Acuerdo de matrimonio ❃ Hyunin

♡ :  CAPÍTULO XI

 

[JEONGIN]

La tarde pasó en un torbellino de actividad. Efectivamente, Hyunjin le había dicho a Chen Yu lo que quería y la lista era interminable, al parecer. Pantalones, shorts, camisas, trajes… un enorme surtido de telas y de colores que me fueron presentando. También había bañadores, lencería y pijamas. Me probé prenda tras prenda, y tras discutir el mérito de cada una de ellas, o bien las descartaba o las colocaba en el montón de la ropa para comprar.

Menos mal que después de observarme durante un momento, los zapatos que eligió para mi eran cómodos. Elegantes, pero sencillos.

La gota que colmó el vaso fue la ropa deportiva. A esas alturas, mi paciencia había llegado a su límite.

No me imaginaba ninguna situación en la que necesitara ropa deportiva tan cara. Hyunjin tenía un gimnasio privado en su piso, por el amor de Dios. Cuando Chen Yu me dijo que la ropa deportiva estaba en la lista de Hyunjin, levanté las manos y le dije que añadiera lo que le diera la gana. No podía más.

Salí de la tienda con las prendas para el día siguiente en varias bolsas, ataviado con unos vaqueros nuevos y una camiseta de seda de manga corta de un intenso tono rojo. Al parecer, Hyunjin no quería verme aparecer vestido con mis “trapos viejos”.

Me mantuve en silencio durante el trayecto de vuelta, abrumado y cansado. Subí las bolsas al apartamento y abrí la puerta con mis propias llaves. Escuché música procedente del otro extremo del pasillo. Sabía que Hyunjin estaba haciendo ejercicio, de manera que colgué el traje nuevo que ocuparía en el armario y coloqué las demás prendas que había llevado conmigo. Después, llamé a la residencia para preguntar por ChaeWon. La enfermera encargada me dijo que estaba dormida, pero que no había tenido un buen día y que era mejor que no fuera a verla. La tristeza me envolvió mientras me sentaba para mirar por la ventana. Detestaba los días como ese. Sin embargo, tenía razón. Ir solo conseguiría alterarla más.

De manera que bajé las escaleras y me dirigí a la cocina para investigar. Estaba muy bien equipada, aunque había poca comida, salvo por unas cuantas piezas de fruta y algunos condimentos, guardados en el frigorífico y en los armarios respectivamente.

— ¿Buscas algo?

Me enderecé, sobresaltado. Hyunjin estaba apoyado en el vano de la puerta, con una toalla sobre sus anchos hombros. La piel le brillaba por la fina capa de sudor que la cubría. Tenía el pelo mojado. Sin embargo, estaba perfecto.

—No tienes mucha comida.

—No sé cocinar. Siempre pido la comida o el ama de llaves me deja algo.

— ¿El ama de llaves? —No me había mencionado que tuviera un ama de llaves.

Asintió con la cabeza y bebió un sorbo de agua de la botella que sostenía.

—Necesito contratar a una. La última se marchó hace unas dos semanas. —Agitó una mano. —Vienen y van.

Disimulé una sonrisa. Esas noticias no me habían sorprendido en lo más mínimo.

—Yo sé cocinar.

Él rio entre dientes.

—Ya me lo habías dicho.

Pasé por alto su sarcasmo.

—Puedo limpiar el piso, hacer la compra y cocinar.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué no?

— ¿Por qué ibas a hacerlo?

—Hyunjin. —Le dije con voz paciente. —He dejado mi trabajo. Tendré mucho tiempo libre. ¿Por qué vas a contratar a una persona cuando yo estoy aquí?

Frunció el ceño mientras reflexionaba al respecto.

—A los ojos de los demás, será algo natural. —Al ver su expresión confundida, le expliqué—: El hecho de que yo me encargue de la casa. Que me encargue de… ti.

Se rascó la nuca, a todas luces perdido.

— Ah, ¿Sí?

—Sí.

—Está bien. Por ahora. Usa la tarjeta para pagarlo todo.

Asentí con la cabeza.

—Cualquier cosa que necesites para limpiar. Cómprala. Si necesitas ayuda, búscala.

—De acuerdo.

Me sentí aliviado. Hacer la compra y preparar la cena sería algo normal. Así me mantendría ocupado.

Y también limpiaría el piso.

— ¿Qué tal ha ido la llamada con el abogado?

—Bien. —Apuró la botella de agua y la arrojó en el cubo de la basura dedicado a los envases reciclables. — ¿Qué tal tu tarde de compras?

Puse los ojos en blanco.

—Menuda lista le has dado.

—Te dije que quería que tuvieras de todo.

—Bueno, pues lo has conseguido.

Se acercó a mí y frotó entre sus largos dedos la manga de mi camiseta.

—Me gusta esto.

—Me alegro. Lo has pagado tú.

— ¿Has usado el dinero que te he dado?

—No sabes cuánto. Estoy seguro de que te he dejado en números rojos.

Para mi sorpresa, sonrió. Fue una sonrisa sincera que le iluminó los ojos y le otorgó una apariencia juvenil y traviesa.

—Por fin haces lo que te digo.

Resoplé.

Alargó un brazo y cogió un sobre.

—Aquí tienes.

Cogí el sobre con gesto renuente. Contenía algo duro y voluminoso.

— ¿Qué es?

—Las llaves de tu coche.

— ¿De mi coche? —Pregunté con voz chillona.

—Te dije que te compraría uno. Está en la plaza 709, al lado de mis otros dos vehículos. Ahí está la tarjeta también. Con ella podrás entrar y salir del garaje.

— ¿Qué…?

—Es un Lexus. Seguro. Fiable. Rojo… como tu camiseta.

—No hacía falta.

—Sí que hacía falta. Forma parte de la imagen, Jeongin. Vamos a vendernos como una pareja. Los detalles son importantes. Recuérdalo. —Se encogió de hombros. —De todas formas, cuando todo esto acabe, se venderá bien. Si no quieres conservarlo, siempre podrás venderlo. En cualquier caso, es tuyo. Forma parte del acuerdo.

Negué con la cabeza.

— ¿Cómo puedes permitirte todo esto? Sé que tenías un buen sueldo, pero no da para tanto.

Su expresión se ensombreció.

—Cuando mis padres murieron, heredé una fortuna.



#4079 en Novela romántica

En el texto hay: hyunjin, jeongin, hyunin

Editado: 28.07.2023

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