Acuerdo de matrimonio ❃ Hyunin

♡ :  CAPÍTULO XXIV

 

[HYUNJIN]

Miré a ChaeWon de reojo con el ceño fruncido. Me emocioné al ver que el mismo trío de jazz que ya habíamos visto actuaba de nuevo, pero ella había estado rara toda la noche. En más de una ocasión, había levantado una mano para secarse una lágrima que resbalaba por su mejilla. Cuando le pregunté, preocupado, si se encontraba bien, se desentendió de la pregunta con un gesto impaciente.

—Estoy bien.

Sin embargo, no parecía estar bien en absoluto.

Empujé la silla de ruedas para llevarla de vuelta a su habitación con la esperanza de que la sorpresa que le tenía preparada la animase.

Jeongin había mencionado que ChaeWon llevaba un par de días que no comía bien y que parecía cansada. Esa noche, su cuidadora me dijo que apenas había tocado la cena y que solo había almorzado porque Jeongin le había dado de comer.

Sabía que Jeongin estaba preocupado. Había pensado en cancelar la clase de yoga, pero yo lo animé a que fuera. Le recordé que solo le quedaban dos clases y que después podría reunirse con nosotros los martes. Echaría de menos el tiempo que pasaba a solas con ChaeWon, pero las clases comenzarían de nuevo un mes más tarde, de modo que volveríamos a estar solos. Mi momento preferido de la noche era cuando ChaeWon me contaba historias de Jeongin. Solían estar plagadas de anécdotas graciosas y bochornosas que me arrancaban una carcajada.

Me senté junto a ChaeWon y abrí la caja de la pizza con una sonrisa.

— ¡Voilà!

Cuando descubrí que, además de las hamburguesas de queso, las pizzas eran su perdición, empecé a llevarle pizzas. Al personal de la residencia no le importaba, y me aseguraba de que ellos también recibieran algunas. Un día, llevé tantas pizzas que todos los residentes pudieron comer si así lo deseaban. Aquel día me convertí en un héroe.

Ese día, sin embargo, era solo para ChaeWon.

Cogió una porción, pero no hizo ademán de comérsela. Con un suspiro, se la quité de la mano y la devolví a la caja. Le rodeé la frágil muñeca con los dedos y froté la delicada piel de la palma de la mano.

—ChaeWon, ¿Qué pasa? ¿Qué te preocupa?

Soltó un suspiro profundo, que pareció agotado y resignado.

—Estoy cansada.

— ¿Quieres que vaya en busca de Karina? Puede ayudarte a acostarte. —Rosé tenía la noche libre, pero Karina le caía bien.

—No, no quiero acostarme.

—No lo entiendo.

Se zafó de mi mano y se frotó la cara con gesto frustrado.

—Estoy cansada de todo esto.

— ¿De tu habitación? —Si quería otra, se la conseguiría.

—De estar aquí. En esta… vida, si se puede llamar así.

Nunca la había oído hablar de esa forma.

—ChaeWon…

Extendió el brazo y me sujetó la mano.

—Se me olvidan las cosas, Hyunjin. El tiempo pasa y no recuerdo si estoy en el mismo día que hace un momento. Innie viene a verme y no recuerdo si ha estado hace unas horas, hace unos días o hace un minuto. A veces, no reconozco nada y me da miedo. Sé que hay días en los que no lo reconozco a él. — Le temblaba la voz y tenía los ojos llenos de lágrimas. —No me conozco a mí misma la mayoría de los días.

—Él viene. Todos los días, viene a verte, y aunque tú lo olvides, él te recuerda. Se queda contigo y te hace compañía.

—Soy una carga para él.

—No. —Insistí. —No eres una carga para él. Te ama.

—Seguro que me odias.

— ¿Cómo? No, no, en absoluto. Me encanta pasar el tiempo contigo. Ahora formas parte de mi familia, ChaeWon. Te convertiste en mi familia cuando me casé con Jeongin. —Nada más pronunciar esas palabras, me di cuenta de que estaba diciendo la verdad.

—Él debería estar haciendo otras cosas, como viajar, tener niños y hacer amigos, no cuidando de una anciana.

— ¿Por qué dices estas cosas? Sabes que Jeongin haría cualquier cosa por ti. Lo mismo que yo. —Le levanté la mano y besé la fina piel. —Por favor, ChaeWon, si llega a oírte…

—Echo de menos a Gong Yoo.

—Lo sé. —La consolé. —Estuvieron casados mucho tiempo. Claro que lo echas de menos.

—Cuarenta años. No éramos ricos, pero nos queríamos. —Esbozó una sonrisa tierna. —Me encantaba verlo cocinar. Era chef… ¿lo sabías?

—Sí, me lo has dicho.

—Yo era profesora en Londres, vine de turista a china y me enamoré de él tanto que decidí quedarme. Teníamos una buena vida. Cuando murió, no sabía cómo iba a poder seguir viviendo. Pero luego encontré a Innie. Él se convirtió en mi razón de ser.

—Te necesitaba.

—Ya no me necesita.

—Te equivocas, te necesita.

— ¿Cuidarás de él?

—No… no te rindas todavía, ChaeWon. Jeongin… se quedará desolado.

Cerró los ojos y dejó caer los hombros.

—Es que estoy muy cansada.

Me entró el pánico al darme cuenta de que no se estaba refiriendo a que quería acostarse. Estaba cansada de la vida, de estar atrapada en un cuerpo que ya no funcionaba, con una mente que la dejaba confundida y sumida en el olvido.

Me incliné hacia ella y bajé la voz.

—Cuidaré de él, te lo prometo. No le faltará de nada. —Podía prometérselo. Me aseguraría de que Jeongin estuviera bien. —No te rindas. Te necesita, de verdad.

Abrió los ojos y miró un punto a mi espalda.

— ¿Puedes darme esa fotografía?

Me volví y le di la foto que me había señalado. Después de confesar que nos habíamos casado, Jeongin le había llevado una foto de nuestra boda, y otra que Rosé había hecho cuando estábamos de visita. En ella, Jeongin le sujetaba la mano, ChaeWon le pellizcaba la nariz mientras se reía y yo estaba sentado junto a ellos, sonriendo. Parecíamos una familia.

Recorrió nuestras caras con los dedos.

—Se convirtió en mi vida desde que perdí a Gong Yoo.

—Lo sé

—Es todo lo que sabía que sería: listo, cariñoso, fuerte.

—Es verdad. También es guapo. Más duro que el acero. Tú has tenido mucho que ver a ese respecto, ChaeWon.



#2398 en Novela romántica

En el texto hay: hyunjin, jeongin, hyunin

Editado: 28.07.2023

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