[HYUNJIN]
Llevé la bandeja a la cocina y dejé a Irene y Jeongin charlando. Jaebeom me siguió con la caja en las manos, pero estaba dispuesto a esperar a que nos trasladásemos al despacho para seguir hablando. Miró los papeles que había en la encimera y cogió el que detallaba el trabajo en Jinan.
—Hyunjin, ¿en serio? —Esbozó una sonrisa torcida. —Te habrías muerto del aburrimiento allí.
—No podía llevarme a Jeongin a Seúl. Habría sido muy infeliz.
Me observó un momento con una sonrisa en la cara.
—Sí que has cambiado.
—Te refieres a que he madurado, ¿Verdad?
Asintió con la cabeza y me puso una mano sobre el hombro.
—Me alegro de verlo.
Eché un vistazo por encima del hombro y vi que Jeongin se había puesto de pie y abrazaba a Irene.
—Es una sensación estupenda. —Reconocí. —No creí que fuera a experimentarla en la vida.
—La persona adecuada puede abrirte los ojos en muchos sentidos, Hyunjin.
Tenía razón.
Me ofreció el nuevo contrato.
—Vamos a firmar estos documentos.
— ¿Por qué has traído mis cosas si la idea era contratarme de nuevo?
Jaebeom puso una cara rara antes de abrir la caja.
—La caja está vacía, Hyunjin.
Lo miré boquiabierto.
— ¿Qué? ¿Y por qué la has traído?
—Por el mismo motivo que hemos venido sin avisar. Quería ver cómo reaccionabas al creer que se había terminado. Quería ver tu reacción visceral. No la que hubieras preparado de antemano.
— ¿Y…?
—Parecías destrozado.
—Y lo estaba. Quería seguir trabajando para ti. Cuando he visto la caja, he comprendido que había metido la pata hasta el fondo. No me ha sorprendido, pero en ese momento me he dado cuenta de lo mucho que deseaba seguir trabajando para ti. Claro que también he sabido que no podía hacer nada para arreglarlo. Al fin y al cabo, la culpa es solo mía.
—Tu reacción me ha dicho todo lo que necesitaba saber. Estabas alterado, pero lo primero que has hecho ha sido consolar a Jeongin. En ese momento, he sabido que habías cambiado de verdad. —Sonrió. —Siento mucho la artimaña.
Le tendí la mano, que él aceptó para estrechármela con fuerza.
—Lo entiendo.
Volvió a cerrar la caja.
—Úsala para llevar más cosas a tu despacho. Hazlo tuyo, Hyunjin.
— ¿Lo sabe alguien más?
—Nadie fuera de la familia. El resto del personal cree que has estado de vacaciones con Jeongin. Ve a trabajar el lunes, empezaremos de cero. Nadie se enterará nunca.
—Gracias. No volveré a decepcionarte.
—Lo sé. —Dijo y asintió con la cabeza para enfatizar sus palabras. —Lo sé muy bien.
Al cabo de poco rato, Jaebeom me estrechó la mano para despedirse.
—Nos vemos el lunes.
Irene abrazó a Jeongin por última vez antes de volverse hacia mí.
—Esperamos mucho de ti, Hyunjin.
—No los decepcionaré.
Me dio unas palmaditas en la mejilla.
—Sé que no lo harás.
—Tengo mucho que compensar y me esforzaré al máximo.
—Vamos a hacer borrón y cuenta nueva. Cuando vayas el lunes a la oficina, empezarás de cero con Jaebeom y conmigo. —Esbozó una sonrisa burlona. —Puedes reparar tu relación con Changbin y con Seungmin tú solito. Su voto contó para que siguieras trabajando con nosotros y todos estuvieron de acuerdo. —Enarcó una ceja con gesto elocuente. —Aunque es posible que uno de mis hijos tenga que decir más sobre el asunto que el otro.
Sonreí con sorna.
—No me cabe la menor duda, y aguantaré el enojo de Changbin. Me aseguraré de hablar con todos en privado la semana que viene.
—Bienvenido de nuevo, Hyunjin.
—Gracias.
Los acompañé al ascensor y regresé al apartamento. Jeongin no estaba junto a la puerta ni tampoco en el salón. Corrí escaleras arriba y me sorprendió encontrarlo sentado en el diván de su antiguo dormitorio.
— ¿Cariño?
Alzó la vista, pero tenía una expresión muy triste.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí?
Se encogió de hombros.
—Estaba pensando.
Me senté delante de él y le tomé la cara entre las manos.
— ¿En qué?
—En lo nervioso y asustado que estaba la primera noche que pasé aquí.
— ¿Por estar aquí… conmigo?
—Por eso y también por el futuro. De una tacada, me habías cambiado la vida por completo. Ya no estaba en aquel horrible cuchitril, iba a dejar el trabajo y no tenía ni idea de cómo íbamos a sacar adelante semejante farsa. Solo pensaba en el golpe que nos íbamos a dar y en que no sabía cómo recogería los pedazos que quedaran de mí al terminar. —Hizo una pausa y recorrió con los dedos el estampado de un cojín. —Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, hecho un lío, y era un mar de dudas.
—Yo tampoco te ayudé mucho, ¿Verdad?
Ladeó la cabeza y me miró fijamente.
—No, la verdad es que me ayudó tu serenidad, la forma en la que tomaste el control de la situación. Parecías muy seguro de ti mismo, concentrado por completo en tu objetivo. Yo solo tenía que seguir tus directrices.
— ¿Te ayudaría saber que ya en aquel entonces me maravillabas, Innie? Demostraste muchísimo valor. —Sonreí al recordar las conversaciones que habíamos mantenido al principio. —Cuando me dijiste que me follaran… vi la chispa que tenías oculta. Dejaste de ser el felpudo por el que te había tomado por error y te convertiste en una fuerza a tener en cuenta. —Le aparté el pelo del rostro y acaricié los sedosos mechones. —Te convertiste en mi fuerza. En mi luz.
—Tú te convertiste en todo para mí. —Susurró.
Me incliné y rocé sus labios con los míos.
—Hemos recorrido mucho camino juntos.
—Hoy ha sido un buen día.
—Lo ha sido. He firmado un nuevo contrato. El lunes volveré a trabajar en un lugar en el que me apetece estar. Podemos quedarnos en Busan y, lo mejor de todo, además te tengo a ti. Podemos crear una vida juntos.