio.
Abrí la puerta del dormitorio de invitados, entré y encendí la luz después de dejar en el suelo las cajas que había trasladado desde el otro extremo de la ciudad. Después de hacer un par de viajes, juntos llevamos al dormitorio todas las cosas que habíamos traído. Después retrocedí y eché un vistazo. No era mucho. Estuve tentado de preguntarle por qué tenía tan pocas posesiones, pero decidí que el asunto no merecía una discusión. La tensión que revelaban sus hombros y el rictus de sus labios delataban que ya lo había presionado bastante esa noche.
—Jeongin, confía en mí. Esto es lo mejor. Ahora, cuando te pregunten, podrás decir con sinceridad que vivimos juntos.
—Y si tu idea fracasa, mi vida se irá al cuerno.
—Tu vida se va a ir al cuerno, aunque mi idea no fracase, porque Jackson ya no confiará en ti y no permitirá que te quedes; te despedirá y te quedarás sin nada. De esta manera, tendrás un poco de dinero en el banco; me aseguraré de que consigas trabajo y podrás permitirte un lugar mejor donde vivir. Pase lo que pase, es mucho mejor que lo que tenías hasta ahora, joder. —Él me miró fijamente y añadí—: Entre tanto, vives en un lugar que es seguro y mucho más cómodo. Cuando pongamos en marcha el plan, podrás decorar la habitación a tu gusto. Tienes acceso a todo el piso. Además de mi gimnasio, hay una piscina enorme y un spa en la planta baja. Y te garantizo que tu cuarto de baño cuenta con todos los lujos.